Thatgamecompany es un nombre poderoso dentro del panorama de los juegos independientes, uno de los destacados cuando en la primera década de nuestro nuevo milenio se produjo aquella explosión del videojuego indie alejados de los ceñidos patrones comerciales y con la creatividad y originalidad por bandera. Siete años después de la obra magna del estudio, el maravilloso Journey, llegó a iOS la última obra del estudio, Sky: Niños de la Luz -2019-, un año después hizo lo propio en Android -2020- y ahora llega a Nintendo Switch con la misma premisa, una aventura Free to Play con un interesante componente social.

La historia de Thatgamecompany esta ligada a los nombres de Jenova Chen y Kellee Santiago, los creadores de la compañía en 2005, y con tres títulos enormemente particulares como han sido Flow, Flower y el pináculo de la compañía, Journey. Paradójicamente con el espíritu y momento más libre e independiente, creados bajo el ala de una enorme publisher como fue Sony, con un ojo excelente al asociar estos juegos a su marca aunque posteriormente acabase visitando otras plataformas.

En la actualidad, el único nombre que actualmente se mantiene en la compañía es el de Jenova Chen en la cabecera, y la forma de volver a hacerla brillar es usar una fórmula pasada frente a nuevos esquemas, que si confiamos en la filosofía original y también actual del equipo, llegarán también. Y es que, la forma más rápida de describir a Sky es como un «Journey Free to Play», con poderosas semejanzas artísticas y jugables, y potenciando facetas de la aventura del ermitaño encapuchado como los elementos sociales.

Las semejanzas y el reflejar tanto aquella obra maestra de 2012 en Sky trae más bondades que posibles inconvenientes, empezando por una producción muy potente e impropia de los estándares que acostumbramos en un juego bajo este modelo de negocio. Ya en su lanzamiento para iOS llamaba la atención su factura técnica más propia de otros sistemas más convencionales que de un smartphone, y con las mismas cualidades es como ha aterrizado en la consola híbrida de Nintendo.

Adentrándonos en Sky: Niños de la Luz, los primeros compases son definitorios y sensacionales: unos primeros minutos preciosos, con un manejo de esta aventura sencillo pero suficiente, así como un control bien implementado para las acciones básicas como desplazarnos -en ocasiones deslizarnos en otro guiño a Journey-, comunicarnos, saltar, realizar sencillas acciones, y la evolución de la bufanda del ermitaño: volar.

Sky ofrece una sencillez muy inteligente que casa con la forma actual de jugar y concebir el videojuego, pero mantiene un diseño jugable sólido y digno de lo que esperaríamos de Thatgamecompany. Esa es la gran baza que encontramos al juego, reproducir las sensaciones de Journey, profundizar en algunas de ellas, ofrecer jugabilidad compacta y profunda, que pueda llegar a todo el mundo por su sencillez y la forma tan maravillosa de concebir el modelo de negocio Free to Play aquí.

Por eso me parece que los evidentes y totalmente intencionados parecidos juegan a su favor la mayor parte del tiempo: la misma historia ya nos plantea un viaje también de corte espiritual, con otra alta montaña de fondo. Pero esta vez nuestro avatar venido de los cielos tiene que devolver la luz a los mismos, a través de diferentes constelaciones, cada una de ellas en una fase diferenciada. Todas están unidas por una zona central que sirve tanto para relajarnos, jugar con las opciones cosméticas de nuestro personaje, como para potenciar la faceta social, o el curioso sistema de misiones y temporadas del juego.

Lo que llamará la atención de cualquier jugador casi desde el principio es que no está solo, hay multitud de seres similares a él recorriendo el mundo, otros jugadores, con los que elaborar unas conexiones e interacciones más profundas que en Journey. Podemos chatear con ellos, dejar mensajes en puntos concretos, recibir ayuda, feedback, corazones, colaborar para abrir secciones opcionales, ayudarse unos a otros para superar algunos trances complicados. Además existe juego cruzado con el resto de plataformas, lo que permite entrar en contacto con otros jugadores constantemente.

La aventura principal puede ser jugada totalmente en solitario y de forma absolutamente gratuita, sin ningún tipo de limitación de tiempo o de áreas, estando la monetización del título en añadidos secundarios como desbloqueos de opciones cosméticas y gestos de comunicación, que también podemos conseguir jugando y explotando el juego y en algunos extras de las temporadas temáticas, aunque estas también pueden ser jugadas en su mayor parte gratuitamente.

La interacción es algo un poco más potenciado que en el juego que sirve de molde. Somos seres de luz que además, podemos usarla en forma de vela para activar mecanismos, interactuar con otros jugadores, quemar obstáculos o resolver sencillísimos puzles. Y esa preciada luz es algo que debemos cuidar, porque de su energía depende nuestra capacidad de vuelo, el ayudar a otros jugadores cuando se han apagado y buena parte del contenido secundario y opcional, que ofrece bastante exploración y temas adicionales.

Aunque todos los niveles son bastante equilibrados y no son difíciles de superar -encontrar todos los secretos es otra historia-, en el último nivel podemos ver las grandes virtudes y defectos del juego a mayor escala. Un área de potente factura visual y sonora, la mayor necesidad de ayudar y ser ayudado por otros compañeros, la colaboración para superar obstáculos y la buena compañía que hace que no te sientas solo en ese último tramo tan duro e inclemente del viaje.

Pero los parecidos aquí explotan en situaciones argumentales, escenas y sentimientos aún más marcados que en los niveles anteriores. Aunque hay que hacer mención a ocasionales problemas de control por la cámara, complicando incluso caminar en zonas estrechas. También hay algún problema de rendimiento eventual, aunque para esto los desarrolladores han incluido acertadamente dos modos visuales de juego, uno de rendimiento y otro de calidad.

Y tras ese primer viaje, podemos seguir repitiendo sin problemas, con alguna mejora de personaje, ítem o hechizo consumible, volviendo a disfrutar del contacto humano abundante que ofrece el título, siguiendo desbloqueando ropa, peinados, instrumentos musicales… o probando los objetivos adicionales, y las misiones que ofrece su sistema activo de temporadas. Junto al lanzamiento para Nintendo Switch ha comenzado al temporada del Principito, el famoso personaje literario de Antoine de Saint-Exupéry, que nos llevará a conocer al pequeño principe en un nuevo nivel y a revivir momentos icónicos de la obra que protagoniza.

El fin de ese primer viaje es algo áspero y quizás, demasiado conocido para los usuarios veteranos de Thatgamecompany, pero aún así la experiencia no queda empañada, y menos cuando puede ser disfrutada gratuitamente y con juego cruzado. La vuelta de Jenova Chen ha sido con buena nota, y esperamos que tengamos más presencia de Thatgamecompany en tiempos venideros.

 


Este análisis ha sido realizado en Nintendo Switch mediante una copia cedida por Best Vision PR