Un nuevo día, un nuevo juego de Ratalaika Games que llega a todas las plataformas actuales, incluso a las más olvidadas -sin duda esta distribuidora le está dando una segunda vida a PS Vita-. Hablamos de Foxyland, un juego de plataformas bidimensional desarrollado por Bug-Studio, y aunque recientemente se ha lanzado a la venta su secuela, nosotros preferimos ir al contrario del resto del mundo y vamos a analizar la primera parte.

En Foxyland, nos pondremos en el pellejo de un zorro antropomórfico -que inesperado, ¿no?- cuya novia termina siendo secuestrada por un águila, por lo que nos toca recorrernos todos los niveles que componen el juego hasta lograr encontrarla. Como podéis ver, una vez más el argumento es un mero trámite innecesario para darle un contexto al juego, ni se profundiza en el mismo ni se amplía más allá de la cinemática inicial, la verdad es que tampoco nos importa mucho.

Como mencioné antes, la jugabilidad se basa en los plataformas 2D de antaño, muy al estilo de aquellos juegos de las 16 bits que tampoco nos encantaban en su momento. Nuestro protagonista se moverá lateralmente al tiempo que va esquivando trampas y derrotando enemigos.  El objetivo de cada nivel es encontrar una cantidad variable de diamantes que nos dirán al empezar cada área, esto servirá para que se abra la puerta que nos permita terminar la fase y pasar a la siguiente.

Lo cierto es que aunque el número de niveles no sea muy elevado ni la variedad temática tampoco -solo veremos el mismo paisaje de campo en todo el juego-, el conjunto consigue convencer y entretener sin hacerse «demasiado» repetitivo. Las trampas y los obstáculos que componen el juego, en forma de pinchos, plataformas inestables y palancas entre otros, proponen el suficiente reto para no considerar al juego un paseo, de hecho más de una vez vamos a tener que reiniciar la fase al ver que ese tramo que no parece especialmente complejo se nos acaba complicando más de la cuenta.

Otro de los aspectos de Foxyland que agradezco son los pequeños toques de humor con los que cuenta. Tanto el aspecto simpático del diseño de escenarios, de enemigos e incluso cuando morimos, con algunos momentos que llegan a romper la cuarta pared, están pensados para ser gracioso y divertir. No es que suponga un enorme atractivo respecto a lo que ofrece el juego, pero se agradece el hecho de intentar tener personalidad propia.

Cuando saltamos encima de los enemigos, nos recompensarán con cerezas que podremos recoger y acumular a modo de moneda, cerezas que también podremos perder si somos golpeados, al más puro estilo Sonic con los rings. Estas cerezas sirven para poder desbloquear objetos en la tienda que encontraremos entre nivel y nivel, en la que podremos desbloquear nuevos accesorios y complemente para Foxy -sí, he decidido llamarle así sin motivo aparente-. A decir verdad, probablemente nunca vamos a llegar a desbloquear todo, ya que algunos de los accesorios requieren una cantidad de cerezas exagerada que nunca conseguiremos a menos que nos dediquemos a repetir los niveles una y otra vez, y ya os confirmo que nos cansaremos mucho antes de que eso ocurra ya que el juego no da para tanto, además de no servir para absolutamente nada más allá de cambiar el aspecto de nuestro protagonista o nuestra obsesión por ser unos completistas.

En cuanto al apartado gráfico, el juego se mueve a medio camino entre los 8 y los 16 bits como ya podéis apreciar en las capturas, contando con algunos detalles muy trabajados en cuanto a pixel art con otros que quizás flojean un poco más. Lo negativo se encuentra en la escasísima variedad de enemigos y ambientes, pero para el tipo de juego ante el que estamos no le vamos a pedir más. En cuanto al sonido más de lo mismo, una única melodía chiptune que ambienta el juego sin destacar demasiado, al igual que los efectos de sonido habituales de este tipo de juegos. En general, nada destacable ni rompedor.

En general, admito que de todos los juegos de este estilo que he estado jugando recientemente, Foxyland es el que más me ha gustado y llamado la atención. Eso no quiere decir que estemos ante una maravilla ni mucho menos, pues se trata de un juego discreto con unas intenciones muy claras que quizás para los jugadores habituales sea un simple aperitivo para matar el hambre. Habrá que echarle un vistazo a la secuela a ver como se ha portado y evolucionado la jugabilidad, pero eso lo dejaremos para otra ocasión.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Ratalaika Games