Kingdom: Two Crowns es -a pesar de su título- la tercera entrega de la saga Kingdom, una franquicia de juegos ambientados en un mundo de fantasía medieval en el que tendremos que construir nuestro propio reino y enfrentarnos a enemigos. Esta franquicia creada por Thomas van den Berg, Coatsink y Marco Bancale llega ahora con una nueva entrega que le da una pequeña vuelta de tuerca en su jugabilidad.

Estamos principalmente ante un juego de estrategia y gestión, bajo una premisa de la que no sabemos nada más allá de lo que saquemos por contexto: controlamos a un rey o reina que acaba de llegar a nuevas tierras sin conquistar, nuestra misión por lo tanto será expandir nuestro imperio construyendo nuevos edificios, murallas y dando cobijo a vagabundos y lugareños. Pero no estaremos solos, porque por las noches es cuando los monstruos salen de su guarida y vendrán a atacarnos con todo lo que tienen.

Lo cierto es que Kingdom: Two Crowns es una entrega bastante continuista y aporta pocas novedades, al menos en lo que se refiere a su esquema jugable, dando sensación de actualización del juego original más que de juego nuevo. Entre las novedades más importantes de esta nueva entrega tendremos la adición de un modo campaña que elimina algunas mecánicas roguelike del original, un modo cooperativo con el que dos jugadores podrán jugar en el mismo mapa y algunas nuevos añadidos como ciclo climático, nuevos entornos y algunas cosas más.

El manejo es bastante peculiar, pues lo único que haremos será desplazarnos de forma lateral en escenarios 2D a lomos de nuestro caballo. Este tipo de jugabilidad, aunque original y bien planteada, puede llegar a cansar a los jugadores más impacientes -especialmente a los fans de la estrategia clásica de teclado y ratón-, ya que nos limitaremos a caminar sin más  de lado a lado por el escenario buscando monedas para construir nuestro imperio e ir mejorando nuestras posesiones. Una mecánica que a la larga puede llegar a aburrir al no ofrecer novedades importantes en ese aspecto.

Las monedas serán nuestro principal valor, nuestro objetivo es ir ampliando nuestras fronteras y con ellas iremos creando nuevas unidades, edificios, comercios, etc… Hay numerosas maneras de conseguirlas: ya sea cazando animales, pescando, talando arboles o cultivando huertos entre muchas otras maneras. Cada amanecer debemos pasearnos por el lugar para ir recolectando nuestra renta feudal de forma que podamos seguir mejorando nuestras posesiones, las cuales a nuestro paso nos indican cuanta cantidad necesitan para ser mejoradas. A medida que vayamos mejorando nuestro palacete, irán surgiendo nuevas profesiones y mejoras para nuestros vasallos e iremos avanzando a través de diferentes épocas.

Pero estas monedas no solo sirven para construir cosas, sino que también hacen las veces de indicador de salud. Al caer la noche, los monstruos comenzarán a aparecer por el lugar y comenzarán a atacar nuestra fortaleza, lo que puede ser un problema si nos pilla fuera de nuestro territorio. Como si fuésemos el mismísimo Sonic, mientras nos queden monedas en nuestra saca nuestra vida no correrá peligro, pero si nos encontramos sin monedas, un simple ataque bastará para arrebatarnos la corona y nuestro personaje morirá.

En los anteriores juegos, esta mecánica de perder la corona desembocaba en un game over definitivo y nos obligaba a comenzar la partida desde cero. Ahora, en el nuevo modo «campaña», la partida continuará tomando el control de un nuevo monarca en el mismo escenario donde hemos caído, pero por supuesto habrá consecuencias, ya que durante ese tiempo los monstruos han tenido tiempo de campar a sus anchas y nos encontramos con nuestra fortaleza medio destruida como penalización, obligándonos a reparar todos los daños.

Como mencioné anteriormente, la gran novedad de esta entrega es el modo cooperativo. Mediante una nueva opción, dos jugadores podrán jugar al mismo tiempo en el mismo mapa, esto se podrá hacer tanto de forma local como con algún amigo que también tenga el juego. Si somos el host no nos afectará ni nos perjudicará la presencia de un amigo, ya que podrá conectarse a nuestra partida para echarnos una mano y luego irse cuando desee sin consecuencia alguna, nuestra partida seguirá ahí.

Y todo esto mediante un apartado gráfico que apenas se ha tocado desde la primera entrega, lo cual no quiere decir que no siga siendo impresionante. Nos quedaremos maravillados al ver los reflejos en el agua, los efectos de luz y como va cambiando el cielo con el ciclo de día/noche entre otras cosas. En esta ocasión no nos limitaremos al estilo medieval europeo de siempre, pues contaremos también con un modo de juego ambientado en el Japón feudal que cambia todos los diseños y elementos del escenario para adecuarlos a dicha región.

Por la duración no deberemos preocuparnos en absoluto, pues esta solo se encuentra limitada por nuestras ganas de jugar. Se trata de un juego muy rejugable en el que cada partida es única y podremos encontrar elementos diferentes. Eso sumado al modo multijugador que multiplica la diversión, podemos decir que estamos ante un juego de duración infinita.

Puede que Kingdom: Two Crowns no suponga un paso de gigante en la saga y provoque sensación de vagancia al reutilizar demasiados de sus elementos, pero las novedades añadidas en esta entrega ofrecen un buen plus para los jugadores habituales del género, aunque son los fans de esta saga en concreto los que más valorarán los nuevos añadidos. Si queréis un juego de estrategia y gestión que no sea un más de lo mismo y se salga de la norma, esta es una buena opción.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Raw Fury