Desde el primer momento en que probé su demo en el Steam Next Fest, supe que el nuevo juego roguelike de defensa de torres de tinyBuild y Hypnohead sería un vicio difícil de soltar. Bastó con iniciar el tutorial para que me viniera a la cabeza la fuerte adicción que me generó Loop Hero, un título que en su día fue todo un soplo de aire fresco. El juego del que hablamos hoy también se basa en bucles, aunque ejecuta la idea de forma distinta.
Aquí no hay mucha historia que contar: encarnamos a un rey en plena Edad Feudal cuyo objetivo es defender su imperioso reino de las fuerzas del mal que tratan de arrasarlo. El bucle es sencillo: nuestro monarca irá construyendo y mejorando todo tipo de estructuras y recursos dentro de una cuadrícula de 4×4 que se irá ampliando a medida que crece el reino.
A la vez que el reino prospera, irán llegando múltiples oleadas de enemigos. Lo interesante es que somos nosotros quienes organizamos el ataque enemigo, por lo que tenemos cierto control sobre qué tipos de criaturas nos atacarán en cada ronda. Derrotarlos tiene recompensa, así que conviene elegir con cabeza. Las recompensas pueden incluir nuevas tropas, recursos o incluso hechizos. Estos últimos, en general, necesitan ajustes, ya que se sienten demasiado similares entre sí y apenas aportan variedad a la partida, con la posible excepción de los fuegos artificiales, que aumentan la velocidad de producción de recursos. Al final de cada oleada aparece un jefe, cada vez más poderoso.
The King is Watching es un juego en el que nuestra plebe solo trabaja bajo nuestra mirada, por lo que no podemos despistarnos. Es esencial mantener siempre el foco en la producción y el uso de recursos para optimizar cada decisión, ya sea a la hora de construir, mejorar o formar tropas.
Una partida media puede durar entre 40 y 50 minutos, dependiendo del ritmo al que juguemos. Perder no supone un gran problema, aunque evidentemente siempre es mejor ganar. Al terminar la partida obtendremos denarios locales en función de los monstruos derrotados, y estos se pueden usar para contratar sirvientes o desbloquear mejoras de todo tipo: desde recursos iniciales difíciles de obtener, hasta nuevos edificios, monarcas jugables o consejeros que nos otorgarán habilidades pasivas. Vencer en una conquista nos da cristales de ascensión, que sirven para potenciar a nuestros reyes. Por ejemplo, Balduino puede conseguir un artefacto legendario si derrota a dos o más jefes. Además, estos cristales también nos permiten desbloquear nuevos monarcas.
Sin embargo, no todo es perfecto. Uno de los problemas del juego es que, aunque podamos elegir a qué enemigos enfrentarnos, el inicio de cada partida siempre es igual, lo que reduce la sensación de variedad real. Aun así, hay tantos recursos y recompensas diferentes que es frecuente darse cuenta de que podríamos haberlo hecho mejor, lo que nos obliga a pensar estratégicamente desde el primer momento.
Otro aspecto mejorable es que, pese a contar con una buena variedad de edificios, muchos de ellos resultan inútiles simplemente por la falta de espacio para usarlos de forma eficiente. La taberna, por ejemplo, permite aumentar la moral de nuestras tropas para que ataquen con más fuerza, pero esta mecánica no se explica con claridad y solo se descubre si prestamos atención. Por suerte, los edificios incluyen una breve descripción al pasar el puntero por encima, lo que ayuda a entender sus beneficios sin necesidad de menús complejos.
En cuanto a la compatibilidad con Steam Deck, el juego funciona muy bien en la portátil de Valve. Se apoya en el trackpad para fijar la mirada del rey y movernos por la interfaz, aunque presenta un pequeño inconveniente: no permite ajustar el tamaño de los textos, que se ven bastante pequeños y pueden dificultar la lectura.
Visualmente, el juego apuesta por un pixel-art poco detallado, con una paleta de colores clara que cumple sin destacar. En el apartado sonoro, opta por una melodía ambiental que no molesta, pero tampoco llama la atención. Está disponible en cinco idiomas, incluido el español.
En definitiva, The King is Watching nos lleva de lleno a una Edad Media fantástica donde debemos defender nuestro trono y proteger el reino de interminables hordas enemigas mientras desbloqueamos contenido y superamos desafíos. Es un título extenso, cargado de desbloqueables, con una buena rejugabilidad que puede entretenernos durante unas 30 horas. A pesar de algunos fallos en esta versión inicial, es un juego con mucho potencial que seguramente irá puliéndose con el tiempo.