Ah, el pasado del videojuego. Un enorme lago, ¿que digo? ¡Océano! Para nadar por él y perdernos. Y cuando pensamos que las propuestas adultas, hardcore, mature, o el nombre que los tiempos pongan a los videojuegos que no es conveniente que juegue la gente más joven y/o susceptible, resulta que diez años después del primer videojuego comercial, el PONG de Atari ¿Podíamos violar a una mujer precisamente en la pionera del videojuego hogareño? Custer’s Revenge, de eso se habla aquí.

1982, Atari es la plataforma doméstica de videojuegos dominante en el mundo, aunque sea a través de una empresa y mercado estadounidense. La Atari 2600 tenía la mayor presencia en los hogares, aún con otras marcas, que la mítica Coleco Vision veía la luz este año, pero había un clima de libertad en una plataforma propietaria tan curioso como extraño. De ahí vienen compañías como Mystique, una filial de la productora de la industria del porno, Caballero Control Corporation, y sello Swedish Erotica como marca o distintivo de ese tipo de porno o personajes.

La cosa es tal cual la veis en la foto: el general George Armstrong Custer es bastante conocido a nivel histórico por el fiasco que supuso la batalla de Little Bighorn -hagan sus semejanzas con el juego, sí– entre el ejército estadounidense y los indios de nada menos que el jefe Toro Sentado y el general Caballo Loco. Pues aquí el rubio general va a vengarse de la afrenta, violando a una nativa americana. No, no es un cebo chusco y fácil, o la nueva SJW History, es lo que hay. Y se puede ilustrar bien y fácil.

El juego es lo que se ve ahí. Empiezas en el lado izquierdo de la pantalla, solo vestido con tu sombrero, pañuelo, botas y la sonrisa, mientras el falo se mueve ondulante. Y vas moviéndote hacia la derecha con una poderosa erección animada, esquivando las flechas, para alcanzar a la nativa desnuda atada al cactus, aunque no se vean cuerdas en el juego en si.

Y es que hay que «darle lo suyo», si nos ponemos a hablar de forma bufa y chusca, porque al llegar al final y penetrarla, no volvemos al principio de nuevo como en tantos juegos de diseño similar, hay que darle varias veces hacia adelante, y cuando parece que culminas el acto, es cuando el jugador vuelve al principio. Te puedes separar para esquivar las flechas, pero tras un número de lances, igualmente vuelves al lado izquierdo de la pantalla.

Particularmente, esta mecánica para puntuar no me hace sentir precisamente cómodo. Adoro el gamberrismo desenfrenado, por supuesto los juegos y material que saben usar el erotismo con ingenio…o de forma gratuita ¡Que narices! Pero es que el juego era exactamente así: violar a una persona, llegando al final del acto, y repetirlo una y otra vez para seguir subiendo la puntuación.

No es un Larry, o siquiera, algo como el cancelado Six Days in Fallujah, donde la temática podrá ser controvertida pero los actos del jugador son más correctos, dentro de unos límites, variables para cada cual. De hecho, de Mystique, ahí está algo también burro como el Beat’em & Eat’em, y aquí acepto pedradas porque esta gamberrada sí me saca una sonrisa:

El jugador maneja a las dos mujeres…sedientas…Hay que decir que los juegos de Mystique eran más malos que mandar a la abuela a por droga infectada por Coronavirus-19. Un diseño jugable y técnico simplón a matar, que me imagino costaría más la logística y distribución de los juegos, aunque sea por el transporte, plástico, silicio y cartón de cajas y cartuchos, que la programación en si.

Y es que Mystique buscaba simplemente dar la nota y ventas fáciles. Con Custer’s Revenge consiguió ambas cosas, con 80.000 cartuchos vendidos -una cifra muy buena para un juego tan polémico y de tan baja calidad-, y denuncias sobre asociaciones de mujeres, y los nativos americanos. Sus responsables salieron a matizar, pulir, e intentar librar, pero es lo que digo, el juego es lo que es. Y cada cual lo acepte según su moral.

Mystique se vendió a Playaround, que modificó un poco el juego, haciendo que la nativa extendiera el brazo cuando Custer se acercaba y retocando el color de su piel. E incluso, lanzó una versión donde era la nativa, que por cosas de la vida, originalmente se llamaba…Revenge, quien iba a buscar al malogrado general para darse el lote. Esta vez, esquivando balas de cañón en vez de flechas. Una forma de intentar limpiar su imagen, en otro juego más malo que un dolor de muelas.

Como comentaba al principio, hoy día nos parece impensable que una compañía propietaria no tenga control sobre sus juegos, y es que la Atari 2600 era casi el Far West -ejem-, donde las compañías lanzaban lo que les daba la gana, y había bastantes juegos malos de temática erótica/pornográfica, sin que la compañía de Nolan Bushnell tuviera ningún manejo sobre ello. Hoy día, pensaríamos en el PC como una plataforma con esa libertad de lanzamientos.

Y precisamente uno de los puntales del crack del 84 era esa enorme cantidad y deficiente calidad de tantísimos juegos del mercado, la falta de control de contenidos y calidad volviéndose en contra. Y el motivo de que una política de control ferreo como hizo Nintendo con su NES incluso fuera bien recibida por editores y público con el tiempo.

Como última curiosidad, Custer’s Revenge tuvo un curioso remake hecho en Brasil en 2008. Tiene más añadidos jugables, música vaquera, voces digitalizadas muy…evocadoras, más obstáculos, como mujeres con tijeras que quieren cortarle a Custer su cosita de hacer pipí, y podemos usar nuestro esperma como arma para defendernos de ellas, o disparar a las flechas…incluso en diagonal. Con sus excesos, aquí el juego no me genera el rechazo del otro, el acto me parece más satirizado y divertido. Pero ¿Soy una persona horrible porque jugando a esto me acuerde del Sunset Riders de Konami?

Seguramente así sea. Y recordando al respetable que mi compañero Pedro Díaz San Miguel sacará una entrada de más gusto que esta la semana que viene, me despido. Mi próxima vuelta a esta sección será con un bello juego de corte caricaturesco y familiar ¡LO PROMETO, PALABRA, CREÉDME!