Ha pasado una década desde el estreno inicial de El Shaddai: Ascension of the Metatron, una obra extraña a la vez que familiar, nacida de la ambición de Sawaki Takeyasu, que tras trabajar en juegos como Devil May Cry u Okami, se lanzó en el desarrollo de un «beat ‘em up» cuya principal inspiración es el libro de Enoch, uno de los libros hebreos que relata eventos apocalípticos y por qué los entes divinos decidieron que el diluvio era necesario. Ahora, nos llega por fin una nueva versión adaptando el juego a PC, permitiendo que una nueva generación de jugadores se adentre en esta obra tan particular por primera vez, o que aquellos entre los que despertó especial admiración puedan volver a visitarla.

Prácticamente desde el principio podemos intuir que va a ser una aventura peculiar.

El Shaddai: Ascension of the Metatron se puede analizar desde dos puntos de vista diferentes. El primero de ellos, quizá el menos favorecedor, sería el de su papel como juego del género de acción y aventura. En El Shaddai: Ascension of the Metatron, en general, nos encontramos con un juego a los mandos limitado, pero a la vez tremendamente ambicioso en su propuesta. En un principio, parecerá que nos encontramos ante un simple beat’em’up lineal más donde nos hincharemos a machacar el botón X para avanzar, y nada más lejos… a medias. El desarrollo de niveles en El Shaddai es sorprendentemente variado, y es que el juego alterna bastante a menudo secciones más plataformeras con otras centradas en los combates, y por el camino igual hasta nos llevamos alguna fase sorpresa más. El problema en general es que ninguna de estas fases llega a estar realmente pulida.

La sensación general a los mandos es que el desarrollo de El Shaddai: Ascension of the Metatron fue bastante humilde, y que se hizo lo que se pudo. El combate, para empezar, no es especialmente profundo. A lo largo del juego, tenemos un total de tres armas disponibles, que además de nosotros también llevarán los enemigos rasos enemigos, de forma que la principal mecánica especial del juego será debilitar dichos enemigos para así robarles su arma y dejarles indefensos a nuestras embestidas. Estas armas funcionan en una especie de triángulo a lo piedra-papel-tijera, lo cual no está mal, pero no te lo explica el juego hasta que no estás bastante avanzado, de forma que durante los primeros compases te vas a encontrar atizando a enemigos con el arma equivocada y vas a pensar que estás frente a un saco de vida que puede aguantar golpes y golpes sin inmutarse, pero realmente simplemente es un fallo a la hora de establecer las normas del juego de antemano.

El juego tiene algunos coleccionables para premiar al jugador explorador, aunque el diseño de niveles no ayuda a distinguir si vas por el camino marcado o si te has desviado buscando estos coleccionables, haciendo que te dejes más de uno por el camino.

Una vez conocemos como funcionan estas armas, el sistema en sí es muy simple, con cuatro botones en combate: Ataque, salto, guardia, y purificación/robo. Este último botón es el que usamos para quitar las armas al enemigo cuando está noqueado, pero también sirve para purificar nuestro arma, y es que con el uso, absorben impurezas y reducen su efectividad, por lo que debemos purificarlas o robar una nueva. Los cuatro botones se combinan de distintas formas, pero en lo que se refiere a la ofensiva, hay pocas opciones, pasando en gran parte por machacar el botón o quizá usar el «especial» al combinar con el botón de guardia. En general en otras circunstancias el combate estaría bien así, de hecho habrá momentos donde se llegue a disfrutar el intercambio de golpes -especialmente frente a jefes-, pero ciertas decisiones como el poquísimo feedback que dan los enemigos a los impactos frente a lo fácil que resulta cortar nuestros combos, hacen de los enfrentamientos contra masillas algo terriblemente frustrante y sin duda alguna mi mayor problema con todo el juego, haciendo que me haya costado más de la cuenta terminar con él debido a lo poco que me estaba convenciendo.

Las secciones plataformeras, por otro lado, pueden ser algo polémicas. El control de los saltos en El Shaddai: Ascension of the Metatron no es lo que se dice preciso, que junto a ciertas decisiones artísticas, cámaras fijas, y algunos problemas de perspectiva, hace que dependiendo de la sección sea algo entretenido que aporta un cambio agradable -las secciones 2D, por ejemplo-, o un suplicio -el plataformeo 3D, en especial hacia el capítulo 8, es tirando a atroz-. Por suerte, funcionan como cambios de ritmo más que como secciones largas así que terminan dejando buen sabor de boca.

Desde luego, el estilo visual está en cambio constante.

El otro punto de vista con el que podemos analizar El Shaddai: Ascension of the Metatron es todo lo referente al apartado más artístico del juego. Historia, personajes, narrativa, diseños, banda sonora… Es aquí donde la obra de Takeyasu consigue brillar y dar con una identidad única. Como decía en la introducción, nos basamos en el libro de Enoch para dar vida a esta aventura. Así, encarnamos a Enoch, un heraldo de los cielos que ha sido enviado por los cuatro arcángeles Uriel, Miguel, Rafael y Gabriel, a la Tierra para buscar a siete ángeles caídos, que se han rebelado frente a los cielos y con ello han corrompido a la humanidad, forzando que las fuerzas divinas provoquen un gran diluvio. Nuestro guía será no otro que el ángel Lucifel, fuera del espacio y el tiempo, que desde el primer minuto nos llamará la atención al estar continuamente hablando por teléfono móvil con el todopoderoso, poniéndole al día de nuestras aventuras y funcionando además como punto de guardado.

Así, en una aventura para escalar la torre donde se ocultan los ángeles caídos, navegaremos por niveles de una variedad artística exquisita, desde ciudades futuristas a mundos subacuáticos pasando por pseudocatedrales brillantes casi alienígenas. Veremos tanto a humanos corruptos por los distintos ángeles, a nephilim, hijos de humanos y ángeles, liándola muy fuerte por diversos niveles, o incluso veremos como alguno de estos ángeles vive una vida casi normal entre humanos. Muy pronto en el juego aprenderemos a esperar lo inesperado en términos artísticos y esto es sin lugar a dudas la gran virtud de este juego.

Los combates contra los jefes suelen ser los mejores momentos del juego a los mandos.

Un aspecto en general que creo que cabe destacar es el diseño de personajes. Desde que vemos a Lucifel en la introducción o a Enoch nada más empezar, sabemos que en ese sentido el juego va a ser peculiar. Aquí se van a mezclar desde ángeles con formas extrañas, bastante más fieles que de costumbre a las descripciones bíblicas de entes abstractos con varios ojos y envueltos en llamas en lugar de las figuras humanoides con alas a las que nos tiene acostumbrado el imaginario popular, junto a detalles tan desconcertantes como que Enoch es un tipo rubio que simplemente va con unos vaqueros azules.

Y ahora, brevemente antes de acabar, vamos a comentar un poco la versión de Steam que nos ha llegado. El resultado es… dispar, por decirlo de alguna forma. Una vez arrancas el juego en sí está muy bien poder disfrutar de este juego a 60 frames por segundo sin mucho problema, pero el menú de configuración… ay, se siente del pleistoceno, con apenas opciones, y fuera del juego en sí, no pudiendo comprobar inmediatamente el resultado. Esto además acompañado de algunos bugs -como que en un momento no me saliera ninguno de los efectos en pantalla, haciendo que mi arma no brillara apropiadamente y por tanto no supiera si estaba purificada o no-, algún que otro crasheo puntual -por suerte hay autoguardado- y el problema que me ha acompañado toda la partida, un tearing bastante marcado. En general, el juego se puede jugar de principio a fin, pero desde luego no da la sensación de que se haya hecho una conversión demasiado elaborada.

En definitiva, El Shaddai: Ascension of the Metatron es un juego bastante especial. Tiene elementos que harán que sea posible que no te guste nada de nada, y sería perfectamente razonable no seguir jugando con ellos en mente, pero también tiene otros donde brilla lo suficiente para opacar esos puntos oscuros y hacer que tengas una experiencia única, pero que estaría más inclinado a esto si la versión de PC estuviera un poquito mejor trabajada.

Lucifel es todo un misterio. Pero es nuestro enlace con Dios.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por PR Hound