Uno de los géneros más difíciles de hacer bien es aquel en el que se trata de emular la experiencia de un detective. Ya hace algunos años que Lucas Pope nos regaló la absoluta obra maestra que es Return of the Obra Dinn, y prácticamente desde entonces me he sentido huérfano buscando alguna experiencia similar que estimule las mismas zonas de mi cerebro, y por fin, por fin he encontrado algo similar. The Case of the Golden Idol, de Color Gray Games, nos introduce a lo largo de doce casos en la tesitura de, con apenas unas imágenes, descifrar que está ocurriendo alrededor del ídolo dorado que da título al juego. Empezamos.

The Case of the Golden Idol tiene un bucle jugable muy definido. En cada uno de los doce casos, tenemos una o varias escenas donde podremos observar o bien un crimen en directo o las consecuencias del mismo, y deberemos investigar los elementos más importantes de estas escenas para descubrir cuáles son las principales pistas presentes así como que elementos debemos aclarar. Casi siempre tendremos que identificar quienes son las personas presentes en nuestra escena, quién ha hecho qué, y demás. Para ello, se nos presenta una segunda pantalla jugable donde se muestran nuestros pensamientos. Ahí, se nos desglosan distintos apartados del caso y debemos ir colocando las distintas palabras clave que descubrimos en el escenario.

A lo largo de 12 casos iremos descubriendo la extraña historia del ídolo dorado.

El juego nunca nos dice si hemos puesto las palabras correctamente hasta que apenas quedan dos palabras mal puestas. Es decir, dentro de un texto donde igual tenemos que colocar diez palabras, es imposible que podamos acertar de forma aleatoria, ya que hasta que no tengamos colocadas diez de las cuales ocho estén bien, no nos dirá que estamos cerca de la solución correcta. Esta pequeña concesión es necesaria en el sentido de ciertos tecnicismos en el vocabulario o a la hora de identificar nombres y apellidos de algunos personajes, nada que facilite la experiencia.

Es muy difícil hacer un análisis de este juego sin incurrir en el terreno de los destripes. Cada caso supera al anterior en complejidad y en técnicas de deducción, y no quiero comentar ninguna en concreto porque hay un par de momentos a lo largo del juego que me han dado la mayor satisfacción como jugador que he sentido desde que jugué al citado juego de Lucas Pope. Revisando las distintas notas, haciendo uso de papel y lápiz… es una maravilla la experiencia completa que ofrece The Case of the Golden Idol. Especialmente para los últimos tres o cuatro casos, que son varios de ellos los más complejos, y uno de ellos confía más en que estés atento a todo lo que juegas que simplemente a comparar las pistas como un robot.

Cada escenario tiene decenas de pistas, algunas útiles, otras no.

Por hablar de otros aspectos, la narrativa general es muy interesante. Si bien podían haber utilizado casos individuales que permitieran más libertad a la hora de generar situaciones, han decidido dotar de ese hilo conductor, el ídolo dorado y como va cambiando de manos en mitad de una trama de amoríos entre nobles, sociedades secretas, y por supuesto traiciones, muchas traiciones. Con un estilo artístico bastante peculiar, consiguen realzar todas las facciones de los personajes para que nunca tengas problemas a la hora de identificarlos por su cara. No es el pixel art más bonito de la generación, pero desde luego cumple algo mucho más difícil que es transmitirnos la información que pretende, incluyendo detalles vitales para los casos. Y en cuanto al apartado sonoro, la música nos pone en ese ánimo de investigación y misterio. Todo el conjunto quiere evocar ese estilo de novela de época en Inglaterra, tan asociada a las historias de detectives.

La narrativa incluye algún interludio tipo cómic que ayuda a aclarar ciertas cosas.

Por ponerle alguna pega al conjunto, es que quizá un par de casos más en un juego de este género, tan escaso a la hora de proliferarse, habrían sido de agradecer porque desconocemos cuando tendremos algo que nos ofrezca unas mecánicas similares, pero tampoco podemos penalizar la no existencia de algo cuando lo que nos ofrece de por sí da momentos de absoluta brillantez. Lo que sí es una pega, pero de nuevo, entendible por el trasfondo que tenemos -un estudio pequeño, sin una gran distribuidora detrás, con un juego altamente dependiente del lenguaje-, y es que no nos llega en castellano y no usa un inglés sencillo. De nuevo, entendible, pero algo que ha de mencionarse de cara a que los jugadores sepan donde se meten.

En definitiva, The Case of the Golden Idol es uno de los mejores juegos en términos de deducción y desarrollo que he jugado nunca. Uno de esos pocos juegos donde de verdad siento que las deducciones salen de mi persona y no del conjunto de prueba y error de mis opciones con el puzle pertinente. Imprescindible para aquellos que gustan de una buena deducción antes que una experiencia mascada, y es que el propio juego, ofreciendo un sistema de pistas, te insiste en que intentes conseguir sacar todo tú mismo, porque saben que esa sensación en el mundo de los videojuegos está por encima de cualquier otra.

Esta captura la hemos tenido que censurar para no destriparos nada, pero que os sirva para haceros una idea de las dimensiones que pueden alcanzar estos casos con una pequeña captura de la mitad del juego.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Evolve PR