Hay veces que conectas con un videojuego. Esto no ocurre muy a menudo, de hecho diría que son las menos, pero cuando pasa, hay que estar ahí. The Wandering Village es un juego de gestión que lleva muchos años en acceso anticipado, y aunque algo había visto, ha sido ponerme con él y me ha atrapado como ningún otro juego en estos últimos tiempos. Desde el tráiler, con un estilo claramente influenciado por Ghibli, hasta una jugabilidad exquisita, pasando por un precio realmente ajustado, The Wandering Village cumple todos los apartados que más me importan, e incluso alguno que normalmente no suelo valorar tanto.
The Wandering Village es un juego de gestión en el que tendremos que tener en cuenta dos elementos clave: nuestros pueblerinos y la criatura sobre la que viven. Porque sí, en este juego no montamos nuestra base en un lugar fijo, sino que lo hacemos sobre una enorme criatura llamada Onbu -aunque podremos ponerle el nombre que queramos- que nos llevará de un lado a otro. Esta capa extra de jugabilidad influye muchísimo, y cuidar de este ser gargantuesco será todo un juego en sí mismo.
Pero empecemos por lo más clásico: nuestro poblado. Tendremos que realizar las típicas tareas, como recolectar piedra o madera, o cultivar verduras en nuestra huerta. Todo esto resulta bastante tradicional y automatizado: simplemente hay que dar la orden y los campesinos ociosos se pondrán a trabajar donde les indiquemos. También hay un sistema de prioridades para que, en caso de que tengamos que construir algo rápidamente o realizar una tarea urgente, podamos marcarlo como prioritario.
Este juego tiene una gran variedad de materiales, casi tantos que recuerda a The Settlers, donde también había que organizar muchísimos recursos. Aquí no hay tanta materia prima desde el principio, sino que varios elementos tendremos que producirlos nosotros mismos. Por otro lado, la exploración de los alrededores será clave para conseguir ciertos recursos que no podemos obtener por nuestros propios medios, como la sal o el hierro.
Pero vayamos a lo importante: la criatura. Onbu es tremendamente adorable, y nos ofrece un gran terreno sobre su lomo donde construir nuestro hogar. Tiene piedra y madera suficientes como para mantenernos casi eternamente, pero a cambio tenemos una gran responsabilidad: cuidarlo. Y no será tarea fácil, sobre todo en las dificultades más altas. Onbu puede envenenarse, lo que podría costarle la vida; y eso no podemos permitirlo. Nuestra relación con la criatura es completamente simbiótica: si algo le pasa, nosotros no sobreviviremos, y viceversa. Por ello deberemos construir edificios que estudien y analicen a Onbu, con la esperanza de entender mejor cómo funciona y cómo comunicarnos con él.
Lo primero será indicarle el camino. En The Wandering Village viajamos por distintos lugares y biomas. Cada uno tiene sus propias reglas, con ventajas e inconvenientes. El camino lo elige Onbu, pero podemos intentar influir en su decisión ganándonos su confianza. Si le damos de comer, le caeremos mejor, y será más propenso a hacernos caso. Tendremos que construir ciertos edificios para poder interactuar con él, y eso añade mucha profundidad al juego. Cuidar de Onbu es un trabajo tan exigente como mantener vivos a nuestros pueblerinos.
Los biomas son parte fundamental, como ya he comentado. Algunas verduras y frutas necesitan condiciones específicas para crecer, y si no disponemos de esos cultivos, podemos pasarlo mal y acabar muriendo de hambre. Algunos biomas incluso cambian el estilo de juego por completo, como el mar. Además, tendremos eventos aleatorios como tormentas o heladas que afectarán temporalmente a las condiciones. Hay buena variedad y siempre hay que estar atentos al entorno. Debemos guiar a Onbu por zonas donde haya lo necesario para su supervivencia, ya sea comida o buenos lugares para descansar.
El juego ofrece una historia que explora el origen de Onbu, pero no voy a entrar en detalles. Encontraremos una antigua ruina sobre la criatura, y una vez reparada y mejorada comenzará la narrativa. Descubriremos que nuestro Onbu no es el único ahí fuera, y que en el pasado ya fueron estudiados… Misterioso, cuanto menos.
Visualmente, es difícil que un juego me guste más que The Wandering Village. Combina dos estilos bastante distintos que, en mi opinión, casan a la perfección. Los escenarios están realizados en tres dimensiones, con una vista isométrica algo particular, pero muy funcional. Por otro lado, los personajes y diseños están dibujados en dos dimensiones con un estilo muy marcado que recuerda a Ghibli. Todo en este juego es precioso, y dan ganas de no parar de mirarlo nunca, así os lo digo.
La música de este juego es una joya. El tema principal, que suena nada más abrir el juego, evoca cierto misticismo difícil de encontrar. El coro nos transporta a otra época, desconocida y extraña. El resto de la banda sonora mantiene el nivel, con un estilo muy particular que encaja perfectamente con la propuesta de The Wandering Village. Esta sonoridad eleva la experiencia general del juego.
En resumen, The Wandering Village es un juego especial. Interesante, desafiante, bonito y profundo. Nos propone cuidar de una criatura majestuosa que a su vez nos cuida a nosotros, mientras gestionamos una comunidad en movimiento constante. Su estilo visual es precioso, su música es envolvente, y ofrece una gran cantidad de horas de diversión por menos de veinte euros. Si os apetece algo de gestión con un giro original y un encanto difícil de explicar con palabras, yo lo tengo claro: no veo mejor compra que ésta ahora mismo.