Este análisis ha sido realizado en PlayStation 5 mediante una copia cedida por PLAION
Hace unas semanas os ofrecíamos nuestras primeras impresiones de Kingdom Come: Deliverance II, la secuela del RPG medieval de mundo abierto desarrollado por Warhorse Studios, un estudio con unas enormes ambiciones que parecían materializarse al fin en un juego mucho más pulido que su predecesor.
Después de varias decenas de horas a los mandos podemos confirmar todas y cada una de las buenas sensaciones que tuvimos inicialmente a los mandos: todas las mecánicas de Kingdom Come: Deliverance II funcionan sensiblemente mejor que en el juego original, lo que hace que, a pesar de que en su superficie resulte un titulo muy conservador, la experiencia resulte menos tosca y más agradable desde los primeros compases, sin tantas asperezas a perdonar ni tantos elementos ofuscados o explicados de forma pobre.
No quiero, sin embargo, hacer que nadie se llame a engaño. La célebre frase «lo bueno se hace esperar» encaja a la perfección con la experiencia que ofrecen las primeras horas de Kingdom Come: Deliverance II, un juego implacable sin ningún tipo de paliativo. Sí, el sistema de combate funciona responde infinitamente mejor, todo está mejor explicado, el juego hace un esfuerzo consciente por intentar introducirte poco a poco, pero de nuevo, como en el primer juego, si crees que esto va a ser un paseo por el campo y que vas avanzar por la historia sin apenas sudar entonces lo más posible es que te vayas a llevar un buen susto.
Sigue habiendo una curva de aprendizaje brutal y para superarla estás obligado a aprender y descubrir por ti mismo qué es lo mejor que puedes hacer en lo que respecta al combate, la exploración y la supervivencia. Todo resulta parte de una idea deliberada, obligándote a adaptarte a un entorno hostil en el que no eres más que un don-nadie, pero, tras unas cuantas horas, cuando coges el ritmo, las piezas empiezan a encajar y el juego comienza a cobrar vida.
Kingdom Come: Deliverance II pretende ser lo más realista posible y no es sutil en su brutalidad. Los peligros pueden surgir en cada esquina y el sistema de guardado, si bien resulta un poco menos punitivo que el del juego original, sigue siendo inmisericorde. Hay una mayor cantidad de guardados automáticos que facilitan el progreso por la trama principal, pero en las misiones secundarias con frecuencia tendremos solamente el respaldo de los guardados manuales que vienen de la mano del descanso en nuestra cama o de la toma de unos brebajes especiales. Estos brebajes son ahora bastante más accesibles, pero siguen sin abundar. Es decir, más te vale no haber recorrido la mitad del mapa para encontrarte con una emboscada para la cual no estás bien preparado. No acabará bien, habrás perdido mucho tiempo y tendrás que volver a comenzar la misión.
Si no estás familiarizado con las mecánicas del juego o te confías en exceso verás que Kingdom Come: Deliverance II se encargará rápidamente de colocarte en tu sitio. Es más, con frecuencia notarás que el diario de misiones no te dice demasiado sobre qué hacer y cómo hacerlo, sino que eres tú quien debe estar atento a los diálogos y averiguar adónde tienes que ir, qué tienes que hacer y dónde están las cosas.
Pero de eso se trata en la experiencia medieval que ha construido Warhorse Studios. Al principio te equivocarás hasta cierto punto. E incluso con el paso del tiempo lo continuarás haciendo. Pero cuanto más aprendas sobre las mecánicas, mejor equipo consigas y mejor te desenvuelvas en el juego en general, más podrás mantenerte y crecer en este mundo, aunque sin llegar a sentir que lo dominas de verdad. No me cabe duda de que esto gustará a unos y no a otros.
El combate, por ejemplo, requiere un aprendizaje considerable para dominarlo y en ningún momento puedes entrar en un combate y acabar con grandes grupos a pecho descubierto: tienes que tener tu inventario y tu equipo a punto y aprender a utilizar algunos tipos de armas diferentes que te permitan distintas aproximaciones a la lucha antes de pensar siquiera en enfrentarte a grupos de más de dos enemigos. De hecho esta vez hay mayor cantidad armas, incluidas algún uso muy ocasional de las primeras armas de fuego vistas en Occidente y que, aunque son increíblemente útiles para perforar armaduras, son muy lentas de recargar. Pero eso hace que el combate y el uso de armas poderosas como éstas sea algo aún más estratégico.
Por suerte Warhorse Studios sabe compensar todo este esfuerzo por parte del jugador ofreciéndole a cambio algo sustancioso. Kingdom Come: Deliverance II es un juego ENORME que comienza justo después del final de la precuela, con Henry de Skalitz acompañando a Sir Hans Capon para entregar una carta a Lord Otto von Bergow de Trosky. Sin embargo, en su camino, son emboscados por bandidos y, tras verse al borde de la muerte, necesitan ahora encontrar una forma de ponerse en contacto con los nobles de la región. Esto desencadena una cadena de acontecimientos que los lleva a través de nuevos lugares, conociendo a gente nueva y haciendo lo que pueden para restaurar al rey Wenceslao IV en el trono de Bohemia.
La historia es compleja y ahonda en conflictos políticos, pero te mantiene enganchado en todo momento y resulta especialmente brillante tras las primeras horas, sobre todo cuando se abren más opciones para avanzar y conseguir alcanzar nuestros objetivos. Puede que algunas partes se noten un poco estiradas de más, pero es impresionante que un juego con una duración tan considerable no tenga apenas puntos bajos. En general, las misiones principales son increíblemente variadas y casi siempre hay algún giro, alguna mecánica, algún minjuego o alguna situación interesantes que las diferencie entre sí. No hay espacio para las misiones de recadero insustanciales que están para rellenar.
También hay montones de misiones secundarias y de eventos emergentes. Bohemia es una región viva en la que estarán pasando cosas de forma constante, sea en nuestra presencia o no. Los habitantes del lugar tienen sus propias rutinas e interacciones entre ellos, todas coherentes con su papel en este mundo. Estas misiones secundarias permiten también distintas aproximaciones en función del desarrollo de nuestro personaje o de los recursos disponibles a nuestro alcance y están repletas de todo tipo de historias que contar, incluyendo situaciones dramáticas, cómicas o dilemas morales en los que no sabremos demasiado bien cuál es la decisión correcta a tomar o las consecuencias de ello para nuestra propia reputación dentro de un universo en el que la escala moral está repleta de grises. Todo tiene su sentido, todo aporta al maravilloso mundo que ha construido Warhorse Studios.
Un mundo que, además, está representado mediante un apartado técnico apabullante. El juego luce magnifico a 60 imágenes por segundo en su versión consola, con una iluminación muy mejorada con respecto al juego anterior. Y lo que es más importante, el mundo parece verosímil y real en todos los aspectos: las aldeas parecen enormes y densas y los bosques piden a gritos ser explorado. Mención especial para la llegada a Kutna Hora, la gran ciudad del juego, en un momento que nada tiene que envidiar a la llegada a Novigrado de The Witcher 3. Es impresionante la belleza arquitectónica de la ciudad, su tamaño, la cantidad de cosas que tiene para descubrir o hacer y, en general, la vida que rebosa.
Podría pasarme horas y horas hablando de Kingdom Come: Deliverance II. Es un juego que me ha fascinado y que sin ningún tipo de duda ha sobrepasado todas mis expectativas, hasta el punto de que se ha convertido en uno de mis juegos favoritos de los últimos años y uno de los mejores RPGs occidentales que he jugado en mi vida. Es cierto que no es fácil entrar en el juego y que las primeras horas requieren un ejercicio importante de paciencia, pero la recompensa merece con creces el esfuerzo.