Por sorpresa y sin previo aviso de ningún tipo, Penny’s Big Breakaway salió a la venta el pasado mes de febrero tras anunciarse su salida inminente en el más reciente Nintendo Direct. Este juego ha sido creado por el estudio Evening Star y distribuido por Private Division, ofreciéndonos un plataforma tridimensional de corte arcade el que recuerda a los clásicos de la generación 128 bits.

Este título quizás podría desapercibido entre otros tantos lanzamientos si no fuese por la cabeza pensante que está detrás de este proyecto, y es que el creador de este juego es nada más que Christian Whitehead. Si el nombre no os suena de nada, decir que Christian Whitehead es un conocido desarrollador de fangames de Sonic, adquiriendo tanta relevancia que posteriormente llegó a trabajar en el port de Sonic CD para consolas y móviles y ser uno de los desarrolladores principales en el exitoso Sonic Mania, además de otros juegos como Freedom Planet 2. Ahora, a la cabeza de su propia desarrolladora, se atreve con el salto a las tres dimensiones.

En Penny’s Big Breakaway, la joven Penny decide presentarse al concurso de talentos del reino tras encontrarse un yo-yo especial con el que puede hacer cosas increíbles. Por circunstancias ajenas, la audición no acaba saliendo como esperaba y termina con el rey siendo ridiculizado en público, por lo que Penny acaba siendo prófuga de la justicia y le toca limpiar su nombre. Si bien la historia no es ninguna maravilla, se agradece que se salga de la norma hacia algo más mundano y extraño que a los habituales argumentos que ya están bastante trillados.

Estamos ante un plataformas tridimensional que recuerda mucho a la época dorada de los juegos arcades de Sega como Billy Hatcher o incluso los propios Sonic Adventure, claras inspiraciones de Christian Whitehead a la hora de desarrollar su primera obra propia, aunque ya profundizaremos en esto más adelante. Nuestra tarea será completar los diferentes niveles llegando hasta el final de la meta con nuestro yo-yo mágico para pasar a la siguiente fase.

Utilizando nuestro yo-yo, podremos hacer varios movimientos plataformeros como impulsarnos en el aire, colgarnos de salientes, activar interruptores e incluso utilizarlo a modo de transporte. Todo esto nos servirá para alcanzar el final del nivel y recoger los diferentes coleccionables que vayamos encontrando. El sistema de juego es bastante peculiar y requiere algo de práctica, siendo un sistema fácil de utilizar pero difícil de dominar, de hecho es habitual morir bastante en los primeros compases hasta que nos habituemos a ello.

Dentro de cada nivel tendremos que completar además una serie de tareas para completar el 100%, como por ejemplo misiones en las que tenemos que llevar un objeto a un NPC o cruzar por una serie de puertas dentro del tiempo límite. También encontraremos una serie de coleccionables que tenemos que encontrar, para lo cual habrá que plataformear de lo lindo para llegar a sitios de gran altura o buscar en recovecos que se ocultan a simple vista.

Si bien jugando de manera básica llegando hasta el final del juego no tiene mucha complejidad y resulta más bien fácil, el punto fuerte de la jugabilidad se encuentra en el sistema de puntuación y los combos. Fijándose nuevamente en las entregas tridimensionales de la saga Sonic, para completar un nivel en su totalidad será necesario alcanzar una puntuación máxima -al estilo de los rangos S de Sonic Adventure– y para ello tendremos que encadenar movimientos y recopilar objetos para mantener lo más alto posible el multiplicador de racha. No es una tarea sencilla, es necesario tener un dominio total de las mecánicas y dedicarle tiempo a estudiar los niveles para encontrarlas mejores rutas posibles, pero cuenta con ese toque adictivo que nos hace querer dominar el sistema por completo.

Terminan de completar los modos juegos el modo contrarreloj en el que debemos superar los niveles en el menor tiempo posible y los niveles bonus, que nos propone desafíos especiales que nos llevarán al límite, los cuales se desbloquean utilizando los coleccionables como moneda. Además como extra el juego cuenta con un sistema de ranking online en el que ver los tiempos de los demás usuarios y los nuestros propios.

En el apartado visual, estamos ante un título bastante colorido que desborda imaginación en el diseño de sus escenarios y de personajes, aunque tampoco destaca especialmente por su nivel gráfico ya que puede pasar perfectamente por un juego de hace un par de generaciones. Un pequeño inconveniente que le veo es que la distancia de dibujado aparece distorsionada y emborronada de manera no muy atractiva, algo que ha sido hecho así de manera intencionada pero que no termina de gustarme del todo ya que afea el conjunto. Por lo demás, el título se mueve perfectamente a 60 frames por segundo como era de esperar.

El apartado sonoro no decepciona para nada, encontramos melodías muy pegadizas y originales acordes a la temática de cada nivel que han sido compuestas por uno de los autores más de moda, Tee Lopes -quien ya colaboró también con Christian Whitehead en Sonic Mania– y le acompaña el también compositor Sean Bialo, formando entre los dos una banda sonora bastante memorable. En cuanto al idioma, no habrá voces salvo los habituales sonidos ininteligibles y gruñidos, pero contamos con textos en perfecto castellano con una localización más que decente.

Podemos concluir que Penny’s Big Breakaway resulta un título bastante refrescante y divertido en este oasis de juegos de plataformas 3D. La irrupción de este conocido desarrollador en las tres dimensiones no ha podido resultar más satisfactoria, ofreciendo un juego que entiende perfectamente la filosofía de SEGA y lo que hace divertido a sus títulos. Desde aquí recomendamos totalmente su compra, especialmente si somos fans del género y de los títulos exigentes.