Una de las grandes cosas sobre los videojuegos es que su interacción puede realizarse de muchas formas distintas. Uno lee un libro, y se pone delante de él y se dedica a leer las palabras, sin más. Uno ve una película y su papel en ella es sentarse delante de la televisión. Obviamente hay diferentes géneros y estilos en cada medio, no es lo mismo un libro de Saramago que uno de Tolkien, no es lo mismo una película de Michael Bay que una de Buñuel, pero al final el papel del lector o espectador es siempre el mismo. En un videojuego se puede interaccionar de infinitas formas, ya sea apretando botones, como haciendo simples gestos con la mano, o introduciéndonos en una realidad virtual con gafas dedicadas para ello. El límite es la imaginación, y la tecnología, que cada vez nos va permitiendo nuevas interacciones con el mundo que tenemos delante.
Gracias a esa interacción, podemos tener juegos con una jugabilidad más frenética, y juegos más contemplativos en los que la interacción es casi nula. Y aún así pueden llegar a ofrecer sensaciones que no existen en otros medios, puesto que al final el protagonista es el propio jugador, no alguien a quien está viendo en la tele. Ahí es muchas veces cuando el videojuego intenta dejar de ser un entretenimiento para conseguir ser algo más. Una experiencia. Es en este tipo de género donde se podría englobar a Lydia, desarrollado por Platonic y que nos trae Nakana.io.
Lydia es una niña pequeña que vive con sus padres en una pequeña casa en un pequeño barrio residencial. Sale a jugar con sus amigos y se divierte como cualquier niño de su edad. Vuelve a su hogar y antes de dormir, su padre va a contarle un cuento, como a cualquier niña de su edad. Pero, por desgracia, pronto descubriremos que las vivencias de Lydia no son las de cualquier niño de su edad.
Es difícil tratar bien una historia de abusos infantiles. En este caso, los creadores han decidido centrarse en las experiencias de Lydia, que se escapará a diversos mundos a lo largo de su vida para evadirse de su vida real. Iremos viviendo como pasa de ser una niña pequeña a una mujer adulta a lo largo de varios capítulos, con su gran amigo Teddy, el osito de peluche.
Esto les permite a la gente de Platonic una gran libertad artística, ya que en algunos momentos, esos mundos tendrán un punto de surrealismo y, por qué no, cierta metáfora visual. Ese caballero al que vamos a pedir ayuda en el primer capítulo para enfrentarnos al monstruo y resulta estar borracho. Las grandes bazas de Lydia son, sin duda, su parte artística y sonora.
La parte interactiva, como hablábamos, es mínima. Moverse a lo largo de los escenarios y elegir algunas respuestas que no ofrecerán ramificación alguna. El juego es corto. Tan corto que es muy probable que uno se lo pase de una sentada, ya que no ofrece más que una hora aproximada de duración.
Personalmente quería que me gustase este juego. Siempre me atraen las propuestas distintas a lo habitual en videojuegos. Por tanto, lo intenté jugar con toda la predisposición del mundo para emocionarme con su historia. Pero no llegué a empatizar con los personajes, ni con la propia Lydia. Estoy convencido de que eso es más cosa mía que del juego, pero aun así, fue una lástima. Y siendo tan poco rejugable, va a quedarse como una experiencia curiosa, pero sin más.
Aún así, siempre es interesante apoyar a los creadores que intentan emocionar con sus juegos, u ofrecer historias diferentes, maduras. Y por el precio que tiene, especialmente ajustado, vale la pena probarlo si a uno le llaman la atención este tipo de juegos.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Nakana.io