Este 2021 es un año especial para los fans de Resident Evil, pues se cumplen 25 años del lanzamiento del primer título de la saga. Es bastante improbable que el equipo dirigido por Shinji Mikami fuese por aquel entonces consciente del alcance que iba a tener la obra que tenían entre manos. Este primer Resident Evil, inicialmente concebido como una simple puesta al día de Sweet Home, volvía una y otra vez a la mesa de diseño en busca de la «idea» que les permitiera poder crear un juego de acción y terror dentro de las limitaciones que venían impuestas por el hardware de la primera PlayStation. Por las cabezas de aquel pequeño equipo de Capcom llegó a pasar la posibilidad de crear un juego de disparos en primera persona, pero, nuevamente, la tecnología disponible hacía que el resultado no les pareciera satisfactorio. El proyecto no avanzaba y fue entonces, con el fantasma del estancamiento y la cancelación rondando, cuando descubrieron que alguien ya había creado una formula válida para lograr representar los conceptos que tenían en mente. Mikami observó lo hecho por Frédérick Raynal en Alone in the Dark y aplicó al desarrollo de Resident Evil todo lo aprendido, solucionando de un tirón prácticamente todos los problemas surgidos durante el desarrollo. Lo demás, como suele decirse, es historia.

Capcom, para celebrar tan especial efeméride, ha planificado un año repleto de productos relacionados con la franquicia, siendo el plato fuerte, junto a la serie Resident Evil: Oscuridad Infinita coproducida por Netflix, este Resident Evil Village que hoy tenemos en nuestras manos.

El hecho de que el numero «ocho» haya quedado relegado a un simple juego visual con los colores de las letras que componen el título no es casual. Es toda una declaración de intenciones, pues no cabe ningún tipo de duda de que en este nuevo Resident Evil la estrella de la función es el pequeño pueblo que da nombre al juego, al que llegamos poniéndonos otra vez en la piel de Ethan Winters, el protagonista de Resident Evil VII. Ethan ha conseguido rehacer parcialmente su vida con Mia tras los sucesos acontecidos en la granja de los Baker, pero, a pesar de haber contraído matrimonio y de ser padres de una niña, el pasado continúa atormentando a la pareja, hasta que una noche, en circunstancias que no detallaré, nuestra pequeña es secuestrada y su búsqueda nos acaba conduciendo hasta una pequeña aldea en las montañas de Rumanía.

El regreso de la saga a Europa no se queda en lo puramente anecdótico. Los zombies, los psicópatas perturbados y la ambientación basada en los clásicos del cine de serie B y en los slasher, tan usuales en la cultura del terror estadounidense, dejan paso a elementos típicos del folklore europeo. Vampiros, brujas u hombres-lobo serán solamente algunos de los enemigos que nos encontraremos dentro de una atmósfera fuertemente influida por la novela gótica, aunque, como no podía ser de otra manera en un Resident Evil, se intente huir de lo paranormal para ofrecer de fondo una explicación más o menos pseudocientífica de los sucesos de los que seremos testigos.

Este cambio de localización no afecta solamente a la ambientación, también la estructura jugable se ha visto fuertemente modificada. El pueblo actúa a modo de hub, interconectando las áreas en las que han establecido sus dominios los jerarcas de la aldea. Estas áreas hacen una función similar a la que realizan las mazmorras en un Zelda, consistiendo en zonas muy bien delimitadas a nivel temático, lo cual aporta muchísima variedad al desarrollo. Esta segmentación en áreas temáticas facilita que en Resident Evil Village se hayan incorporado prácticamente todos los elementos que en algún momento de estos 25 años han formado parte de la saga: los puzles y el backtracking de los primeros clásicos, los perseguidores incansables a modo de Nemesis y Mr.X, el terror psicológico del cancelado Resident Evil 3.5, el buhonero y el inventario de Resident Evil 4, las horas y la acción desmedida de Resident Evil 5, el espectáculo palomitero y por momentos ridículo de Resident Evil 6, la perspectiva en primera persona de Resident Evil VIITodo tiene su espacio en Resident Evil Village, por momentos convertido sin pudor en un recopilatorio de grandes éxitos de la franquicia.

Esta capacidad para proporcionar nuevos estímulos de forma constante es a la vez el gran triunfo y la gran derrota de Village. Prácticamente todos los palos que se atreve a tocar los toca razonablemente bien, con un ritmo frenético gracias al cual no hay lugar para un solo segundo de aburrimiento, pero no profundiza en ninguno, no consigue alcanzar la excelencia ni resultar rompedor en casi nada de lo que se propone. Hay zonas brillantes, especialmente aquellas en las que se intenta replicar las mecánicas y el feeling de los Resident Evil más clásicos, en las que desearemos que los desarrolladores se hubieran extendido un poco más, pero también, sobre todo en la segunda mitad de la aventura, hay zonas menos elaboradas que se asoman al abismo y en las que el desastre es solamente evitado por su brevedad.

Las secuencias de acción, por ejemplo, entran dentro de esta última categoría, lastradas por un gunplay muy poco satisfactorio. Disparar nuestras armas no es especialmente gratificante, tanto por la nula contundencia con la que se han representado los impactos de las balas en nuestros enemigos como por nuestra escasa precisión y velocidad de apuntado. Por suerte, a pesar de la sensación transmitida por los videos promocionales mostrados a lo largo de estos meses y en contra de las declaraciones de algunos de los desarrolladores, los momentos en los que predomina la acción son relativamente breves y muy puntuales.

Algo más de peso tienen los jefes. Tradicionalmente un punto negro de la saga, agravado por unas últimas entregas en las que los jefes quedaban reducidos a rancios enfrentamientos en los que disparar toneladas de munición a los bultos amarillo, en Village están algo mejor resueltos. En ocasiones siguen pecando de resultar esponjas a las que habrá que disparar prácticamente todas las balas que llevemos en el inventario, pero siempre habrá algún giro, alguna nueva mecánica que haga interesante y fresco cada combate. Nos cruzaremos, además, con villanos carismáticos que cuentan con personalidades y características muy marcadas, por lo que no me cabe duda de que alguno de ellos pasará a convertirse de forma instantánea en un icono de la franquicia.

Donde este Resident Evil Village ha dado en el clavo de forma rotunda es en la forma en la que se ha conseguido integrar la exploración y el contenido secundario, pero que nadie se llame a engaño, pues aquí no hay nada remotamente parecido a uno de esos tediosos mundos abiertos plagados de contenido intrascendente y redundante que se alargan hasta el infinito.

El pueblo es pequeño, pero se ha aprovechado cada centímetro de terreno, de manera que su tamaño es inversamente proporcional a la cantidad de secretos que esconde. Inicialmente tendremos acceso a muy pocas casas, pero con el paso de las horas iremos obteniendo diversos objetos que nos permitirán abrir nuevas rutas, desbloquear atajos y acceder a zonas cuyo acceso nos estaba vetado anteriormente. Todo ello de forma totalmente opcional, sin que nadie nos lo marque con una brújula, teniendo que estrujarnos el cerebro para saber dónde usar cada cosa y en qué momento hacerlo. Durante las 12 horas que he tardado en finalizar la aventura he podido completar prácticamente todo el contenido secundario que alberga, pero cuando los créditos comenzaron a deslizarse por mi televisor todavía conservaba en mi inventario un par de llaves cuya utilidad no había logrado descifrar.

Las recompensas por detenerse a explorar, aunque la línea que separa el contenido secundario del principal es en ocasiones difusa, son extremadamente gratificantes. Detrás de cada puerta cerrada nos aguardan armas potentes, poderosos enemigos opcionales, zonas secretas con puzles, guiños a anteriores juegos de la saga, piezas que potencien las características de nuestras armas, animales a los que cazar o valiosos tesoros que vender al mercader que nos suministra objetos y mejoras.

Si, habéis leído bien, animales a los que cazar, pues Village incorpora un sistema mediante el cual podremos mejorar los atributos de Ethan a través de la caza. Se trata de un sistema muy básico, con solo un pequeño puñado de mejoras disponibles que nos permitirán aumentar nuestra salud, nuestra resistencia al daño o nuestra velocidad de movimiento, pero que sirve como demostración de la cantidad de mecánicas que se han incorporado al juego a costa de hacerlo de una forma superficial.

Village es, además, el primer Resident Evil que llega a la next gen, pero lo hace a medio gas. Quizá el RE Engine utilizado por Capcom desde 2017 esté pidiendo ya la renovación o quizá el desarrollo a medio camino entre una y otra generación no ha permitido aprovechar todas las virtudes de las nuevas consolas, pero técnicamente Village no resulta para nada sorprendente. Se hace un uso muy limitado del trazado de rayos y hay gran cantidad de texturas, reflejos y sombras a una resolución impropia de la supuesta potencia de las nuevas máquinas.

Ni siquiera la posibilidad de interactuar con los escenarios está a la altura de lo esperable en 2021, con unos escenarios de cartón piedra en los que incluso las cortinas tienen la misma movilidad y físicas de una plancha de acero. Únicamente existe cierta destrucción de escenarios en determinadas situaciones muy concretas, como en los combates contra algunos jefes finales. No es un juego feo, de hecho es muy vistoso gracias a un excelente apartado artístico, pero estoy seguro de que PlayStation 5 y Xbox Series X son capaces de ofrecer mucho más.

Si algo llama la atención al repasar la trayectoria histórica de Resident Evil es la capacidad que ha mostrado Capcom para reinventar la formula una y otra vez, cambiando de género y de estilo cada vez que era necesario. Es por ello que Resident Evil Village es un lanzamiento perfecto para la celebración del aniversario. Es un gran juego, aunque no uno excepcional, y un gran homenaje al legado de una de las sagas más queridas y populares de la historia de los videojuegos. Todo lo que Resident Evil ha querido ser a lo largo de sus 25 años está aquí recopilado y, aunque esa necesidad de querer abarcarlo todo podría ser la receta ideal para una catástrofe, Village consigue salir airoso de semejante reto gracias a un prodigioso sentido del ritmo y a una magnifica estructura que consigue vertebrar y dar cohesión a tan dispar mezcla de géneros y mecánicas.

 


 Este análisis ha sido realizado en Playstation 5 mediante una copia cedida por Koch Media