Vivimos en tiempos de resurrecciones. Gracias al auge de los estudios independientes, de las campañas de micromecenazgo, y en general de una libertad creativa casi absoluta, no sólo están apareciendo nuevas sagas, sino que se están pudiendo rescatar algunas que se creían extintas con el paso de los años. Es el caso que hoy nos trae aquí, Brigandine: The Legend of Runersia, desarrollado por Matrix Software, es un título secuela del juego lanzado en 1998 para la primera Playstation. Si bien nunca ha sido una saga conocida, es fantástico ver como se atreven a rescatarla, gracias a su planteamiento tan distinto dentro de los desarrollos japoneses.
¿En qué consiste Brigandine: The Legend of Runersia? Bueno, a grandes rasgos es una mezcla entre Pokémon, Final Fantasy Tactics, y… ¿Risk? Sí, a grandes rasgos, Brigandine es un juego más de estrategia a gran escala que un RPG propiamente dicho. No tenemos una gran aventura que vivir, un continente por el que viajar, ni nada por el estilo. Básicamente se nos plantea el control de una de las seis naciones que habitan Runersia, y tenemos que apañárnoslas para tratar de conquistar todo el continente como si de una partida de Risk se tratase. Para ello, debemos gestionar nuestros comandantes, las unidades humanas que situaremos en las distintas bases en nuestro poder, y a su vez, dotar a estos comandantes con un equipo de monstruos bajo su mando. En función del nivel tanto del comandante como de los monstruos, cada base tendrá una cantidad de poder estimada que nos guiará un poco a la hora de saber cuando es conveniente atacar a las bases enemigas o no.
Para conquistar otras bases, dependemos de si están libres de comandantes enemigos o no. Si están vacías, al invadir las tomamos automáticamente. Si hay algún comandante, habrá una batalla. Las batallas son rol táctico por turnos, planteadas sobre una plantilla hexagonal, con un máximo de 12 turnos por batalla. Para ganar, tenemos que derrotar o bien a todas las tropas enemigas, o bien agotar los 12 turnos con una unidad en el fuerte central del mapa -si somos defensores, nos vale con que no haya nadie en el fuerte-. Derrotar a las tropas enemigas suele ser la opción más apropiada, porque nos da ventajas jugables a posteriori. Desde el mero hecho de que ganar combates nos da experiencia extra, hasta la posibilidad de capturar los monstruos enemigos si nos posicionamos adecuadamente. En general, el planteamiento táctico es bastante interesante. Si bien los mapas son bastante planos y aburridos -sí, están compuestos por distintos tipos de terreno que nuestras unidades pueden aprovechar o no, pero visualmente resultan bastante aburridos y en general suelen sentirse repetitivos entre sí-, las posibilidades a la hora de generar la estrategia son lo suficientemente amplias como para aproximarse a cada batalla con un enfoque distinto. Por ejemplo, en una ocasión, en una de mis bases fronterizas, tenía a mi principal comandante de mi nación sólo, ya que es bastante más poderoso que el resto, mientras el resto de comandantes de ese puesto estaban fuera en misiones para fortalecerse, cuando una de las otras naciones atacó esa base. Estando mi comandante sólo con sus monstruos, frente a otros tres comandantes con sus respectivas criaturas, lo mejor que pude hacer era aguantar la posición en el fuerte, curando a mi comandante mientras los enemigos se acercaban. Con la posición adecuada de mis monstruos, y con los potentes golpes de mi personaje, conseguí no sólo acabar con los tres comandantes -lo que provoca que sus criaturas se marchen salvo que se encuentren atrapadas entre criaturas enemigas-, sino reforzar la batería de monstruos a mi disposición, resultando en un combate muy satisfactorio.
En general, es un juego que transmite una filosofía mucho más cercana a la estrategia pecera, recordándome mucho más a juegos como Civilization o Total War, basándose en esa filosofía de «un turno más» gestionando todo lo que pasa en el mundo, preparando unidades, gestionando antes de combatir en sí, que a juegos más tradicionales como un Fire Emblem o un Disgaea, lo cual me ha resultado muy fresco y muy agradecido. Es con esta filosofía además que el juego presenta una rejugabilidad fantástica, ya que cada nación tiene escenas diferentes, comandantes diferentes, etc…, y no es lo mismo empezar con una nación grande que se puede permitir perder bases fortaleciéndose para luego arrasar, que empezar con una nación pequeña que tiene que atacar casi desde el principio. No es que el juego no tenga historia, haberla la hay, pero es meramente testimonial y es un guion político bastante estándar de traiciones, conspiraciones, alianzas, y demás, para echarse unas naciones contras otras.
En definitiva, Brigandine: The Legend of Runersia es un título que si bien sabe a añejo, se siente fresco, se siente novedoso, y se siente, sobretodo, original y divertido, cogiendo ideas bastante conocidas y mezclándolas de una forma magistral han conseguido un juego con personalidad que merece la pena jugar si te gusta la estrategia de cualquier tipo. Si esperas un juego estilo Fire Emblem o similares, seguramente termines decepcionado, no vas a encontrar una gran historia detrás ni una gran personalización de unidades, ni nada similar. Es simple y llanamente eso, una mezcla entre el esquema continental de Risk, con pequeñas batallas estratégicas por turnos aderezadas con un pequeño toque de captura y entrenamiento de monstruos. Si te gusta esa combinación, Brigandine: The Legend of Runersia es un juego fantástico al que dar una oportunidad.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Happinet