No ha pasado mucho tiempo desde que el remake de Wizardry: Proving Grounds of the Mad Overlord arrancó su andadura en forma de Early Access en Steam, concretamente finales de Septiembre del pasado año 2023. Hoy, por fin, está disponible la versión terminada del juego, a falta de los presumibles parches que puedan seguir saliendo a partir del lanzamiento oficial, veamos qué nos ofrece.

En 1979, nació Sir-Tech, compañía afincada en Estados Unidos y Canadá y que, tan solo un par de años más tarde, en 1981, dio a luz la que vino a ser una de las sagas más influyentes del mundo del videojuego, tanto en América como Asia y Europa y tanto en todo tipo de ordenadores como videoconsolas. Hablamos, como no, de la saga Wizardry.

Wizardry es una de las sagas que ha venido a establecer lo que han sido las bases del mazmorreo puro y duro y que, hoy incluso, siguen siendo reconocibles en sagas más o menos reconocidas que beben y le deben gran parte de lo que son a la que hoy nos ocupa.

Wizardry nació en América, donde bajo el paraguas de Sir-Tech ha visto ocho entregas numeradas así como un spinoff, pero su éxito en Japón fue tal que allí la saga ha seguido viva mucho después incluso del cierre de su empresa madre, lanzando a lo largo de todas las generaciones de consolas posteriores multitud de spinoffs agrupados en diversas subsagas.

La primera entrega, cuyo remake protagoniza este análisis, fue desarrollado con el subtítulo de Dungeons of Despair con el cual fue publicada una beta antes de ser lanzada su versión definitiva con el mismo descriptivo título que hoy nos llega el remake, Proving Grounds of the Mad Overlord. Fue lanzado en prácticamente todo hardware existente en la época pues la sencillez de su versión original, diseñada con el Apple II en mente, permitía que funcionase en cualquier hardware por modesto que fuese.

La diferencia más notable entre las versiones de ordenadores y de consola, más allá de las obvias adaptaciones de control y ajustes de jugabilidad necesarios, estribaba en algunos niveles cuyos mapas eran más elaborados e intrincados en las versiones de consola. Este hecho está reflejado en el remake que nos ofrecen los chicos de Digital Eclipse, teniendo por nuestra parte la opción de escoger jugar con los mapas originales diseñados para Apple II y otros ordenadores, o aquellos ampliados utilizados en las conversiones a consola.

Este detalle, que podría ser nimio, no lo es, pues muestra el cuidado, mimo y dedicación que la desarrolladora ha prestado a este título, y es una declaración de intenciones de, hasta qué punto, han procurado que tengamos la posibilidad de personalizar la experiencia a nuestro gusto.

Y es que nada más ponernos a los mandos de este remake del Wizardry: Proving Grounds of the Mad Overlord, tendremos que tomar varias decisiones que afectarán de forma evidente la experiencia de juego, por lo cual recomendamos encarecidamente evitar el ansia de comenzar rápido una partida, y dediquemos el tiempo necesario a navegar por las opciones de personalización que se nos ofrecen.

Aquí podremos, por ejemplo, escoger entre varios tipo de experiencia predefinidos, uno lleno de opciones que nos hagan la experiencia más accesible, otro par diseñados para ser lo más fieles posible a la experiencia original en ordenadores o consolas y, por supuesto, tendremos la opción de personalizar todos y cada uno de los aspectos de la partida a nuestro gusto así como escoger el tipo de control que se adapte mejor a nuestro gusto, y la selección es bastante amplia entre el teclado, teclado y ratón, y los tipos de control por pad más habituales incluyendo los de compañías como Sony, Microsoft y Nintendo o el SteamDeck o similares.

Otra elección que deberemos hacer, una vez comenzada una partida nueva, será la ya habitual de comenzar con un grupo predefinido y, normalmente, bastante equilibrado, o bien tomar el control absoluto y crear nuestro grupo de cero, lo cual requerirá bastante tiempo, pues el grupo se compone de seis personajes, y como todos los que estén familiarizados con el género sabrán, el proceso está lleno de opciones desde la raza, alineación, clase, atributos, habilidades, hechizos -de tenerlos-… etcétera.

En todo caso, para aquel que piense en crear su grupo ideal con el cual encariñarse y llevarlo durante las entre 20 y 30 horas que puede durarnos el juego, dependiendo de con qué afán lo disfrutemos, debemos avisar que no será tarea fácil. Esto no quiere decir que no sea posible, pues si uno de los integrantes de nuestro grupo muere, tendremos la opción de, volviendo a la superficie, ir a un templo y resucitarlo, e incluso si todos “perecen”, en realidad no estarán muertos de forma definitiva pues podremos, con otro grupo, ir a rescatar sus cuerpos. Aunque, tal vez, en algún caso prefiramos ir a la taberna de Gilgamesh y ver qué se cuece y qué nuevos aventureros ávidos de acompañarnos hay y reclutar alguno nuevo o, directamente, no tengamos otra opción que hacernos con otro grupo si no queremos empezar totalmente de cero nuestra aventura.

Es más, esta libertad a la hora de llevar nuestros grupos, irá más allá. Y es que, es posible entrar a la mazmorra con un grupo y, llegados a un punto, subir a la superficie y reclutar otro para bajar con él, dejando al original en algún lugar de la mazmorra. En este caso, si queremos algunos de los objetos que poseíamos, deberemos ir en busca del grupo anterior.

También, si queremos subir de nivel o descansar, no podremos hacerlo en cualquier lugar o momento como es normal hoy día, sino que deberemos movernos con nuestro grupo a la superficie, a la posada. Y no hay un botón de transporte automático, sino que deberemos recorrer todo el camino de vuelta, así que más vale memorizar bien los intrincados pasillos y accesos y no llegar a un punto de no retorno en esos momentos.

Pero, y aunque con todo lo explicado hasta ahora, parezca que el primer Wizardry es un juego muy complejo lleno de posibilidades, lo cierto es que, más allá de la personalización de la experiencia que se nos ofrece, nos encontramos ante un dungeon crawler de lo más sencillo y directo.

En el menú inicial apenas tendremos opción de ver los créditos o salir del juego a parte de, obviamente, jugar. Y una vez comencemos la partida, veremos una escueta pantalla en la cual seleccionaremos entre una serie de edificios que nos darán las posibilidades comentadas de crear/gestionar personajes y grupo, sanarlos y mejorarlos, o ir al laberinto de Llylgamyn directamente, sin hablar ni interactuar con ningún tipo de NPC para ello.

Y es que la historia del primer Wizardry, y por ende de este remake, es bastante sencilla y directa y se nos comenta mediante una serie de cajas de texto en momentos concretos. Nuestra primera y única misión está encomendada por Trebor, el mencionado “Mad Overlord” que da nombre a esta entrega, que ha sido víctima del robo de un preciado objeto a manos de Werdna, un mago maligno que gozará de más apariciones a lo largo de la saga.

Una vez metidos en harina en el citado laberinto, nos encontraremos con un evidente lavado gráfico que, si bien no hace uso de las últimas tecnologías gráficas ni va a hacer sudar ninguna de las plataformas en las que el juego se lanza, está claramente alejado de los sencillos vectores de que hacía gala la versión de Apple II. El movimiento es por pasos/cuadrículas como en el clásico. Iremos pasando por pasillos laberínticos y salas y habrá encuentros imprevistos, pues no veremos a los enemigos antes de que aparezcan de golpe llevándonos a una pantalla de combate. Estos enemigos, al comienzo, aparecerán como siluetas y no se desvelarán hasta que sepamos algo de ellos. Tendremos, además, que dedicar algún turno de nuestros personajes a investigarlos para que nos den detalles como sus dados de ataque o sus fortalezas o debilidades.

En esta pantalla de combate asignaremos acciones a todos nuestros personajes previamente al desarrollo del turno, el cual se llevará luego de forma automática en el orden según las iniciativas de los personajes y enemigos hasta que dicho turno se termine y volvamos a asignar acciones. Al finalizar se nos darán los consabidos puntos de experiencia totales y repartidos entre el grupo, con los cuales podremos subir de nivel y mejorar nuestros personajes. También conseguiremos objetos y nos encontraremos tesoros con los cuales será recomendable utilizar un ladrón hábil en encontrar y desactivar trampas si no queremos perder vida tontamente a menudo.

La música tiene momentos en que destaca más que otros, pero por lo general, se nota que está diseñada para acompañar sin ser machacona, cosa que se agradece teniendo en cuenta el tipo de juego que es.

Es cierto que, existiendo hoy en día juegos como The Legend of Grimrock, nos parece que este remake se queda visualmente algo corto, aunque aquellos aficionados con equipos más modestos agradecerán que los requisitos sean muy bajos para los estándares actuales.

En definitiva, este remake de Wizardry: Proving Grounds of the Mad Overlord cumple algo justo en lo audiovisual, pero con nota en cuanto a opciones de personalización de experiencia y respeto al original, al punto que podremos incluso activar en un pequeño cuadrado en la esquina inferior derecha o incluso en mitad de la pantalla en grande una visual del juego original de forma superpuesta para ver, en cada momento, qué se vería en el juego original. Desde ese punto de vista, es una delicia tener la opción de poder conseguir fácilmente esta nueva versión, visto que de la saga principal, tan solo las entregas 6, 7 y 8 son fáciles de conseguir en portales como GOG y Steam.