Hay juegos que generan sensaciones encontradas. Juegos con un diseño cuestionable a la par que terriblemente inteligente, pero que consiguen dar un entretenimiento de calidad al jugador no son algo que te encuentres cada día, y diría que es lo que me he encontrado con este The Long Gate. El juego diseñado por David Shaw tiene sin duda una base construida sobre la lógica y las matemáticas que hacen de sus puzles algo único y muy satisfactorio. ¿Pero qué tal es el juego en general ahora que llega a Nintendo Switch?

Estos aparatos representan los circuitos y los medios donde se dan los puzles.

The Long Gate es un juego de puzles en primera persona, que en un primer momento puede recordar a un Myst o similares, pero que muy pronto deja clara su base real: las matemáticas, la lógica, y un lenguaje de programación bastante exigente. Y es este quizá el principal escollo del juego, que básicamente tiene cero accesibilidad y es que toda esta base viene presentada de forma confusa y que asume quizá demasiado del jugador para presentar sus puzles y sus mecánicas.

Por lo general, las mecánicas van cambiando, pero la principal es formar una serie de circuitos formando las llamadas «puertas lógicas». Tenemos un dispositivo de «salida», con algún tipo de información -normalmente presentada en código binario-, y otro de entrada, que tiene un requisito presentado en el mismo lenguaje que el de salida, de forma que jugando con los demás dispositivos disponibles en ese puzle -aparatos que funcionan como y/o/no-, alteramos la salida para que se corresponda con la entrada y así poder avanzar nuestra exploración de la misteriosa estructura donde nos encontramos. A grandes rasgos esta es la base de todos los puzles, pero el juego va escalando progresivamente con nuevas mecánicas, como programar nosotros mismos las entradas con un tablero numerado que nos permite introducir números en binario en el aparato con el que activamos todos los puzles. Y en general en ninguna de las tres dificultades del juego se tratan este tipo de nomenclaturas como algo que no conozcas, sino que en todo momento el juego asume que estás acostumbrado a tratar este tipo de lenguaje.

Algunos puzles nos pedirán utilizar lenguaje binario. Por un lado es un recurso decente, pero si no manejas mucho del tema se puede hacer bola.

Claro, si conoces algo -como en mi caso, que tengo nociones muy básicas de ésto-, o si eres un experto en la materia, los puzles resultan enormemente satisfactorios, y es que usan estos elementos de forma muy inteligente. Pero cuando me he encontrado con alguna mecánica nueva de la que no tengo base, ahí he sentido que me encontraba contra un muro donde el juego no te da feedback alguno. Mismamente, para hablar de esto, voy a hablar de los tres niveles de dificultad, que realmente no son dificultad como tal. El juego es exactamente el mismo en los tres, la diferencia es que en el modo más fácil aparecen un par de instrucciones más en los puzles y los aparatos vienen más señalizados, mientras que en el modo más difícil, llamado «Ingeniero», hay muchas menos señalizaciones. Esta diferente nomenclatura de los modos de dificultad es un poco engañosa, porque no es como si el juego estuviese diseñado de forma que Ingeniero te trate como si fueras un ingeniero y el resto como alguien que sabe un par de cosas, sino que Ingeniero te trata como alguien con cierta experiencia mientras que el modo más fácil te trata como alguien que acaba de terminar la carrera.

Por lo general y con esto en mente el juego puede ir con dos valoraciones. Si te gustan este tipo de estructuras matemáticas, el juego está muy bien. Es difícil, pero cuentas con las herramientas de antemano para ir superándolo. En cambio si no estás demasiado metido en ésto, el juego es un muro importante y te va a costar horrores avanzar porque no es nada claro ni con cual es tu objetivo en el puzle ni cuales son tus medios. Es una situación curiosa.

Desde luego el juego no brilla por su nitidez.

Donde sí se puede ser más tajante es con el tema del port a Nintendo Switch. Es una pena pero tenemos que volver a referirnos a ports como Ys IX Monstrum Nox u Observer y es que son juegos que no son para nada malos, pero que la insistencia en llevarlos a la consola híbrida de Nintendo gracias al éxito arrollador de la misma sin tener en cuenta las limitaciones técnicas de la misma nos llevaron a darles menos valoración de la que merecen, y es otra vez el mismo caso con el que nos encontramos en The Long Gate. Una resolución sorprendentemente baja tanto en portátil como en el dock hacen de la experiencia de este juego de puzles algo más escabroso aún, y es que varios de puzles tienen piezas pequeñas que apenas se ven por la borrosidad, y no digamos ya algunos de los textos que marcan los aparatos. Y no es un juego que sea especialmente demandante a nivel visual, pero el port está claramente descuidado y empaña por completo la experiencia.

En definitiva, me reafirmo en el mensaje de que The Long Gate, si tienes muy claro a lo que vas, de que necesitas tener ciertos conocimientos matemáticos traídos de casa, puede gustarte bastante si buscas una aventura de puzles en primera persona, pero que si entras con unas pretensiones similares a un The Witness o The Talos Principle, te vas a estampar porque la base de cada juego y el nivel de diseño accesible está en otro nivel, y es que el juego es difícil de base, súmale no saber nada de las mecánicas que utiliza y se convierte en uno de los juegos más difíciles del mercado. Añádele la dudosa versión de Nintendo Switch y tenemos un producto que solo se puede recomendar a jugadores muy, muy concretos.

¿Descubriremos los misterios de la torre?

 


Este análisis ha sido realizado en Nintendo Switch mediante una copia cedida por Neon Bedlam