Tras el éxito de la franquicia Kingdom, pocos han sido los estudios que intentan meterse en este escaso nicho, no hay muchos juegos con construcción de bases y desplazamiento lateral. El juego del que hoy hablamos, Sons of Valhalla, es un juego que mezcla la gestión de bases con un poco más de profundidad y la defensa de torres, con asedios constantes durante los 5 capítulos que tiene la historia. 

Pixel Chest ha decidido ponernos en la piel de Thorald Olavson, un vikingo vengativo encarnizado por sed de sangre, mientras se embarca en la búsqueda de su querida amada, que fue secuestrada y llevada a tierras de Britania. Salvar a su esposa es su prioridad, incluso confiando desesperadamente en los dioses del Valhalla. Thorald caerá en un naufragio y el padre de dioses, Odín le negará la entrada al Valhalla, pues su destino no es otro que salvar a su mujer Raya.

Tras un escaso y breve tutorial donde nos enseñan el uso de las runas y la creación de bases de las que hablaré más adelante, nos pondremos en busca de Raya. La mayor parte del tiempo, Sons of Valhalla gira en torno a apoderarse de puestos de avanzada y asentamientos, y retroceder hasta llegar a la fortaleza enemiga en la región pertinente.

Hay un total de 5 niveles en el juego y, por una razón u otra, Raya nunca está en el mismo lugar por mucho tiempo. Esto me recordó al clásico Super Mario Bros. donde la princesa nunca se encontraba en el primer castillo que visitábamos. El juego resulta bastante repetitivo y construir un ejército es relativamente sencillo, pudiendo elegir entre unidades cuerpo a cuerpo, arqueros y un puñado de unidades útiles en los asedios.

De lejos esta es la mejor parte del juego, es muy divertido colocar las tropas como cuando creas un muro de escudos, mientras usas a tus arqueros y maquinaria pesada para acabar con todos los poblados enemigos. Es muy gratificante ver como todo arde en llamas inclusive los enemigos. No es para nada difícil sobrevivir a estos enfrentamientos, aunque cada aldea tiene un enemigo diferente a batir. Estos no son más que mini jefes y jefes de mundo que poseen patrones variados y más vida que los enemigos comunes. Algo que no me ha gustado en este aspecto ha sido lo poco pulido que resulta el sistema de combate en ocasiones, además se vuelve muy tedioso y repetitivo progresar.

Por suerte esta sensación se va mitigando gracias a las runas, estas podremos encontrarlas en cofres, tiradas por el mapa o podremos conseguirlas al eliminar ciertos enemigos especiales. Podemos llevar un número limitado de estas, pero aún así podemos cargar bastante, inicialmente empezamos con 4 huecos y estos cada cierto tiempo irán aumentando mientras arrasamos aldeas. Otra mecánica interesante es la muerte, como sabes Odín le negó la entrada en el Valhalla a nuestro querido y aguerrido guerrero,  pues bien, para volver a bajar al mundo de los vivos, el juego nos pedirá que nos quitemos una de estas runas que tanto nos ha costado ganar.

Otra parte interesante es la construcción de bases, al principio la interfaz es muy copiosa pero al poco la entenderemos bien. El formato es el mismo que en Kingdom, aunque hay una breve diferencia. Kingdom: New Lands por ejemplo tenía la peculiaridad de ser un juego sencillo con un solo material, el oro. Sons of Valhalla es diferente, desde el inicio contaremos con 3 materiales -comida, madera y restos de hierro-. Estos recursos se  consiguen con facilidad al avanzar asediando o incluso eliminando enemigos. La mejor forma de obtener estos recursos no es otra que construir distintos tipos de asentamientos, por ejemplo el puesto de pesca incrementará la comida, como la granja, aunque cada establecimiento tiene una función diferente. Y resulta todo un acierto poder usar viaje rápido para recorrer rápidamente los distintos puestos de avanzada.

Todos estos establecimientos pueden ser mejorados usando hierro.  Si quieres priorizar las mejoras de las unidades y la producción de tropas, construye más campamentos de comida. Si quieres mejorar los asentamientos y asedios, construye más campamentos de madera. Además, hay mucho más y es que cada poco vendrá un barco vikingo de visita, dándonos una cantidad adicional de recursos que variará en función de los puestos que tengamos tomados. No es una parte sorprendente pero está bien incrustada, aunque no es perfecta y al poco cae en un ciclo repetitivo, donde construimos y mejoramos los mismos establecimientos todo el rato.

La parte que no me esperaba y me encantó fue un momento donde el título juega con el sigilo ofreciendo un aspecto diferente y único, aunque es una lástima que este modo solo sale en cierta parte de la historia y ya no vuelve a usarse más.

En el apartado artístico, el juego presenta gráficos en pixel-art de lo más trabajado, que junto a una vibrante y colorida paleta de colores claros, los escenarios y los biomas están bien diferenciados. Sin lugar a dudas se trata de uno de los mejores apartados del juego. El apartado sonoro tampoco se ve desmerecido, es simple pero presenta buen doblaje y una banda sonora adaptativa a lo que sucede en pantalla. El juego además viene subtitulado al castellano entre otros 17 idiomas y voces en un inglés bastante entendible.

En definitiva, Sons of Valhalla podía ser un juego único gracias a su pixel-art y sus mecánicas que desde el inicio recordaron a la saga Kingdom, pero una mala gestión de las mecánicas y un acabado muy repetitivo hacen una experiencia poco recomendable. Aún así el juego está en constante actualización y sus desarrolladores le están poniendo mimo y esmero para arreglar todos esos problemas que presenta el título con su lanzamiento.