Pokémon es la franquicia que más dinero genera en el mundo. Para sus creadores, esto es sin duda un regalo, una bendición caída del cielo, y, sin embargo, es un título que viene acompañado de unas exigencias muy por encima de las que cualquier otra saga va a tener. Con Pokémon Escarlata se llega a la novena generación de entregas principales, aquellas encargadas de renovar toda la maquinaria que rodea la empresa faraónica de marketing para la marca, y no vienen faltos de polémica pero eso sí, también con mucho que decir.

Pokémon Escarlata nos sitúa en la región de Paldea, o para entendernos mejor, el análogo del mundo Pokémon a la península Ibérica. Aquí, como recién llegados, se nos enrola en la academia Naranja con nuestra vecina Mencía, y se nos entrega nuestro primer Pokémon de las manos del director Clavel. Esta prestigiosa academia se enorgullece de presentar a sus alumnos todos los años con un reto, una búsqueda del tesoro por toda la región donde cada alumno deberá encontrar algo que considere un tesoro de gran valor para él mismo. Así, se nos abren tres rutas diferentes para seguir nuestra aventura, todas ellas intercalables y necesarias para completar la historia principal. La ya tradicional ruta por los ocho gimnasios de la región, guiada por nuestra compañera Mencía, la última campeona de la Liga. Una búsqueda de unas especias únicas para cocinar que otorgan habilidades especiales al que las consume, y custodiadas por poderosos Pokémon dominantes, de la mano de nuestro compañero Damián. Y por último, la lucha contra el equipo de liantes de la academia, el Team Star, que tiene distintas bases repartidas por la región y debemos pararles los pies junto a la misteriosa hacker Casiopeia. Todas estas rutas acompañados por un misterioso Pokémon llamado Koraidon, excepcionalmente poderoso pero que se encuentra fuera de combate al principio de nuestra aventura, que hará de nuestra montura.

Paldea es una región totalmente abierta, y la verdad es que la fórmula le sienta de vicio a la serie.

Ya os comenté hace un tiempo cuando analizamos Pokémon Espada, y es que soy muy fan de que las historias de esta saga no sean intrusivas si no van a querer hacer algo complejo, y considero que han realizado un trabajo excelente en esta ocasión. Nosotros tenemos desde prácticamente el principio -hay que darle un poco de espacio para arrancar hasta que llegamos a la academia – una libertad absoluta para encarar las tres rutas disponibles. Podemos ir intercalando libremente cualquiera de estos eventos a lo ancho y largo de Paldea y es que no hay barrera alguna para visitar cada rincón de la región, dándonos el primer mundo abierto real de la saga y que ha resultado ser una fórmula excepcionalmente acertada para la misma. Quizá el mayor punto negativo que tiene el juego en el aspecto meramente jugable es que esta libertad a la hora de decidir el orden dentro de cada ruta es un poco fachada, ya que cada líder de gimnasio, cada Pokémon dominante, y cada base del Team Star, tienen un nivel predefinido -pero no marcado dentro del juego, solo vagamente insinuado con afirmaciones similares a «este es un líder muy fuerte en la región» o «este miembro del team Star es el más poderoso»- que hacen de nuestro orden algo artificial, ya que si por un casual vamos a alguno de los sitios de nivel muy alto, o bien lo abandonamos hasta encontrar el que consideremos apto para nosotros o bien lo pasamos por habilidad y/o cabezonería haciendo que los que nos hemos «saltado» pasen a parecernos un paseo, a pesar de que el nivelado de dificultad para toda la historia, incluido el Alto Mando, es bastante más que adecuado, y algo que parece que en Gamefreak después del descalabro que fue X e Y en este sentido, van tomando maestría.

En cualquier caso, una vez finalicemos estas rutas, se nos presentará el capítulo adicional con la historia más «densa» del juego, que de nuevo, y como decía al principio del párrafo anterior, al estar condensada aquí me parece un acierto magnífico, y superior a Espada en el sentido de que en esta ocasión, al darnos varios compañeros en cada ruta, los cuales se desarrollan poco a poco -especialmente Damián, que me parece sin lugar a dudas la estrella del juego-, dándoles varios cierres y giros interesantes, hacen de este capítulo final algo mucho más interesante y que consigue colocar en este apartado muy bien parado al juego dentro de como cuenta las historias la saga.

La academia Naranja es el eje de este juego, el punto de partida para todas nuestras historias.

Si habéis leído hasta aquí, pensaréis que estos juegos son una maravilla. Y mira, lo he hablado largo y tendido en este mes tras el lanzamiento con amigos que hemos ido jugando a la par, y sí, considero que en los aspectos meramente estructurales, cambios en la fórmula, y en términos jugables, son posiblemente los mejores juegos que ha dado la saga desde Blanco y Negro 2. Con cosas por pulir, cosas a mejorar, pero hacía casi diez años que no disfrutaba tanto de la saga. Pero, y porque siempre hay un pero con Pokémon desde hace mucho tiempo, hay varios aspectos muy oscuros a considerar.

El gran elefante en la habitación, de lo que todo el mundo lleva semanas hablando, y con razón, es el rendimiento y el aspecto técnico del juego. Pokémon Escarlata es a todas luces un juego muy pobre en todo lo relacionado con lo visual. No tiene un mal estilo artístico, pero se han elegido una densidad de elementos en pantalla, unas texturas, y una distancia de dibujado que afean todo el conjunto, lo cual sería excusable si el juego fuera una roca en rendimiento, pero lo peor de todo es que encima funciona mal. Es inaudito como un juego que se ve peor que un título de lanzamiento como es Breath of the Wild -sí, sé que cansa la comparativa, pero es que es una comparativa evidente- funciona muchísimo peor. Si bien jugando en portátil se medio salva un poco, sigue siendo inadmisible que una saga que genera el dinero que genera salga prácticamente pareciendo una Alfa.

Pokémon Escarlata podría ser muy vistoso, pero se queda a medias en todos los sentidos.

Y los problemas no están solo limitados al rendimiento y a los numerosos bugs, sino que afectan ciertos aspectos como las teraincursiones. En estos juegos vuelven las incursiones que debutaran en Espada y Escudo, solo que en vez de presentarse frente a gigantescos monstruos dinamaxizados, se desecha dicha mecánica a favor de la nueva mecánica de batalla de esta generación, la teracristalización, que otorga a cualquier Pokémon un nuevo tipo, ya sea para sorprender al cambiar por completo nuestro set de fortalezas y debilidades -por ejemplo, teniendo una tera de tipo roca en un pokémon de tipo agua, podríamos evitar los ataques eléctricos-, como para usar alguno de los tipos ya presentes en nuestra criatura y potenciar aún más sus ataques -que un pokémon de tipo fuego tenga su teratipo también de fuego, pasando de multiplicar x1.5 la potencia de los ataques de fuego a ser x2-. De nuevo, nos podremos juntar con otros jugadores para encarar incursiones frente a Pokémon especiales, ya sean de evento -como el reciente Charizard de siete estrellas- o dentro de las que genera el juego en sí.

Cuando la función multijugador funciona, son muy, y repito, MUY divertidas. Organizarse entre cuatro amigos para tirar estos Pokémon excepcionalmente poderosos es una de las experiencias más entretenidas que no esperaba recibir este 2022, y es que desde la mera fase de planificación que pasa por la elección del pokémon, su set de movimiento, sus estadísticas y demás -que como viene siendo habitual, cada vez es más sencillo hacer un Pokémon perfecto sin necesitar criar durante días docenas de huevos, bravo a Gamefreak aquí-, hasta el organizar los ataques durante la propia incursión, es una experiencia fantástica. Una experiencia la cual es completamente derribada por el deficiente sistema en línea del juego, que en más ocasiones de las que debería te deja con los ataques colgados, sin saber muy bien por qué puedes o no atacar, se desconecta, de un momento a otro el Pokémon está derrotado o tiene más vida… un desastre para una característica sobre la que va a girar todo el soporte post lanzamiento hasta que se anuncie alguna expansión.

Las incursiones siguen siendo el corazón del cooperativo, pero es una pena que lo mal que funciona el online las empañe.

En definitiva, Pokémon Escarlata es quizá uno de los títulos más difíciles de valorar que me he encontrado en años de jugador. Con el corazón en la mano, está entre las cinco mejores generaciones de la saga y es el mejor juego de Pokémon en Nintendo Switch. Pero con la cabeza, hay una serie de decisiones por ritmo de desarrollo -recordemos que hace menos de 12 meses que se lanzó Leyendas Pokémon: Arceus, también de Gamefreak– que son absolutamente imperdonables para un título que mueve el dinero que mueve Pokémon. Es una lástima que por los ritmos que manejan las tres compañías que dirigen esta marca -Gamefreak, Nintendo, y The Pokémon Company- no se hubiera podido retrasar este juego otros seis meses para pulir todo y lanzar un producto verdaderamente a la altura de su popularidad. Esperemos que en algún momento desde los altos cargos decidan darnos el juego de Pokémon que la saga merece, mejorando sobre lo construido aquí y con un apartado técnico que no lastre toda la experiencia.

Hacía tiempo que no me proponía ponerme a hacer la Pokédex en un juego, y el acierto en mecánicas de estos títulos me anima. Ojalá mejoren los errores vistos en lo técnico y sigan por el buen camino en lo jugable.