Llevábamos un tiempo sin meter la palabra ‘metroidvania’ por aquí. Según la búsqueda de la web, desde el formidable Blasphemous 2. Y Faerie Afterlight nos devuelve a este ‘género’, aunque de una forma más ligera en esta faceta, siguiendo a su manera la inspiración del también genial Ori and the Blind Forest. Volvemos a la fantasía y la fábula con toque y folclore indonesio, a una historia de luz y oscuridad, un mundo de trazos sencillos y gran belleza plástica, en un juego donde el motor principal son las plataformas y la habilidad.

Fantasía, belleza, plataformas, y toque metroidvania contenido. Así se puede resumir Faerie Afterlight.

Clay Game Studios son un equipo que lleva casi una década dando juegos, estando tres de ellos disponibles en Steam, y Faerie Afterlight bien puede ser su gran carta de presentación para el público global de todo el mundo. Y será una excelente forma de darse a conocer. Mastiff son los editores del juego, que llega a los sistemas principales donde permitirá que el público general pueda ‘tocarlo’, merced del crecimiento exponencial que lleva el mercado digital.

Estaríamos ante un juego de apariencia sencilla, donde el paso de las horas y los diferentes escenarios y situaciones que en ellos se plantean revelan más trabajo y complejidad.

Su historia arranca de forma básica. El reino de la luz, Lumina, ha sido quebrado por una gran fuerza del mal. La ciudad de Lumenia que regía sobre todo, ha sido destruida, dispersando sus fragmentos en diferentes escenarios. Somos una entidad pequeña y simple, que no dispone de recuerdos de si mismo ni conoce su lugar en este mundo. Un simpático compañero, Wispy, nos ayuda a orientarnos y hasta nos pondrá un nombre, Kimo. Así, Kimo y Wispy se embarca en una aventura para restaurar los seis fragmentos de Lucentia y hacer frente a la oscuridad que ha invadido este mundo, y corrompido a sus Titanes guardianes. Los limitados espadazos que Kimo propina, serán capaces de doblegar hasta a los enemigos más descomunales.

Un guardián bondadoso, ahora corrompido, que debemos devolver a su ser, a golpe de espada oscura.

Como suelo hacer, tal vez demasiado, aquí he establecido la comparación con el primer Ori de buena fe, y no para hacer de menos a uno de los juegos metidos en la comparación. Porque Faerie Afterlight también se basa más en plataformear y recorrer exóticos parajes que en el backtracking y las idas y venidas por sus bien construidos escenarios.

De hecho también aquí lo principal es recorrer los escenarios a los que podamos tener acceso -en algunos podremos entrar pero quedará claro que no podremos avanzar en ellos a falta de alguna habilidad obtenible en otro distinto-, abriendo caminos, conexiones entre zonas, puertas selladas… mientras saltamos y saltamos y saltamos.

Algo muy bueno es que Wispy es mucho más que una Navi que pone voz a nuestro personaje -que realmente también la tiene-, sino que es un elemento jugable interesante, dotada de poderes que justamente afectan a las plataformas y a abrir caminos.

Un pequeño fallo, no está el español entre los idiomas disponibles del juego.

Wispy puede ‘rebobinar y avanzar’ partes concretas para resituar plataformas; puede hacer tangibles e intangibles otras superficies; y además puede poseer enemigos cuya interacción con Kimo nos ayudan a avanzar, merced de las cualidades especiales que ese enemigo a nuestra merced posea.

Por supuesto también iremos obteniendo más habilidades, como pegarnos a las paredes o el ya casi imprescindible impulso en este tipo de juegos. Pero también tendremos un inventario con objetos consumibles u objetos permanentes, que nos ayudarán a conseguir cualidades nuevas, como poder hundirnos y bucear en las aguas.

Y es que algo muy bueno del componente metroidvania con todo lo que este ha explotado en estos dulces años es usarlo con adecuación a lo que se quiere hacer. Ori y Faerie Afterlife lo usan para recorrer escenarios y poder volver a ellos, conseguir extras -que aquí son en grandísima medida ampliaciones del trasfondo del mundo y las historias de escenarios y personajes concretos-, mientras tenemos un avance general más guiado y directo.

Kradyrev, la fuente del mal y destructor de la ciudad de Lucentia.

La nota general ya os ha hecho el ‘spoiler’ de que el juego no es un AAA. Bah, una tontería, porque Faerie Afterlife sigue mereciendo bastante la pena. No estamos ante un título que adolezca de contenido, que se sienta falto de o falle en. Simplemente es un título precioso y disfrutón que llega a donde llega, que no será poco.

La parte visual mismamente se percibirá bonita pero simple en las pantallas estáticas que vais viendo. Pero cuando lo hacemos en movimiento, cuando vemos los diferentes contrastes y peculiaridades de cada escenario, es cuando vemos una belleza plástica notable, que se complemente con una música evocadora y envolvente, a falta de melodías más pegadizas y ‘tarareables’.

No solo habrá un gran jefe en cada escenario, tendremos mini-bosses en situaciones peculiares. En esta, debemos jugar con el agua para derrotar a este.

Mismamente la duración, entre las 8-10 horas muestran que no estamos ante un juego pequeño. Y tenemos algunas más si te interesa rebuscar bien los escenarios y ampliar su historia -muchas mejoras te las vende el comerciante, no son de encontrarlas por los escenarios-, cosa que servidor ha hecho encantado. Echaría a faltar el dejar marcas en el mapa, como ya permiten tantos y tantos juegos del género. Los escenarios no es que sean gigantescos, pero cuando cada vez aparecen más zonas a las que no podemos acceder de primeras, toca tirar mucho de memoria si queremos volver a ellas incluso horas después de descubrirlas.

Solo le pongo una pega real que cuando este análisis se publique no está aún solventada, pequeños problemas con el control. En un juego de plataformas esto tiene su importancia. Y es que veremos como en algunos momentos al rectificar un salto o movernos en el aire, no respondemos como deberíamos. Afortunadamente pasa poco, pero en un juego donde daremos literalmente miles de saltos, pues lo vamos a ver unas cuantas veces. Curiosamente, Ori and the Blind Forest también tenía sus problemillas de control al ajustar el salto. Cosas que pasan.

Faerie Afterlife es mucho más que ‘un juego que se parece a’, o ‘un juego bonito menor’, o las etiquetas que podamos hacernos en nuestras cabezas. Es un juego que merece bastante la pena, que sabe tener su voz propia, y donde se ve claramente el cariño y esfuerzo que sus modestos creadores han imprimido. Es una de esas opciones que no te hacen saltar a por ella nada más verla, pero que siempre hay que tener en consideración porque nos dará una experiencia muy divertida y bella. Especialmente a quienes gusten de las plataformas, y los juegos que saben explotarlas bien como es el caso.