El verano es una época del año fuertemente asociada a costumbres y tradiciones. Es ese momento del año en el que los más afortunados pueden disfrutar de sus vacaciones y perderse en una vorágine de fiestas populares, playas y noches de terraceo. En mi caso particular, quizá por haber crecido viviendo las hazañas del gran Indurain en la etapa de mayor afición por la bicicleta en España, puedo decir que no hay verano si parte de las calurosas tardes de julio no están ocupadas con la competición ciclista más emblemática de todas: el Tour de Francia.

Como seguidor de este deporte puedo decir que este juego que nos ofrece Cyanide, contando para ello con la licencia oficial del Tour, es un sueño hecho realidad a pesar de sus imperfecciones, puesto que ofrece una experiencia que resulta un reflejo bastante fiel de la carrera real. Se podría pensar que los Tour de France son una versión más simple y accesible de los Pro Cycling Manager del mismo estudio y, aunque esto fue cierto en sus orígenes, nada más lejos de la verdad. Controlamos a un único corredor de forma simultánea, aunque podemos ir alternando entre todos los corredores de nuestro equipo, y deberemos gestionar su esfuerzo a lo largo de cada etapa dosificando su energía, de forma que la clave, como en la realidad, radica en saber controlar la carrera y medir muy bien los tiempos adecuados para lanzar nuestros ataques o contrarrestar los de nuestros rivales.

Todo esto ya supone monitorizar una importante cantidad de parámetros y planificar numerosas estrategias acorde a las condiciones cambiantes de carrera, pero la complejidad se eleva hasta límites exponenciales cuando entran en juego las ordenes de equipo o cuestiones más técnicas como el adecuado posicionamiento de nuestro corredor en el pelotón para evitar abanicos o reducir el esfuerzo colocándose a rueda de otro corredor.

Se trata, por tanto, de una simulación muy satisfactoria a pesar de las evidentes raíces arcade de la propuesta, pero que muy probablemente provocará la huida de cualquier persona sin interés o conocimientos avanzados de ciclismo. Esta complejidad no es siempre consecuencia de las posibilidades ofrecidas por el juego, también hay problemas derivados de una interfaz farragosa a la que cuesta acostumbrarse y en la que en muchos momentos es bastante difícil encontrar la opción que deseamos, sobre todo cuando queremos dar órdenes a nuestros compañeros. Es un obstáculo que se solventa con la práctica, ya que los tutoriales, a pesar de ser largos, no son de demasiada ayuda, pero que añade una nueva barrera de entrada para los jugadores menos pacientes o menos interesados en este deporte.

Lo que sí que resulta un problema para cualquiera, experto o no, es el comportamiento irreal que tiene en ocasiones el pelotón. Se ha pulido con respecto a anteriores entregas, pero siguen existiendo patrones muy claros que permiten anticipar el momento en el que nuestros rivales van a lanzar un ataque -la IA se vuelve absolutamente loca en muchas ocasiones al pie de los grandes puertos- o corredores que van con dos marchas más que el resto, sin mostrar ni un solo momento de debilidad. No es algo que moleste especialmente durante las primeras horas, pues, como digo, se ha mejorado con respecto a entregas anteriores, pero a largo plazo contribuye a reducir la vida útil del juego, al volverlo predecible

Vida útil que, por otro lado, es considerable, puesto que además del Tour, tendremos otras numerosas competiciones a nuestra disposición, como la París-Roubaix, la Dauphine, la Paris-Niza o la Lieja-Bastoña-Lieja, así como la posibilidad de crear nuestra propia competición seleccionando entre más de 84 etapas o permitirnos llevar a la gloria a un corredor desde sus inicios en el modo Pro Tour. Esta diversidad de opciones se agradece y esconde muchísimas horas de juego, puesto que incluso, si lo deseamos, podremos correr las etapas completas de principio a fin, incluso las más intrascendentes, aunque también existe la posibilidad de acelerar el tiempo o centrarnos directamente en los momentos más importantes de las etapas decisivas.

A pesar de todo, y aunque queda patente el esfuerzo hecho por los desarrolladores, lo cierto es que hay una carencia importante de novedades con respecto a anteriores entregas. Se han pulido aspectos del juego -como el ya citado comportamiento de la IA-, se han actualizado plantillas, se han solucionado bugs y se ha añadido contenido, pero la base continúa siendo exactamente la misma de la anterior entrega, cuando ésta ya pecaba de ser excesivamente continuista.

Es este un mal endémico de los juegos deportivos con licencia, obligados a lanzamientos anuales en los que no existe margen temporal para realizar revoluciones, pero que llama todavía más la atención en títulos que tienen un margen tan evidente de mejora como este Tour de France. La IA, a pesar de la mejoría, todavía no está a la altura, la interfaz necesita una vuelta de tuerca y la presentación general y el apartado técnico requieren una actualización urgente.

Probablemente sea pedirle demasiado a un juego enfocado a un nicho tan concreto, pero esperemos que Cyanide consiga dar un salto de calidad en la próxima generación, la cual ya recibirá en los próximos meses una versión actualizada de este Tour de France 2021.

 


Este análisis ha sido realizado en Xbox One mediante una copia cedida por Homerun PR