Si intentamos pensar en un estudio que, durante todos estos años de reinado de FROM en los soulslike, ha podido hacer competencia al bueno de Miyazaki, probablemente el que nos venga a la mente sea Team Ninja. Con los Ninja Gaiden primero, y los Nioh después, siempre han demostrado un saber hacer excelso a la hora de crear sistemas de combate. Por eso, entendemos, recibieron la petición de Square Enix de colaborar en un nuevo Final Fantasy. Pero no un Final Fantasy al uso, sino a la precuela del primer juego, el que haría despegar a la saga. Y el título salido de esta unión ya lo tenemos aquí. Os presentamos Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin.

En este spin-off de la saga -nótese que la marca Final Fantasy no aparece en el título principal, sino en el subtítulo- encarnaremos a Jack. Jack no tiene recuerdo alguno más allá de su nombre, pero tiene una imperiosa necesidad en su corazón: Tiene que matar a Caos, un ente que siembra de corrupción al mundo. No sabe por qué, no sabe nada más, solo sabe que su cuerpo le pide matar a Caos. Sí, el meme es real, escucharemos la palabra «Caos» muchas veces a lo largo del juego, sobre todo al principio. Porque, además, a Jack se le unen otros cuatro integrantes con la misma falta de recuerdos y la misma necesidad.

Traen consigo cristales de luz -aunque oscura-, así que son recibidos como los Guerreros de la Luz, profetizados muchos años atrás, que vienen a eliminar la oscuridad latente en el reino de Cornelia. Quien lo consiga podrá obtener una recompensa monetaria o la mano de la Princesa Sara. ¿Os suena? En efecto, es prácticamente el argumento del primer Final Fantasy. Y, en efecto, como comentábamos, los eventos de este nuevo título se anuncian a modo de precuela. Por cierto, no quiero acabar de hablar de la historia sin denunciar lo que a mi parecer es un fallo garrafal de Square Enix a nivel de marketing, desvelando cierto giro de guión bastante importante del juego en sus tráiler y descripciones. Habiendo jugado al juego, la verdad es que no me explico como basaron parte de su promoción en eso que, obviamente, no voy a comentar aquí.

Hablando de oscuridad, vamos a ir de frente: estamos ante un juego con muchas sombras y una luz descomunal. Las sombras se ven ya desde el principio: Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin no es el mejor juego técnicamente de PlayStation 4. Es más, si hablamos de gráficos mediocres, probablemente le estemos haciendo un favor al juego. Dientes de sierra en los videos, caras poco definidas, o una neblina constante que disimula los otros defectos gráficos del escenario son lo que nos presenta el juego a nivel gráfico. Entendemos que no es parte de la saga principal, pero siendo un Final Fantasy se espera que Square Enix tenga un presupuesto bastante alto en este sentido, siendo siempre juegos que han destacado visualmente.

Además, el diseño de niveles es bastante irregular. Tenemos niveles como el del Monte Gulug con caminos variados y elementos en el escenario que reaccionan a conjuros de fuego o hielo, y tenemos otros niveles, sobre todo al principio, excesivamente lineales con alguna otra bifurcación para recoger un cofre de equipamiento. En general, la exploración nos traerá recompensas a modo de información sobre el lore o la ambientación o contexto, en forma de notas que nos darán pizquitas de información sobre el mundo que nos rodea.

Algo interesante que notar es que los escenarios están basados en distintos escenarios de la saga Final Fantasy, pero eso, que podría ser un guiño enorme, tampoco es algo que resalte más allá de la ambientación. Y si nos gusta rascarnos la cabeza para entender las referencias y sentirnos frikazos, aquí no va a poder ser, ya que el juego es bastante poco sutil sobre la entrega de la saga en la que está basado cada escenario. Eso sí, lo incorporan a la historia principal del juego, lo que me parece un gran acierto.

Por último, acabando con las «sombras», podemos hablar de que la variedad de enemigos no es escasa, pero tampoco es especialmente grande. Tenemos aquí al bestiario clásico de Final Fantasy y, además, muy bien adaptado. Por lo que cada encuentro con un Tomberi es un encuentro estresante, con el miedo de que se acerque lo suficiente, te pegue cuchillada, mueras y te toque volver al último cubo, los elementos que hacen de hogueras, o checkpoints aquí.

Tomberis, Cactilios, Molboles, Bengales, Elementales… tenemos varios enemigos clásicos de la saga que los fanáticos reconocerán al instante y, de nuevo, quiero recalcar, que se han sabido adaptar bien al nuevo sistema de combate. Ahora bien, el repertorio de enemigos no se antoja suficiente, y eso se magnifica en unas mazmorras finales con las que nos encontraremos con murciélagos y almas errantes una y otra vez. Se hace algo frustrante pasarnos los tres o cuatro niveles peleando contra los mismos enemigos.

Recapitulemos: gráficos mediocres, diseño de niveles irregular y no excesiva variedad de enemigos. «Entonces, ¿por qué le mete a esto un notable alto, señor analista?». Porque, y permitidme la expresión, el juego es divertido de cojones de narices. Y esta es su gran luz.

Team Ninja siempre ha destacado por crear sistemas de combate frenéticos, trabajados, y divertidos. No en vano los Ninja Gaiden han vendido millones de unidades, y los Nioh se han considerado la auténtica alternativa a la saga Souls. Y en este sentido, en Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin no decepcionan.

El sistema de combate se basa en jobs, o trabajos, basados estos a su vez en las distintas profesiones que hemos visto a lo largo de la saga. Así que tendremos Guerrero, Magos -negro/blanco/rojo…-, Ladrón, Monje… el número de jobs existentes es una salvajada, de verdad. Cada uno con sus habilidades identificatorias, y su propia jugabilidad. No se parece en nada jugar con un Paladín a jugar con un Ronin, por dar un ejemplo de dos jobs cuerpo a cuerpo. Y claro, ni mucho menos se parece a jugar con un mago. O entre jugar con un mago negro y un mago blanco, por razones obvias.

Cada trabajo tiene un árbol de habilidades y estadísticas que tendremos que ir rellenando a medida que subimos de nivel, siendo el nivel 30 el máximo de cada trabajo teniendo el árbol totalmente lleno. Además, existen trabajos iniciales, avanzados, y expertos, de forma que en los árboles de trabajos iniciales tendremos la posibilidad de habilitar un trabajo avanzado, y, en estos, un trabajo experto. Es una gozada llegar a Sabio y poder utilizar tanto magia negra como blanca además de, según qué condiciones, poder lanzar Artema.

Además, los trabajos tienen sus habilidades «profesionales», que podemos enlazar en el botón R2 en el momento del combo que queramos, y sus habilidades «genéricas», que son habilidades más poderosas que se permiten en cualquier otro trabajo. El Paladín por ejemplo tiene una habilidad que al atacar restablecerá vitalidad y, si tenemos la barra de vitalidad a tope, haremos daño de luz, lo que en las últimas mazmorras nos vendrá bien.

Donde realmente brilla el juego es en los jefes heredados del primer Final Fantasy, porque sí, nuestro cometido aquí será purificar los cristales del mundo y, para ello, nos enfrentaremos a los Tiamat, Lich y compañía. Estos nos proporcionarán batallas trepidantes, que nos obligarán a dar lo mejor de nosotros mismos, sobre todo en las dificultades más altas -ahora hablaremos de ellas-.

Os presento al Lich, guardián del cristal de la Tierra.

Heredado de Nioh también tenemos el sistema de loot, o equipamiento. Fiel al estilo de Team Ninja, tendremos centenares y centenares -sin exagerar- de piezas de equipamiento que recoger. Tenemos un límite de 500 piezas en nuestro inventario -y 5000 en el almacén, al que podremos acceder desde el mapamundi o los cubos-, y fácilmente nos desharemos de 100 piezas, por ejemplo, porque no nos cabe más equipo, y al nivel siguiente ya tendremos el inventario a tope otra vez. Es un poco frustrante, pero a la vez es satisfactorio para los amantes del min/max. Porque además no solo dependes de las estadísticas de las piezas, sino que también dependes de la vocación.

Cada pieza de equipo puede tener, o no, asignada un porcentaje de vocación respecto a un trabajo. Esto quiere decir que funciona mejor para un trabajo que para otro. Y muchas veces, teniendo piezas de equipo con nivel o atributos más altos, no vamos a querer reemplazarlas porque la que estamos utilizando tiene muchísima vocación para tu trabajo actual, lo que te permite desbloquear nuevas habilidades o aumentar notoriamente las estadísticas.

Esto no es Nioh. No hablamos de un juego especialmente difícil o, más bien, de una única dificultad. Stranger of Paradise tiene 3 dificultades, cuya dificultad normal, si bien no es un paseo, tampoco es un reto comparable a los Souls. Eso sí, tras desbloquear el juego se habilita la dificultad CAOS -je-, que, ahora sí, ofrecerá un reto importante a quien la quiera probar.

Por último, queda hablar del multijugador. El juego permite conectarnos a salas creadas por otros jugadores para ayudarles en su partida, o simplemente jugar con ellos. En Stranger of Paradise siempre controlaremos a Jack, pero nos acompañarán dos compañeros más. Cuando nos unamos a otra persona en una partida multijugador, pasaremos a formar parte del grupo de esa otra persona, tomando el rol de uno de los compañeros de Jack, aunque con los trabajos de nuestra partida principal y no con el trabajo de ese compañero. Aunque no avanzaremos en nuestra partida, sí obtendremos fragmentos de alma, piedra que nos proporcionarán experiencia para subir de nivel nuestros trabajos más rápido. Y he de decir que es una buena manera de farmear, el juego no se corta a la hora de entregar fragmentos de alma en las partidas multijugador.

En conclusión, Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin es un juego con muchas sombras, pero con un sistema de combate brillante, que nos hace perdonar los defectos que tiene. Este sistema de combate convierte el juego en un juego notable. El problema es que uno se queda con la sensación de que esto es una oportunidad perdida, de que podría haber sido mucho más.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida en PlayStation 5 por Koch Media