Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por PLAION

Hace un poco más de siete años que la todopoderosa Capcom, después de una época de vacas flacas con lanzamientos que fueron recibidos tibiamente, volvía a resurgir como el fénix para empezar una segunda edad dorada. Y es que desde ese momento se han sucedido juegazos como Resident Evil 2 Remake, VII y Village, Devil May Cry V, Dragon’s Dogma 2 y diversas entregas de Monster Hunter que fueron bastante aplaudidas, pero se echaba de menos algo nuevo que no supusiera revisitar las mismas franquicias de siempre. Kunitsu-Gami: Path of the Goddes es la nueva incorporación a las franquicias de Capcom en forma de nueva IP.

En este Path of the Goddess, ambientado en el Japón feudal, una serie de poderosos demonios empiezan a surgir del más allá y los habitantes de la región de la montaña rezan a la diosa para que los proteja. Esta diosa, al ver que esta tarea le viene demasiado grande, invoca a un poderoso guerrero para que le ayude en su misión. Encarnando a este guerrero, nuestra tarea será la de guiar a la diosa hasta el pie de la montaña y purificar toda la corrupción espiritual por el camino hasta volver a dejarlo todo como estaba.

La temática de Path of the Goddes es muy curiosa, ya que mezcla el hack’n slash con el tower defense. Nuestra tarea en teoría es muy simple: guiar a la diosa desde el punto A hasta el punto B de cada nivel evitando que los enemigos le hagan daño por el camino. Nuestra diosa irá caminando automáticamente hasta la salida, aunque antes debemos despejar el camino utilizando puntos de purificación que conseguiremos explorando el escenario para crear un sendero que permita a la diosa llegar hasta la puerta que luego tendremos que purificar una vez lleguemos.

Pero para entender todo esto debemos tener en cuenta el ciclo de día y noche, ya que la jugabilidad se basa enteramente en ella. Durante el día, tendremos libertad para explorar el escenario, rescatar aldeanos y preparar nuestras defensas sin ningún tipo de temor. Sin embargo, al anochecer, los demonios empiezan a aparecer y habrá que defender a la diosa con todas nuestras fuerzas. Este ciclo añade una capa de tensión y urgencia al juego, ya que se debe equilibrar la exploración y la preparación con la defensa activa durante la noche.

Por el camino tendremos que rescatar a aldeanos atrapados en la corrupción y convertirlos a una profesión para que nos ayuden a detener a los demonios. Estos aldeanos pueden asumir roles como arqueros, leñadores o sacerdotes entre otros, cada uno con habilidades específicas que serán cruciales para nuestra misión. Por ejemplo, los arqueros son más débiles en ataque pero tienen un mayor rango de distancia, mientras que los leñadores se especializan en el combate cuerpo a cuerpo provocando gran daño a costa de estar más expuestos a ataques físicos. Tendremos hasta 12 profesiones diferentes que podremos aplicar en función de lo que más nos convenga en ese momento, aunque no estarán todas desbloqueadas desde el principio y tendremos que ganárnoslas a base de derrotar a jefes.

Pero no penséis que vamos a dejar toda la defensa únicamente en manos de los aldeanos, de hecho nuestro protagonista es quizás la mejor protección frente a los enemigos. Nuestro guardián tiene una serie de combos para acabar con los demonios, lo que añade una capa de profundidad al combate. Estos combos permiten realizar ataques devastadores que pueden limpiar grandes grupos de enemigos, haciendo que cada enfrentamiento sea dinámico y emocionante. Contamos con un botón de ataque débil y otro fuerte, así como botón de esquiva y otro de escudo, de manera que en función de la combinación pulsada haremos unos movimientos u otros. La parte negativa es que la variedad de combos es escasa y poco diferenciada entre ellos, al final se basa más en machacar el botón de ataque que en otra cosa.

Una vez finalizado y purificado un nivel, podremos volver a acceder a él pero esta vez en forma de base de operaciones conquistada, ya que tenemos un sistema de bases donde podremos mejorar a nuestras unidades y equiparnos con objetos que nos ayuden en nuestra misión. Estas mejoras serán esenciales para enfrentar los desafíos cada vez más difíciles que nos esperan a medida que avanzamos en el juego. Las bases también sirven como puntos de descanso y abastecimiento, permitiéndonos prepararnos para las batallas venideras.

En cada nivel, a su vez, hay elementos decorativos destruidos que podremos reparar ordenando a nuestras unidades que se encarguen de ello, aunque tardarán un tiempo en hacerlo de manera que entra en juego una especie de mecánica «idle» que nos obliga a seguir completando niveles para que estas reparaciones se lleven a cabo.

Pasando al apartado gráfico, el título es todo un espectáculo visual gracias al tan socorrido motor RE Engine que consigue no solo un gran realismo sino también un rendimiento espectacular. Toda la estética basada en el folclore japonés está muy presente ya sea en los diseños de personajes, enemigos escenarios e incluso ilustraciones introductorias y lo cierto es que es de agradecer un juego con esta factura e identidad propia.

En cuanto al sonido, se suceden melodías de carácter folclórico con instrumentos tradicionales que ambientan de manera magistral la jugabilidad, además los efectos de sonido juegan un papel fundamental a la hora de localizar a los aldeanos atrapados en la corrupción por los enrevesados escenarios. Respecto al idioma, tan solo contaremos con doblaje inglés y japonés -obviamente por su temática este es el «correcto»- con textos en castellano, aunque el idioma tampoco supone una barrera importante para disfrutar del juego.

En resumen, Kunitsu-Gami: Path of the Goddess es una adición impresionante al repertorio de Capcom, combinando hack’n slash y tower defense en una ambientación maravillosa. Con gráficos espectaculares, una jugabilidad profunda y una atmósfera envolvente, este juego ofrece una experiencia única y desafiante. Si somos fans de los tower defense -o incluso si no lo somos-, Path of the Goddess es una compra altamente recomendada.