Con Mayhem in Single Valley me ha pasado lo mismo que algunas veces he notado en otros juegos: no saber absolutamente nada del título y enfrentarme a ciegas a él esperando más bien poco, para al final acabar sorprendiéndome con sus ideas. Este juego desarrollado por el estudio canadiense Fluxscopic limited y distribuido por Tinybuild nos propone un postapocalipsis un tanto especial. Es hora de darle caña y salvar el mundo.

En Mayhem in Single Valley controlaremos a Jack Johnson -insertar aquí el chiste de Futurama-, un chaval normal y corriente al que le toca emprender una nueva etapa en su vida al comenzar la universidad. Mientras se está despidiendo de su familia, un misterioso ser vierte un extraño líquido verde sobre el río que hace que todos los seres vivos que entran en contacto con el agua se conviertan en zombis. Para colmo, los pocos supervivientes acusan al propio Jack de ser el responsable de semejante caos, por lo tanto le toca a nuestra improvisado héroe no solo limpiar la ciudad, sino también su honor.

Lo cierto es que en su trama argumental encontramos uno de los principales atractivos del juego. Es una historia que, si bien arranca sin mucha chispa y de manera un poco confusa en su primera hora, poco a poco va tomando fuerza y nos va dejando entrever más datos. Se trata de una de esas historias que al principio parece una cosa y al final acaba siendo otra, a veces estilo Stranger Things y otras veces Regreso al Futuro, tirando por unos derroteros que no nos imaginamos y ofreciendo giros de guion bastante interesantes. Tampoco vamos a decir que tenga una historia impactante, pero al menos deja buen sabor de boca en su conjunto.

Metiéndonos ya en el terreno jugable, lo que vamos a encontrar en Mayhem in Single Valley va a ser un juego de supervivencia y puzles con vista aérea. A lo largo del juego, tendremos que ir recorriendo las diferentes zonas sobreviviendo a los ataques de los seres infectados – a los que no podremos derrotar, tan solo esquivar o aturdirlos temporalmente- al tiempo que vamos sorteando obstáculos e impedimentos para seguir avanzando, a veces en forma de puzles basados en físicas y otras ayudando a NPCs a resolver sus problemas para que nos proporcionen la habitual llave o contraseña para abrir puertas cerradas.

Para enfrentarnos a los enemigos, tendremos que ir recogiendo recursos del escenario y utilizarlos en base a cada especie, por ejemplo si lo que nos atacan son ardillas zombis podremos distraerlas con bellotas, mientras que si nos atacan monos habrá que utilizar plátanos para mantenerlos alejados. Y si todo eso falla, seremos capaces de utilizar tapas de cubos de basura a modo de escudo o podremos esquivarlas a base de volteretas, porque esa es otra…nuestro protagonista camina de manera muy leeeeeenta, tan lenta y tediosa que la voltereta será la manera más rápida de desplazarnos, devolviéndonos traumas de aquel Ocarina of Time en el que teníamos que hacer lo mismo para atravesar los campos de Hyrule.

Por suerte nuestro equipamiento podrá ser mejorado para ofrecer mejores capacidades, por ejemplo más espacio en la mochila o poder saltar más alto, y la forma de mejorarlo es bastante curiosa: a lo largo de todo el juego tendremos que rescatar a nuestros clones defectuosos en diferentes situaciones -otro indicio más de lo extraña que resulta la trama-, quienes nos obsequiarán con materiales para poder hacerle un upgrade a nuestro equipo. Lo cierto es que tampoco se le acaba sacando demasiado provecho a esto ni supone una mejora significativa, prácticamente podremos completar el juego de igual manera aunque no nos esforcemos mucho en aumentar nuestras estadísticas, simplemente se nos harán un poco más fáciles las cosas.

Pasando ya al apartado audiovisual, el aspecto gráfico sorprende bastante al ofrecer un aspecto pixelado cuando en realidad todo está desarrollado de manera tridimensional. En este caso se basa en un sistema de voxels que le dan un aspecto bidimensional a objetos 3D, sumado además a un sistema de físicas bastante bueno que nos servirá para resolver los puzles. Mención especial también al tema de la iluminación dinámica, muy trabajada y llamativa visualmente.

En cuanto al sonido, destaca especialmente la música chiptune como no podía ser de otra forma, música además cuyo repertorio podremos seleccionar a dedo en cualquier momento de la partida a medida que vayamos encontrando cintas de cassete para ampliar nuestra selección de temas. No encontraremos voces salvo los habituales sonidos incoherentes para simular que los personajes hablan, pero por suerte los textos se encuentran en perfecto castellano.

Mayhem in Strange Valley me ha supuesto una pequeña alegría entre tanto juego con estética similar, motivado en gran parte por su argumento y su atractivo estilo visual que sin duda captan toda la atención. Es cierto que tiene sus defectos, algunos bastante notables y mejorables, pero aun así es un viaje bastante divertido y original que sin duda merece la pena. Por menos de 12 euros y más de 5 horas de juego por delante, no puedo más que recomendarlo.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Tinybuild