Los que me leéis a menudo sabéis que valoro la innovación por encima de muchas otras cosas. Si un título ofrece algo nuevo, aunque ese algo no funcione, conmigo habrá ganado muchos puntos. Pero hay un caso específico donde perdono la falta de innovación, y es cuando alguien intenta resucitar algún género. Taste of Power es uno de esos juegos que nada más jugar reconoceremos a lo que aspira, y por ello lo respeto y hasta lo admiro. Pero con intenciones no se hace un buen juego, así que acompañadme mientras lo examino más a fondo.

Taste of Power es un juego de estrategia en tiempo real, con elementos de construcción de bases, pero enfocado principalmente al combate. Su ambientación es de lo más atípica: tenemos tres facciones totalmente diferenciadas. La campaña nos llevará por cada una de ellas, en una serie de misiones bastante variadas, pero tampoco muy largas. Las facciones van por zonas del mundo; cada una de ellas tiene una variedad de enemigos que se adaptan a esas zonas. Las tropas europeas están formadas por cruzados, los Timúridos usan elefantes y los guerreros chinos confían en el poder de la pólvora.

Las tres facciones tienen sus unidades propias, y explicarlas una a una sería un trabajo arduo e innecesario. Solo tenéis que saber que se trata de un juego bastante asimétrico, y que cada uno de los ejércitos tiene sus ventajas y desventajas. El combate da muchísima importancia a la táctica, y cada uno de los movimientos que hagamos puede condicionar la victoria o la derrota. Sin embargo, algo que no me termina de convencer es la detección de impactos. No me termino de creer la acción que veo, parece que los combatientes no se impactan entre sí. Creo que le falta bastante trabajo a ese apartado.

 

Como he dicho, la táctica importa, pero no solo en lo referente a posiciones. Ciertas unidades tienen habilidades especiales. Estoy hablando de elementos como bombas de humo, colocación de estacas o granadas venenosas. Por supuesto, usarlas como es debido es fundamental si queremos jugar en dificultades altas. Las unidades especiales de cada facción tienen mecánicas extrañas de por sí, y su uso puede ser complicado. En un combate tener todo en cuenta puede llegar a ser complicado. El juego tiene un interesante tutorial donde explica cada unidad de cada facción, con textos y videos explicativos; todo un punto a favor de Taste of Power. 

La parte del juego que no se centra en el combate está también bastante trabajada, además de que podemos automatizarla de tal forma que no tengamos que preocuparnos por ella. Los recursos funcionan de esta forma: cuantas más casas construyamos, más campesinos tendremos a nuestras órdenes. En las casas hay un menú que nos permite ponerles a trabajar en el recurso que necesitemos. Cada poblado tendrá los suyos propios, así que si tenemos un buen número de ellos será difícil de administrar todo fácilmente. La automatización se agradece si queremos centrarnos solo en el apartado guerrero del título.

Las unidades y sus mecánicas son muy variadas, pero nada que no hayamos visto antes. Con los escenarios ocurre lo mismo. Visualmente variados pero con estructuras vistas anteriormente, y no pocas veces. Los juegos de estrategia en tiempo real no son algo constante en el día de hoy, pero sí que se agradecería un poco más de ambición. De todas formas, los chicos de OneOcean LLC -la desarrolladora detrás de Taste of Power- son solo tres, así que es normal esto. Yo creo que añadir más mecánicas y pulir las que ya tienen antes de sacar el juego a la venta lo hubiera potenciado mucho.

Porque a pesar de la falta de mecánicas nuevas, hay un problema mucho más grande. Los bugs del juegos son variados y de todos los tipos. Por ejemplo, las pantallas de carga a veces son infinitas. Otra veces somos incapaces de acceder a la misión que queremos, o la propia misión no avanza cuando cumplimos un objetivo. En términos de gameplay no he sufrido de esos bugs, pero ciertas cosas sí que deberían estar más pulidas.

Además de los bugs, Taste of Power hace gala de unas decisiones de diseño un tanto extrañas. Por ejemplo, no podemos guardar en cualquier momento. Esto en juego de estrategia es extraño, y a mi me ha causado más de un problema, ya que el autoguardado no funciona bien siempre. Los tutoriales tienen muchísimo trabajo, pero luego la campaña se puede completar en dos o tres horas de juego. Cosas que no se entienden, pero que tampoco son malas per se.

Visualmente estamos ante un título interesante visualmente, pero que personalmente no me termina de convencer. Se me hace demasiado confuso diferenciar a las unidades, y creo que a veces incluir más detalles en detrimento de la simplicidad. Aún así el estilo elegido funciona y las unidades tienen mucha personalidad. La música pasa bastante desapercibida, pero nunca se hace pesada. 

En resumen, Taste of Power es uno de esos títulos que apelan a la nostalgia. Merece la pena jugarlo por volver a aquellos momentos en la época de Starcraft o Age of Empires II, pero necesita bastante trabajo. Tanto las decisiones de diseño como los bugs pueden ser un tanto molestas, y creo que el título ha salido del Acceso Anticipado antes de lo debido. Sin embargo, es jugable y divertido; no hace falta más.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por PR Nordic