Análisis – The Holy Gosh Darn
Cogiendo el monóculo y la copa de coñac, podríamos disertar que el humor lleva con los videojuegos desde el mismo PONG! que sería su primer representante comercial. Puede ser de forma indirecta, unos graciosos palitroques golpeando bolitas, rompiendo ladrillos o cogiendo puntitos. Por las limitaciones tecnológicas que hacen más fácil crear algo gracioso, simpático y directo como un Pac-Man que un dramón orweliano. Incluso aventuras que ya tenían esos dramas como los j-RPG, lucían diseños simpáticos y hasta agradables. Ahí dejo nuestra entrada del Mystic Quest, porque es momento duro tras momento duro, con una apariencia adorable en muchos...
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