La placa Model 1 de SEGA vio la luz en 1992 y dio al mundo pocos juegos, siendo bastante fugaz y quedando eclipsada por la Model 2. A pesar de ello, nos dejó tres de los títulos más influyentes de la época, entre ellos, y en el género que nos ocupa: Virtua Racing. Su aspecto poligonal evidente y sin el uso de texturas no fue un escollo para que fuese un éxito y nos pareciese una revolución con una gran sensación de velocidad que ansiamos tener en nuestros hogares. Tan solo un año después llegaron títulos como Daytona USA o Ridge Racer, continuando con aquel pistoletazo de salida a una nueva generación de juegos de velocidad arcade pensados para disfrutar en salones recreativos y que tuvieron sus respectivas versiones en consolas domésticas, cumpliendo el sueño de los usuarios de entonces.

Desde entonces y hasta ahora, mucho ha llovido y han mejorado las técnicas, los motores y el hardware, redundando en mejoras en el género en cuanto a las físicas, control, modelados y entornos, efectos, climatología y todo tipo de añadidos y perfeccionamientos técnicos y jugables.

Pero, décadas después de aquel Virtua Racing, aún seguimos disfrutándolo y pensando en aquellos juegos arcade pensados para echar una partida rápida. Y, por qué no decirlo, aquel peculiar aspecto gráfico que nos trae recuerdos de una época más sencilla.

La industria, sabedora de ello, está trayendo de vuelta múltiples títulos que buscan ahondar en la nostalgia, tanto desde el punto de vista audiovisual como jugable. De esta forma suelen mirarse en el espejo de ciertos referentes y épocas, desde Outrun de SEGA o Chase H.Q. de Taito al World Rally de Gaelco y, como no, aquellos juegos de inicios de los 90 como es el caso que nos ocupa.

Como muchos otros, los chicos de Lucky Mountain Games, mediante un kickstarter, intentaron conseguir financiación para sacar adelante un título por entonces titulado como Racing Apex. Por desgracia los ciento ochenta y un patrocinadores apenas pudieron ayudar a recaudar poco más de cuatro mil dólares de los casi cuarenta mil necesarios para sacar adelante el juego. Pero Lucky Mountain Games, lejos de darse por vencidos, siguieron adelante con el proyecto y buscaron alianzas dentro del mundillo. Alianzas y apoyos que encontraron en la editora de juegos independientes Curve Digital y, posteriormente, en la desarrolladora Sumo Digital que tiene en su haber juegos tan afines al espíritu buscado como Outrun 2 o Sonic & Sega All-Stars Racing.

En este caso, y cambio de nombre mediante, Hotshot Racing intenta traernos un juego que bien pudiera encontrarse en los salones recreativos de los 90, en un momento y con un hardware indeterminado intermedio entre los mencionados Virtua Racing y Daytona USA o Ridge Racer, pues si bien en cuanto a complejidad poligonal supera con evidencia lo encontrado en los títulos basados en la Model 1 de SEGA, no llega al uso de texturas que podemos encontrar por ejemplo en el título de Namco. De esta forma, nos muestra un aspecto visual agradable a los amantes del Virtua Racing pero mejorado, como si aquel breve lapso de triunfo de juegos poligonales planos se hubiese extendido en el tiempo y se hubiese visto mejorado antes de la llegada de los sombreados Gouraud y las texturas.

En cuanto al control y aspecto jugable, bebe de distintos juegos arcade y directos de la época, pero con un espíritu propio, sin copiar al dedillo a ninguno de ellos. Con su propio tacto en los derrapes, y una buena sensación de velocidad. Derrapes que será importante dominar si queremos ganar las carreras, pero sin llegar al nivel de protagonismo de otros juegos. Tampoco requieren de un nivel de dominio y entrenamiento alto, pudiéndose controlar a la perfección desde el primer momento, como si estuviese ajustado para poder disfrutar desde el momento que echamos la primera moneda, sin una curva de aprendizaje previa excesivamente acentuada. Eso sí, tampoco habrá que evitarlos puesto que nos ayudarán a recargar el turbo junto con el uso del rebufo cuando vayamos tras otros vehículos.

Hotshot Racing es perfectamente disfrutable en solitario, aunque no obstante nos permite jugar en pantalla partida a cuatro en la misma plataforma, trayendo también un modo que por momentos parece en peligro de extinción. Pero añadiendo la opción actual de jugar online contra otros siete oponentes en una divertida competición a ocho.

A diferencia de la mayoría de los juegos que podríamos encontrar en los salones arcade de la época, y mostrando en esta ocasión su objetivo doméstico, nos encontramos con una cifra de circuitos bastante superior a la media de entonces, contando con dieciséis. Dichos circuitos mostrarán diferentes ambientaciones e incluso podremos observar homenajes nada sutiles a alguno de los juegos mencionados.

Como opción, también, tendremos la de escoger entre uno de los ocho pilotos, lo cual no influirá en absoluto en el juego más allá de mostrar el avatar correspondiente. Y también podremos escoger coche, los cuales tendrán distintas características, fortalezas y debilidades. A las cuatro iniciales podremos ir sumando más vehículos a medida que vayamos superando carreras. Y podremos conducir todos desde las típicas perspectivas exteriores e interiores, que facilitarán la conducción o aumentarán la sensación de velocidad.

En cuanto a los modos de juego, también nos encontramos con una experiencia ampliada con respecto a lo esperado de un juego arcade típico de salón recreativo. Más allá de los típicos modos contrarreloj o de carrera independiente, al modo Grand Prix, que nos pondrá por delante los dieciséis circuitos repartidos en cuatro competiciones compuestas de cuatro circuitos cada una, podremos sumar la curiosa Polis y Ladrones y el tenso Conduce o Explota. En el segundo de ellos, como bien reza el título, tendremos que utilizar nuestras dotes de piloto para evitar que nuestro coche explote. La otra modalidad, Polis y Ladrones, nos ha resultado altamente divertida. Podremos o bien ser los perseguidos e intentar huir a la par que vamos recogiendo dinero por el escenario o, por el contrario, encarnar a los perseguidores, y todo ello aumenta exponencialmente la diversión en el modo multijugador.

En definitiva, Hotshot Racing es un título que nos trae el sabor noventero de los arcades de conducción con acierto, con la dosis justa de homenaje, pero un carácter propio, y el espíritu de los salones recreativos y los añadidos más propios de versiones domésticas para redondear el conjunto. Tiene aspectos mejorables como el hecho de que la máquina, en dificultades altas, se preocupe más por sacarnos del juego que por conducir bien, pero cumple su cometido de darnos ratos de diversión desenfadados.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Renaissance PR