Con todo el torrente de juegos que están pasando estos meses por nuestro portal, hacía su tiempo que no teníamos un juego de puzles verdaderamente destacado, especial… y chungo. Bonfire Peaks es una pequeña joya para los adoradores de este género, pero también, con una enorme simplicidad que permite que cualquiera pruebe suerte. Pero eso no garantiza que cualquiera pueda llegar a la cima de la montaña.
Corey Martin se va haciendo un nombre a la hora de diseñar juegos de puzles ingeniosos y especiales. Tras Hiding Spot y Pipe Push Paradise, su tercer título es una historia de búsqueda y de ascensión desprendiéndonos de lo material. La clásica historia del viaje de descubrimiento abordada con más de doscientos puzles, que se dice pronto. Y precisamente publica y hasta participa en la programación el responsable de otros interesantes juegos de puzles, Alan Hazelden, responsable de juegos como A Monster’s Expedition o Sokobond, con similitudes con este, usando su sello Draknek & Friends. Sin duda estamos ante café para los muy cafeteros.
Nuestro mudo protagonista llega a una isla donde irá subiendo niveles, mientras aparecen objetos y reminiscencias de ¿su vida pasada?, mientras se desprende de lo material, de sus pertenencias, mientras quema aquello que debe dejar atrás para seguir subiendo ese interminable camino. Una historia y forma de contarse espiritual y metafórica, presentada de manera lateral nada intrusiva, pero creando la suficiente presencia para que el jugador siempre tenga presente que está en ese viaje de descubrimiento, por más tiempo que los endiablados puzles le tengan atorado en él.
Lo de quemar sus pertenencias es literal. El juego se desarrolla entre el mundo general, donde nuestro objetivo es seguir avanzando y sacando más puzles, cambiando a cada puzle concreto cuando tocamos una hoguera. En cada uno, tendremos que llegar hasta una hoguera con una caja de nuestras posesiones y quemarla, para poder superar la prueba y recibir una caja en ese mundo global.
En cierta forma, un Sokoban 3D con una interacción sencilla basado en manipular una serie de elementos para abrirnos una vía hasta el final, siempre portando esa caja de pertrechos para quemar, no basta con alcanzar la hoguera. El control y acciones son sumamente sencillos como dije, nos limitamos a movernos, coger y soltar objetos, empujarlos, ascender niveles o dejarnos caer. Solo hay un botón de interacción, teniendo luego botones para deshacer una acción -o varias en cadena si lo dejamos pulsado-, y reiniciar el puzle desde el principio. Ambas son vitales porque hay acciones que arruinan el puzle, con lo que tendremos que rectificar en incalculables ocasiones.
No hay un tutorial como tal, pero las primeras hogueras que encontramos ya nos sirven perfectamente para saber como movernos e interactuar con las cajas que tanto vamos a ver. Ah, pero saber moverse y los rudimentos básicos de los puzles obviamente solo es un muy primitivo principio. Bonfire Peaks hace lo que un juego de puzles que tenga o aspire a cierto pedigrí debe hacer: las dificultades crecientes vendrán tanto de las posibilidades no evidentes de ese sencillo control, como de añadidos en sus reglas. Cajas más largas, pinchos, corrientes de agua… pero manteniendo siempre esquemas sencillos de ejecución, no cientos de pasos durante horas… que los habrá, pero por nuestros intentos y cálculos, no porque los puzles demanden estúpidas y largas cadenas de movimientos.
La estructura general puede traer reminiscencias a esa obra maestra del género que es The Talos Principle. Aquí también ese mundo general que hace de conductor a las pruebas puede ser explorado para conseguir caminos y secretos opcionales, no necesitamos todas las cajas que cada hoguera superada nos proporciona, pero es interesante esa exploración opcional y completista.
Me parece un trabajo increíble, así como muy retorcido, el conseguir tanto con tan poco. Bonfire Peaks se separaría de Talos porque aquí los puzles son menos fastuosos y más directos, aparentemente más sencillos, pero tan intrincados y necesitados de reflexión y comprensión como aquel, o en The Witness. Eso también significa que hay que tener mucha paciencia y calma para avanzar y hacerse a cada zona, a cada regla, a cada nueva y maquiavélica variable introducida en nuevas zonas. Mi compañero de redacción, Jon Ortiz, es fan de Stephen’s Sausage Roll, otro juego de puzles de categoría, otro Sokoban también, y otro estrujacerebros, con el que también veo parecidos con Bonfire Peaks.
Una parte de la oleada de juegos de puzles de cierta categoría tienen una apoyatura en su parte audiovisual. Aquí tenemos un juego de una belleza formal enorme construida con voxels -pixels en 3D- que generan tanto una estética tan propia como bonita. Y la música también es ‘lateral’, ya que en este viaje tan personal y solitario, se usan melodías de corte más ambiental y melancólico, pero que también se unen de forma calculada al conjunto visual y a buena cantidad de tiempo que pasaremos delante del juego.
¿Cuánto tiempo? Pues aquí me es completamente imposible hacer una estimación. Un juego que se basa en acciones sencillas frente a mapas complejos y multitud de pasos, puede ser algo de unas 6 horas para el jugador experto, y bastante más para el profano. Pero es que con esos más de 200 puzles, con todo lo que esta isla de extraña condición y caminos opcionales puede ofrecer, no tengo un cálculo claro.
Tal vez el lector no haya conseguido comprender del todo como funciona realmente el juego. Es tan sencillo -aparentemente- en su ejecución de mover sobre todo cajas, que la mejor idea que se puede conseguir es probando la demo del juego. Estos días, por motivo del evento Steam Next Fest, Bonfire Peaks tiene una demo a la que acercaros. No sé si permanecerá más allá del siete de octubre, pero queden aquí estas líneas de un juego que me ha cautivado y desesperado como él solo.
Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida Future Friends Games