Saibot Studios es un estudio independiente argentino en cuyo haber tan solo tenemos como referencia la saga de terror Doorways. En esta ocasión, y dando un giro de género para su segunda aproximación al mundo del videojuego, nos encontramos con Hellbound, un first person shooter que nos trae amplias reminiscencias de sagas como Doom, Serious Sam o Painkiller.

Previamente al lanzamiento de este título, se dejó ver un Survival Mode de forma gratuíta en Steam y con muy buenas valoraciones por el público que pudo probarlo. Ahora, al fin, tenemos entre manos la versión completa con el modo historia aparte de un modo Survival ampliado ¿Mantendrá el nivel que se le intuía? Veamoslo.

El propio estudio no esconde la simple y directa pretensión de su título, un juego desarrollado como si estuviésemos en los 90 pero con los recursos tecnológicos de hoy día. Esta premisa, hoy día tampoco es nueva, pues ya llevamos unos cuantos años encontrándonos con multitud de videojuegos que, de una forma u otra, intentan traernos apartados artísticos o jugables que nos recuerden a décadas pasadas. En esta ocasión opta por un desarrollo jugable sencillo y directo, como los de los juegos anteriormente mencionados, pero utilizando un motor actual y un aspecto visual acorde a los tiempos que corren, tal vez tratando de imitar a las entregas actuales de Doom.

No debemos esperar por tanto, y de hecho se cumple, una trama elaborada, intrincada, ni con giros argumentales. Un escueto texto nos sitúa en la piel de Artie Widger, que busca venganza tras la invasión del planeta y aniquilación de sus seres queridos. Nada más, directamente pasamos a la zona de juego donde el protagonista entra soltando un chascarrillo al más puro estilo Duke Nukem 3D dejando claro que ya está bien de historia y que nos pongamos al lío.

Entre la multitud de títulos que pretenden traernos el sabor de los FPS clásicos, podríamos distinguir entre aquellos que además quieren imitar la estética, como el Ion Fury también analizado en 33Bits, y este que nos ocupa, que nada más aterrizar en el escenario deja claro que el sabor clásico deberá llegarnos por otros derroteros.

El aspecto visual es bastante agradable a la vista, en un sentido de diseño, puesto que en realidad nos encontraremos dentro de un escenario apocalíptico lleno de lava, ruinas, y criaturas demoniacas que salpicarán de sangre todo el espacio a su alrededor tras los impactos de nuestras balas. Hay que decir que, para tratarse de la obra de un pequeño estudio independiente, este apartado está muy bien cubierto, con un diseño artístico acorde al juego y un detalle suficiente. En algún momento nos dará la sensación de que algún escenario está algo desangelado y que hay cierta tendencia a repetir conceptos pero, en base a «la historia» del juego, tampoco podemos decir que no esté ciertamente justificado.

No obstante, en cuando al diseño de niveles, nos encontramos con que, si bien no se trata de un pasillo lleno de scrips donde el argumento o la sensación de estar en mitad de algo más grande que uno mismo sea lo importante, no termina de llegar al nivel de los grandes clásicos a los que alude, aunque sí se nota el esfuerzo por realizar ese tipo de escenario. De esta forma, los escenarios irán complicándose y nos obligarán a buscar «llaves» y mecanismos que abran accesos, especial mención para aquellos que abren alguna puerta o reja durante un tiempo muy limitado y solo podremos llegar si vamos corriendo, con el tiempo justo, e incluso sin saber dónde se ha abierto en un principio. También tienen cierto componente de plataformeo que, de nuevo, puede obligarnos a saltar ajustando el momento y pulsando el botón de correr para llegar al otro lado.

Eso sí, sus escasos 7 niveles, suman a la hora de ofrecernos una experiencia de duración bastante escasa. Si ya en tiempos en los que salieron juegos como Max Payne la prensa debía subrayar que su escasa duración -para los estándares de entonces- se compensaba con una acción frenética y sin respiro de principio a fin, en este caso nos encontramos que Hellbound apenas superará el par horas de duración, dependiendo de nuestra pericia y el nivel de dificultad escogido.

Se compensa esto con la rejugabilidad propia de este tipo de títulos, el modo Survival anteriormente mencionado y que tanto gustó al público, y un lanzamiento a un precio muy reducido de 12.49€. Si el juego hubiese salido a un precio completo hubiésemos penalizado mucho más este aspecto pero parece haberse nivelado la envergadura de la experiencia con la cantidad monetaria que se nos pide por disfrutarla.

Aunque no es lo único que se nos antoja reducido en el juego. El número de armas es escaso, tan solo 5, de diseño original, pero mecánicas clásicas como son cuerpo a cuerpo, pistola, escopeta, ametralladora y lanzacohetes. Todas, eso sí, con acción secundaria como hoy día ya es habitual. Tampoco la variedad de enemigos es muy amplia, algunos de los cuales además nos recordarán bastante a algunos ya vistos en otros de los juegos mencionados y cuya IA se limita a atacarnos sin más en cuanto somos detectados.

El sonido cumple, con unos efectos adecuados, aunque sin mucha variedad fruto también de la longitud de la experiencia y cantidad de enemigos diferentes, y con un protagonista que suelta comentarios al más puro estilo Duke con una voz igualmente gutural que nos recuerda a dicha saga. La música, como no podía ser de otra forma, metalera, y aunque tampoco pasará a la historia como mejor banda sonora, acompaña perfectamente todo el devenir del juego. Todo, eso sí, en un perfecto inglés, tanto voces como textos, lo cual resulta totalmente paradójico dado el origen de la desarrolladora, y apunta tal vez a una intención de presencia internacional. No obstante, teniendo en cuenta los escasos textos que aderezan el juego, no hubiese supuesto un esfuerzo muy grande seguramente trasladarlos al español. Por fortuna, por el tipo de juego que es, tampoco es un escollo para disfrutar del juego plenamente.

El aspecto más positivo que podemos resaltar es la jugabilidad. El gunplay está conseguido, el control está pulido y es preciso, y, en consecuencia, el avance por el juego es satisfactorio. Los enemigos acaban desmembrados y si usamos la escopeta cerca de los enemigos nos veremos temporalmente bañados en sangre. Aunque jugablemente recuerda más a títulos como Serious Sam o Painkiller, desde el punto de vista estético es todo un homenaje a Doom, con pantalla de fin de misión que nos recuerda poderosamente a las del juego de Id incluidas. Termina de aderezar la sensación buscada que se opte por el clásico sistema de recogida de iconos de escudo y vida en lugar del de regeneración automática.

En conclusión, Hellbound es un juego que presenta buena jugabilidad, control pulido y preciso, satisfactorio y divertido, pero que por otro lado tiene margen de mejora y muestra su origen humilde, así como una duración muy limitada. Lo compensa con un precio acorde pero su principal escollo es que su premisa, un shooter “como los de antes”, ya no es tampoco un soplo de aire fresco ni una novedad y hay mucho donde elegir.

 


Este análisis se ha realizado con una copia cedida por Homerun PR