Después de dos sendos juegos narrativos, hay que descansar. Para ello, es hora de volver a lo que os tengo acostumbrado, los roguelikes de cartas. El que hoy nos ocupa, The Royal Writ, tiene un par de vueltas que lo hace interesante. El juego, de un estudio relativamente desconocido hasta ahora, apuesta por un estilo visual colorido para entrar por los ojos. Y cuando lo empiezas a jugar, se observa rápidamente que el aspecto no es en lo único que The Royal Writ destaca. Hay mucho más.
The Royal Writ es un juego de cartas, pero también es una especie de ajedrez, donde la colocación de las unidades es la habilidad más importante que debemos conseguir. Antes de entrar en eso, también hay que nombrar la historia del juego, narrada en pequeños videos y viñetas, donde el rey manda “cartas” a sus enemigos. Esas cartas en realidad son montones de soldados que van a reventar absolutamente todo lo que haya en su camino. Luego, verá su error y en la segunda parte del título veremos cómo intenta enmendarlo. La historia está contada en tono de humor y la verdad es que consigue sacar unas cuantas sonrisas.
Pero es en la jugabilidad donde encontraremos la “chicha” de The Royal Writ. Tendremos cartas que colocaremos en varias filas -que pueden variar según el combate en el que nos encontremos-. Estas unidades irán avanzando y haciendo daño al terreno, hasta llegar al final. Si no destruimos la zona antes de que lleguen, las unidades irán muriendo una a una. Para hacer daño, tenemos dos tipos de unidades, los sumandos y los multiplicandos. Juntas, hacen una operación final que será lo que quitemos a la base del enemigo. No podemos tener cero en ninguna de las dos, o el resultado será cero también.
Este sistema es bastante extraño, pero funciona mejor de lo que parece. Cada carta tendrá un efecto propio, como modificaciones a las columnas, más daño si se cumplen ciertas condiciones, o apoyos a otras cartas. En la combinación de cartas está la llave para la victoria. Cuando hagamos estas sumas y multiplicaciones, deberemos tener en cuenta también los números negativos, ya que todo ello influirá. Algunas cosas son liosas, y puede que le choque a cierta sección de jugadores, pero con tiempo y partidas todo llega a buen entendimiento.
Las batallas contra los jefes añaden una capa de complejidad bastante interesante, como ritmo para actuar cuando el juego nos diga o enemigos que añadan números negativos. Hay veces que esto se volverá en contra de ellos, y nos echaremos buenas risas a veces. Una vez hemos completado el primer acto, el juego introducirá unas pocas novedades jugables que harán que el juego se mantenga fresco. Sin embargo, hay que decir que el juego está bastante peor nivelado en la segunda parte que en la primera, con cartas que funcionan peor y jugabilidad muy difícil en ciertos momentos.
Si se mueren varias de nuestras cartas, deberemos reponerlas. Aquí entra la parte más típica de The Royal Writ. Tendremos que avanzar por un camino con eventos, tiendas y demás parafernalia típica del género roguelike. En este caso, habrá momentos no queramos añadir más cartas, ya sea porque las que tenemos funcionan muy bien o porque tenemos nuestra mano máxima. También podremos conseguir todo tipo de baratijas y amuletos, aunque en este título creo que no son tan importantes como en otros. Las cartas lo son todo.
Una cosa que solo encontraremos en The Royal Writ son las mejoras del tablero. Aunque haya diferentes zonas de combate, nuestro tablero es prácticamente igual siempre. Por ejemplo, hay un sumando arriba en cada columna, que podremos mejorar para que pase a ser un multiplicando. También hay diferentes mejoras para la primera columna de cada espacio, potenciadores para nuestras unidades. Los escenarios tienen un buen número de potenciadores y debilitadores. Son bastante importantes y hay veces que es fácil que pasen desapercibidos. En las primeras partidas es difícil saber por qué tus unidades mueren, y gran parte de las veces la culpa la tienen los debilitadores del mapa.
Visualmente The Royal Writ es espectacular. El diseño de las cartas y las animaciones del escenario son un gustazo de ver, con un toque antiguo. Al fin y al cabo, el protagonista es un rey de la Edad Media, y envía muchas cartas, así que el tono de manuscrito del que el juego hace gala está bastante conseguido. La música también casa muy bien con lo visto en pantalla, y cambia dependiendo del momento. Da gusto de vez en cuando ver un juego cuyos desarrolladores han puesto todo su empeño para que resulte agradable de jugar. Abrir The Royal Writ te arregla el día.
En resumen, The Royal Writ es un juego que intenta cosas nuevas y las ejecuta con soltura, pero con algún que otro fallo. Se trata de un título de cartas y combos para aquellos amantes de las matemáticas que no busquen una propuesta muy profunda, pero sí bastante divertida.