Cuando Stray se dio a conocer hace más de dos años -en aquel entonces como HK_Projekt– nadie podía imaginar que los chicos de BlueTwelve Studio iban a ser capaces de crear una más que interesante aventura ciberpunk con un gato de protagonista. Y no hablamos de un gato antropomórfico con apariencia humanoide y cualidades humanas -que esto lo hemos visto ya muchas veces-, sino de un gato callejero de los de verdad, de los que saltan de un lado a otro, arañan lo que sea, se tumban al sol, maullan y ronronean. El pequeño estudio del sur de Francia pensaría ¿por qué no? y voilà, gracias a Annapurna Interactive ya tenemos a Stray entre nosotros.
Y no podemos negar que Stray es una aventura que no deja indiferente a nadie, y no solo por su lograda ambientación ciberpunk o por su notable calidad visual, sino por la interesante idea de hacer de un gato callejero el protagonista de esta historia, aunque esto lo matizaremos un poco más adelante. Nos espera un viaje de aproximadamente unas 5 horas de duración donde iremos alternando entre secciones de exploración e investigación, resolución de puzles, persecuciones, sigilo, y plataformas -aunque estas están implementadas contextualmente y semiautomizadas-.
La historia es simple, y aunque según avanzamos se nos planteará un misterio a resolver, el desenlace es bastante previsible. Estamos en un futuro indeterminado, y somos un gato, un simple gato asilvestrado -no sería correcto decir callejero, pues no vives en la calle-, que vives junto a otros gatos en una zona entre muros de hormigón y abundante vegetación. Al comenzar y después de una breve zona que funciona de tutorial sufriremos una caída que nos llevará a un lugar insospechado, los restos de una ciudad aparentemente abandonada, y en la que pronto recibiremos ayuda. Aquí empieza nuestra aventura que nos llevará a buscar la forma de salir de aquí y volver al exterior -la ciudad se encuentra rodeada de gigantescos muros y con el techo sellado-, y de paso, descubrir que es lo que ha pasado en esta ciudad y el destino de sus habitantes.
Aunque sea avanzar en el argumento de Stray, es necesario explicar que la ciudad, aunque sin vida humana, está ocupada por androides que en el pasado estaban al servicio de los habitantes de la urbe, y ahora se dedican a repetir las tareas que realizaban en el día a día sus antiguos dueños. Aunque también es cierto que muchos de estos androides han evolucionado tomando conciencia propia y voluntad, como por ejemplo B-12, el androide que nos acompañará durante casi toda la aventura y que servirá para que nuestro gato, además de hacer cosas de gatos, pueda abrir puertas, piratear ordenadores, comunicarse con otros androides y otro tipo de acciones que iremos descubriendo conforme avancemos en el juego.
Como hemos mencionado anteriormente, el cambio entre secciones, lejos de parecer abrupto, se realiza con perfecta naturalidad y sentido argumental, con lo que el ritmo del juego se ve beneficiado de esta variedad. Y aunque las acciones de nuestro gato estén limitadas a correr, saltar -no a voluntad sino mirando la plataforma de destino y pulsando un botón del controlador-, o maullar -para llamar la atención de ciertos enemigos-, en conjunto con las acciones de B-12, son suficientes para afrontar la aventura sin la sensación de que el manejo de un gato pudiera limitar la jugabilidad del título.
También resulta controversial, y nos daremos cuenta enseguida de ello, que realmente no estamos viviendo la aventura de un gato en busca de una salida de esta urbe abandonada, sino la de el droide B-12 que es en el que recae el peso argumental, dejando al minino como un simple medio de transporte que acepta las órdenes del androide y las ejecuta. En principio no tiene gran importancia y queda más como una mera curiosidad, además es interesante ver como se desarrolla
A pesar de la mezcla de elementos de Stray durante la aventura, todo es bastante sencillo y prácticamente no nos atascaremos en demasía. El juego puede ser resuelto en poco tiempo y por ello el estudio ha añadido una serie de misiones secundarias bastante básicas y algunos coleccionables. En las partes de exploración también podremos realizar las misiones secundarias que nos proporcionaran coleccionables como las chapas. Otro tipo de coleccionable son los recuerdos perdidos de B-12 que al encontrarlos nos irán mostrando parte de la historia de este androide y de lo sucedido en la ciudad.
Audiovisualmente Stray es un juego muy llamativo. Ya no solo por los buenos resultados que da un motor tan maduro como Unreal Engine 4, sino por una dirección artística sobresaliente y un buen gusto que prima en BlueTwelve Studio. Hay que destacar por supuesto el grandísimo trabajo hecho en el gato, para capturar la esencia del animal real, y las cuidadísimas animaciones de este -con algún fallo puntual-, pero la recreación de la urbe es merecedora de elogio. Aquí el apartado artístico vuelve a brillar y el diseño ciberpunk es exquisito. También hay que decir que no todas las secciones son así, también encontraremos zonas mucho más básicas y poco llamativas, pero aún así el nivel general es muy alto. La banda sonora nos hará compañía, pero tampoco es destacable, simplemente cumple su función.
Es justo decir que la aventura de BlueTwelve Studio es de notable alto. Con una historia simple pero efectiva, un desarrollo variado y con buen ritmo, y un protagonista -protagonistas- inesperado además de monísimo, no nos queda más que recomendar Stray a cualquiera de nuestros lectores. Es cierto que tiene algún fallo técnico, que a nivel jugable nos hubiera gustado un control total sobre el gato, y que un punto más de dificultad le hubiera sentado genial al desarrollo, pero tampoco nos vamos a quejar, no todos los días nos llegan indies tan frescos y tan bien ejecutados. Además, gracias a Meridiem Games podemos disfrutar de Stray para PlayStation 5 en formato físico, y en noviembre recibiremos la versión física de PlayStation 4.