¿Quién no ha pensado nunca ser guardián de un cementerio alguna vez? Vale, veo que nadie levanta la mano. Y es que, es cierto, ser enterrador no es algo que a uno le llame especialmente la atención. Por eso es justo reconocer el mérito de Lazy Bear Games y TinyBuild con su Graveyard Keeper, porque consigue generar interés en una profesión que, a priori, no es llamativa. Aunque sea a base de vender carne humana.
Pero empecemos por el principio, porque esta no es la típica historia de alguien que se cansa de vivir en la ciudad y se va a enterrar cadáveres al cementerio. Todo empieza con una muerte. La del protagonista, concretamente. Pero en vez de morir, se entera que se ha convertido en El Guardián del cementerio de La Aldea, aldea que forma parte de El Reino. Sí, lo de los nombres no es la mayor cualidad del juego.
A partir de ahí, y dada nuestra condición de guardián de los muertos, conoceremos a calaveras parlantes, fantasmas vengativos, e incluso un burro comunista. Todo aderezado con dosis de humor -bastante negro muchas veces- y alguna que otra reflexión. También seremos capaces de trasplantar órganos de unos cadáveres a otros -ya que nos interesa que los cadáveres sean cuerpos de las mejores personas posibles, y todos sabemos que una mala persona con un pulmón de una buena persona es una persona mejor-, o vender carne humana a la taberna/hamburguesería local.
No es objetivo de esta reseña analizar el juego en profundidad. Para ello tenemos el gran análisis que hizo nuestro compañero Rubén Rionegro aquí. Nuestra intención en este caso es comentar las novedades y particularidades que ofrece la versión de consola.
Al igual que su hermana mayor, la versión de consolas entra por los ojos. Tiene un pixel art realmente conseguido, con unas muy buenas animaciones en las que el jugador podrá notar el viento sobre los árboles o el trigo, o ver como los personajes van dejando huellas al caminar. Si algo se puede decir de este juego es que, para ser un juego de gestión de cementerios, es bonito.
También se ha adaptado perfectamente el control al pad. Al contrario que en otros juegos de gestión, en este caso el ratón no es tan necesario, y en consolas se controla realmente bien, utilizando los botones de una manera correcta. Quien haya jugado a Stardew Valley se sentirá como en casa con Graveyard Keeper.
Por lo demás, la versión de consola no aporta ninguna novedad jugable a la versión de PC. Es igual que esta con sus virtudes y sus defectos. Totalmente recomendable si se quiere revisitar La Aldea, o si se quiere aprovechar la portabilidad que ofrece Nintendo Switch.
En todo caso, si os gustan los juegos de gestión y os apasionó Stardew Valley, este Graveyard Keeper es totalmente recomendable.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Tinybuild