Este análisis ha sido realizado en PlayStation 5 mediante una copia cedida por PLAION

Dynasty Warriors ha sido durante más de dos décadas sinónimo de acción caótica en el campo de batalla, ofreciendo a los jugadores la emoción de acribillar ejércitos enteros mediante combos llenos de estilo, pero, a pesar de ser la saga que inauguro el género ”musou” con el lanzamiento de su segunda entrega en PlayStation 2, Dinasty Warriors nunca ha sido una franquicia especialmente popular fuera de Japón.

Las razones que pueden explicar está falta de conexión con el público occidental son muy variadas: uno valores de producción no muy elevados, una narrativa convulsa tras un excesiva cantidad de entregas y que, además, estaba centrada en un periodo de la historia de China muy desconocido fuera de Asia, una jugabilidad demasiado anclada en el pasado sin que por parte de los desarrolladores se pusiera mucho esfuerzo en intentar explicarle sus entresijos a los que quisieran iniciarse… Se podría especular mucho, pero lo cierto es que el musou ha ido haciéndose cada vez más popular en estas tierras de la mano de juegos como Hyrule Warrios, Persona 5 Strikers o Fire Emblem Warriors, mientras Dinasty Warriors continuaba siendo un producto de nicho.

Sin embargo parece que finalmente, conscientes de todo lo anterior, desde Omega Force han decidido buscar una nueva perspectiva para la serie, introduciendo mecánicas modernas y un enfoque narrativo único. DYNASTY WARRIORS: ORIGINS supone un reinicio de la saga, intentando adaptarse a las tendencias actuales y buscando capitalizar la popularidad renovada del género para atraer a nuevos jugadores.

Esto se nota inmediatamente en la narrativa. DYNASTY WARRIORS: ORIGINS apuesta por una presentación más cinematográfica que sus predecesores, con momentos de largas secuencias de video y extensos diálogos. La historia que se nos cuenta está basada, como en el resto de la franquicia, en el Romance de los Tres Reinos, la gran novela clásica china que ofrece un relato de los hechos acontecidos en el mismo periodo histórico. La diferencia es que esta vez se nos lleva directamente al comienzo, a la Rebelión de los Turbantes Amarillos, la revuelta campesina contra la decadente Dinastía Han que desencadena los hechos que acabarían desembocando en más de cien años de conflicto e intrigas hasta finalizar con la reunificación de China bajo la Dinastía Jin.

Para facilitar todavía más la integración del jugador poco versado en la historia china se ha optado esta vez por no ceder el protagonismo a los personajes históricos reales. En su lugar adoptamos el papel de un joven amnésico, lo cual a su vez sirve como reflejo del desconocimiento que el jugador puede tener de la época y facilita la adopción de herramientas que permitan introducirlo en ella de una forma natural. Quizá los jugadores más veteranos se sientan un poco decepcionados con este enfoque y con la desaparición de los numerosos personajes entre los que podíamos escoger en anteriores entregas de la saga, pero, bajo mi punto de vista, es un acierto.

En todo caso, lo que más me ha llamado la atención de lo conseguido por los guionistas de Omega Force ha sido lo absorbente que resulta la narración en comparación con las anteriores entregas de la serie. Por primera vez, comprendí lo que estaba en juego en cada batalla y cuál era mi papel en la guerra. Esto se ve reforzado por las cartas que recibes de los soldados que lucharon a tu lado o en tu contra, las cuales aportan perspectivas muy personales sobre el conflicto. El juego profundiza en su trasfondo de forma paulatina y digerible, garantizando que los jugadores no nos sintamos abrumados.

Estos nuevos aires a nivel narrativo se trasladan también a un plano jugable en el que DYNASTY WARRIORS: ORIGINS logra un equilibrio casi perfecto entre los elementos clásicos del hack and slash y la profundidad estratégica moderna. Las habilidades se introducen gradualmente, permitiendo a los jugadores dominar cada sistema a medida que se va desvelando, manteniendo la experiencia fresca y fomentando la adaptabilidad.

Esta evolución del combate transforma la experiencia en una de las más satisfactorias técnicamente de la serie. Desde desbloquear combos avanzados hasta utilizar estrategias tácticas, el combate se vuelve cada vez más adictivo. Bloquear, esquivar y, en resumen, dominar el campo de batalla es algo que aprenderemos a dominar de forma natural, lo que hace que las victorias parezcan bien merecidas, aunque las derrotas pueden ser igual de dolorosas. El combate en Origins es un paso adelante en su conjunto y ha conseguido encontrar una profundidad sorprendente a partir de unos pocos añadidos. Los más importantes son los esquives y los parry perfectos, que se ejecutan esquivando y bloqueando respectivamente justo cuando te van a atacar.

Además de bloqueos y esquives existen cuatro ranuras a las que asignar habilidades. Estas habilidades consumen puntos que se reponen al derrotar a los enemigos. Lo que hacen varía de una habilidad a otra: algunas son genéricas y funcionan con todo tipo de armas, mientras que otras aprovechan los aspectos más singulares de cada estilo de juego. Las armas en sí, aunque limitadas en su alcance, son muy divertidas de usar. Al principio sólo puedes usar una espada, pero se van desbloqueando más y más armas a medida que se avanza en la historia. Cada arma tiene su propio nivel de habilidad, que aumentará con el uso, desbloqueando más combos o dando bonificaciones.

A su vez, a medida que nuestro personaje alcanza ciertos niveles obtiene acceso a una serie de útiles habilidades pasivas y, como las armas de nivel inferior al nuestro son más fáciles de subir de nivel, se te anima a cambiar entre diferentes estilos de juego de forma increíblemente natural. Las armas que no utilices seguirán ganando experiencia cuando no las uses, por lo que el juego nunca nos limita demasiado si queremos cambiar de estilo después de muchas horas. Al final del juego llegaremos a tener diez armas para elegir, y aunque no se acercan a las 29 armas únicas de un juego como Hyrule Warriors, creo que cada una de ellas está bien definida y ofrece una experiencia muy satisfactoria.

A lo satisfactorio de la experiencia contribuye en gran medida la mayor profundidad táctica de las batallas. Durante ellas estarán ocurriendo muchísimas cosas de forma simultanea y será necesario que estemos atentos a los movimientos de nuestros enemigos para poder anticiparnos a ellos y colaborar con los esfuerzos de nuestros aliados, puesto que para alcanzar la victoria deberemos elegir muy bien nuestras acciones y los puntos en los que es necesaria nuestra intervención. Por todo el mapa estarán sucediendo emboscadas, cargas frontales, choques de tropas y diversas maniobras que garantizan unas batallas dinámicas en las que no hay espacio para el aburrimiento.

Entre combate y combate tenemos una versión reducida, casi al estilo de los mapamundi de los JRPG clásicos de la primera PlayStation, de China. Podemos mover a nuestro personaje por este mapa y explorarlo, aunque los lugares clave son fáciles de localizar. A medida que nos movemos por el mundo podemos interactuar con los oficiales que hemos encontrado en batallas anteriores, escuchar las conversaciones de los habitantes de los pueblos y aldeas y recoger una serie de recursos menores, que a su vez pueden refinarse para obtener pequeños potenciadores en las batallas. El mundo es pequeño y por ello realmente no pasa de ser una mecánica curiosa, pero no deja de ser una demostración del cuidado y el cariño que se ha puesto a la hora de desarrollar este DYNASTY WARRIORS: ORIGINS.

Este cuidado y cariño se trasladan al plano técnico. Es cierto que DYNASTY WARRIORS: ORIGINS no es el juego más impactante del mundo a nivel visual, pero lo cierto es que llega a sorprender la escala masiva de las batallas. Lo habitual es que tengamos en pantalla una cantidad ingente de NPCs y que, pese a ello, todo se mueva con fluidez absoluta en cualquiera de los varios modos de configuración gráfica que se han incorporado.

Omega Force ha conseguido actualizar con éxito la serie Dinasty Warriors con nuevas mecánicas e ideas, pero sin dejar de ser fiel a sus raíces. Los sistemas de combate y exploración demuestran su voluntad de innovar para intentar atraer al nuevo público que se ha acercado al género musou en los últimos años. Es posible que los jugadores más veteranos puedan sentirse un poco desencantados con algunos de los cambios, pero por nuestra parte estamos seguros de que con DYNASTY WARRIORS: ORIGINS se han tomado las decisiones correctas y se ha conseguido insuflar nueva vida a una saga que siempre ha merecido mayor reconocimiento.