El relativismo afirma que no hay ninguna respuesta válida o «correcta», que todo depende del punto de vista desde el que se mire y el contexto en el que se encuentre, por lo tanto, una misma persona puede tener razón y no tenerla al mismo tiempo. ¿Y a qué viene esta master class tan gratuita? pues a que esa es la idea principal de Superliminal, el primer juego del estudio norteamericano Pillow Castle con Albert Shih a la cabeza.

Superliminal es un juego de puzles en primera persona que sabe jugar perfectamente con el concepto anteriormente mencionado. Utilizando la perspectiva como nuestra principal herramienta, tendremos que cambiar el tamaño de los objetos para ir activando interruptores, acceder por puertas o avanzar a través de los diferentes niveles que componen el juego.

Es verdad que ya habíamos visto antes juegos en los que teníamos que cambiar el punto de vista para resolver puzles y seguir avanzando -así a bote pronto se me ocurre Echochrome, de Playstation 3 y PSP-, pero pocas veces con la originalidad y la capacidad de Superliminal. Aquí no utilizaremos botones para cambiar el tamaño de los objetos, directamente debemos colocarnos en un punto específico para alcanzar el tamaño deseado: si nos colocamos lejos el objeto será pequeño, mientras que cuanto más cerca más grande será.

Al principio nos costará hacernos a esta mecánica y entender su funcionamiento, pero pronto le pillaremos el truco y se hará más fácil, hasta el punto de que posteriormente llegaremos a hacerlo casi de primeras. Y posiblemente ese sea su mayor «fallo» por así decirlo, que no arriesga ni se atreve con puzles más complejos, algo que dado la naturaleza del juego podría dar para mucho más, lo único que haremos será avanzar y modificar el tamaño de los objetos para seguir avanzando.

Pero quizás esto no sea necesariamente malo, ya que no estamos ante un juego de puzles al uso, o más bien no representan lo más importante del juego, más bien estamos ante un walking simulator con algunos puzles puntuales. Y aquí, en esta vertiente, es donde el juego se convierte en una indudable obra maestra, capaz de mostrar su mejor cara y un derroche de originalidad como pocas veces he visto antes.

Como walking simulator y dada su ambientación de «interior del subconsciente», todo será posible y veremos elementos que nos van a dejar con la boca abierta. Prácticamente cada nueva sección nos mostrará ilusiones visuales, trasteo de las leyes de la física o escenarios preciosos. Ha habido muchas ocasiones en las que ni yo mismo he llegado a comprender que trucos de desarrollo han utilizado para mostrar lo que se muestra, y todo ello como ya digo sin salirse del mismo patrón de modificar tamaños y avanzar por salas.

El componente onírico se encuentra presente a lo largo de toda la aventura, a veces en tono solemne, otras en tono de humor y en ocasiones incluso coquetea con el terror, y os aseguro que todo lo hace de manera muy efectiva y con total maestría. Es increíble ver como el factor sorpresa no se pierde absolutamente en ningún momento, desde el principio hasta el final estaremos expectantes deseando ver más y sin saber qué ocurrirá a continuación.

Estamos ante uno de esos juegos con moraleja que se deja intuir a lo largo de todo el juego. Ya sabéis que no soy muy fan de que un juego de puzles que ya divierte simplemente con su concepto tenga que tener un argumento o enseñanza para darle más profundidad, pero en este caso se adapta perfectamente al desarrollo del mismo, incluso me parece imprescindible lo que tiene que contar, especialmente en estos tiempos de hoy día donde nos obcecamos con algo y no somos capaces de verlo desde otro prisma.

Gráficamente poco voy a comentar aparte de lo que ya dicho, es un juego que en lo visual nos va a sorprender sí o sí y lo hace con unos gráficos poco recargados pero efectivos, aunque es cierto que el rendimiento no llega a ser perfecto y sufre de bajones en las áreas de mayor tamaño, algo que con el apartado gráfico poco recargado que tiene no debería suceder. El hilo musical se compone de melodías a piano relajantes o más movidas dependiendo del momento y la acción. Ocasionalmente también habrá voces que nos irán guiando a través de la aventura con un doblaje que simplemente cumple -en inglés con subtítulos en español-.

Superliminal es a los videojuegos lo que David Lynch al cine o René Magritte a la pintura: una auténtica obra de arte audiovisual cuya grandeza solo verán unos pocos. No miento si digo que es un juego con el que no todo el mundo comulgará, mismamente mucha gente no estará de acuerdo con la nota que le he puesto -de hecho, reconozco que me he visto tentado de otorgarle una puntuación perfecta- pero eso es algo que, tal y como plantea el juego, depende del punto de vista desde el que se mire.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copica cedida por Evolve PR