Flynn: Son of Crimson es uno de esos juegos que entra por los ojos, dónde parecer bonito es uno de los pilares para atraer a la clientela. Y conmigo lo han conseguido, fabricando un juego con un aspecto gráfico por encima de la media y con una banda sonora deliciosa. Pero Flynn es más que una cara bonita, es un título hecho y derecho con una ejecución casi perfecta. Lo que le falta de innovación, lo suple con perfección en algunos de sus apartados.

Flynn: Son of Crimson es una aventura de acción en dos dimensiones con unos sutiles toques de metroidvania y exploración, que quedan en muy segundo plano. Se trata de un título muy fiel a sí mismo, que no intenta abarcar más de lo que puede, y eso es un soplo de aire fresco; en un mercado lleno de juegos de mundo abierto con ínfulas de hacer de todo, Flynn llega con una aventura simple pero efectiva. Flynn es el niño elegido, y después de adquirir el poder de su familia, deberá recorrer el territorio de Rosantica para detener a un antiguo mal al que sus padres se enfrentaron antes. Supongo que pensáis que esto lo habéis leído un millón de veces antes, y así es. Sin embargo, Flynn: Son of Crimson intenta no abrumar al jugador con información, la cual se ofrece con cuentagotas. La jugabilidad queda por encima de cualquier narrativa. Como nota jocosa, diré que nuestra primera misión trata de salvar un perro; no creo que necesitéis más motivación que esa.

Una vez introducida la historia tendremos los primeros compases del título, que tarda en despegar. Más allá de los primeros minutos con el tutorial, durante un buen rato solo disponemos de la espada y de un simple combo. Esta sección podría haber sido más corta, ya que el personaje está realmente limitado hasta que desbloqueamos los poderes y las demás armas. El juego también nos introduce a la primera de las cuatro diferentes magias, también muy limitada hasta poder mejorarla.

El título está dividido por estancias en vez de ser un mapeado general. Los niveles tienen inicio y una meta, y la mayor parte de ellos solo tienen un camino por el que avanzar. El juego más parecido podría ser Shovel Knight, sin el método de guardado tan peculiar de aquel. Una vez avanzamos lo suficiente, desbloqueamos nuevas habilidades que nos permitirán ir en nuevas direcciones, revisitando las anteriores estancias. Sin embargo, la mayor parte de ellas son para completismo y no añaden mucho más que un combate extra. A pesar de que el título no intenta ser un metroidvania, lo que hay podría estar mucho mejor aprovechado. 

Una vez jugado se avanza, se desbloquean nuevas armas, el modo Crimson y las mejoras del mismo. En este momento el juego se abre un poco, y el principal recurso empieza a sernos útil para las mejoras de las que hablo. Nuevos ataques, mejoras de la magia y mejoras del personaje son algunas de las posibilidades que tendremos. Además, el título se abre poco a poco; volveremos a una estancia antes visitada para avanzar por otro camino, y nos adentraremos en zonas completamente nuevas que antes no parecían estar ahí. Con las nuevas mejoras y los nuevos enemigos, Flynn: Son of Crimson adquiere un tono más épico que al comienzo no tenía. 

El combate depende del arma que usemos, pero siempre tendrá un objetivo básico: aturdir a los enemigos para golpearles sin peligro. Este estilo peca de ser demasiado simple, y necesitamos de la energía Crimson para poder mover las cosas un poco y divertirnos en el proceso. Cuando atacamos ésta se rellena de forma constante, por lo que hay que buscar el equilibrio. Con la energía podremos hacer ataques poderosos, como lanzar a nuestros enemigos por el aire, o golpearles desde arriba.

El diseño de los enemigos no es todo lo bueno que debiera. Algunos patrones de ataque no tienen mucho sentido y otros son demasiado simples. Los jefes pecan de lo mismo, aunque son muy diferentes entre sí, algo que se agradece. El juego gana enteros cuando nos enfrentamos a enemigos de distintos tipos, pero esto ocurre en pocas ocasiones. En general se trata de un juego relativamente sencillo en todas sus dificultades, donde es más importante la diversión que el reto.

Antes de entrar en el aspecto gráfico, falta hablar de los cuatro tipos distintos de magia. Empezamos con el más simple, pero luego desbloqueamos la electricidad, el fuego y el hielo. Cada uno tiene su utilidad, ya sea para avanzar por el escenario o para el combate. Sin embargo, algunas de las habilidades están desaprovechadas, y podrían ser más interesantes. Las magias también pueden mejorarse a lo largo de la partida, aunque siempre sirven más como un apoyo que como una herramienta principal.

El aspecto visual es el plato fuerte de Flynn: Son of Crimson, con un pixel art preciosista y una calidad inusitada. Las animaciones de los personajes y los enemigos son maravillosas, los escenarios son variados y los diseños de una calidad altísima. Ni un pero en este apartado, y lo mismo en la banda sonora. Jacob Lincke es el compositor de la que es la mejor banda sonora original en lo que he escuchado de año. Ritmos variados que acompañan a la acción perfectamente, y temas que relajan al jugador al entrar en alguno de los muchos pueblos de Rosantica. A veces, lo único que se necesita es un juego tan bonito y que se escuche bien. Y con eso se hace «click».

En conclusión, Flynn: Son of Crimson no trae nada nuevo sobre la mesa, y a veces eso está bien. Estamos ante un título bellamente construido, con una banda sonora maravillosa y que cumple sobradamente como aventura. El combate podría ser más profundo, y la exploración más abierta, pero es divertido en todo momento, y mejora con el paso de las horas. Un título que no puedo dejar de recomendar.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por fortyseven