Puede que el juego del que hoy estemos hablando ni os suene, y es que a mí me pilló totalmente de imprevisto. Pero este no es el primer acercamiento de Chasing Rats Games al mundo de los videojuegos. Ya en el pasado se ganaron mi corazoncito con Struggling, un juego la mar de divertido que mezcla plataformas con un sistema de físicas, con el cual controlábamos las distintas partes corporales de una abominación blandurria. Esta vez, la empresa ha tocado un tema que me encanta: las sectas satánicas. En innumerables ocasiones me he puesto en la piel de un sectario, con casos como Cultist o Cult of the Lamb que se me vienen a la cabeza.
Esta vez no controlaremos a un cordero satánico, pero la realidad será parecida, ya que manejaremos a un jefe ritualista. Nuestra misión será sencilla: llevar a cabo rituales satánicos con el fin de adorar a nuestro dios. Reclutar seguidores, conseguir viejas reliquias y sacrificarlos si así lo quiere el dios serán tareas habituales. Con un toque pícaro y una breve introducción, así arranca este Worship, que tiene algún que otro punto que pulir.
Algo que me chocó bastante del título es que el tutorial no está integrado dentro de la primera partida del jugador. Esto se siente extraño, ya que el juego te lanza directamente a un mundo donde no te explica nada, dando por sentado que has entrado en el tutorial de forma independiente. Creo que el tutorial debería ser la introducción al juego y estar ligado a la primera partida.
En cuanto a las mecánicas, Worship es un roguelike que no reinventa nada, pero sí le da un enfoque que lo diferencia del resto y lo hace único. Se nota que está en una versión anticipada y debe pulir ciertas cosillas, como el hecho de que morir no recompensa, y el progreso de las partidas se siente un poco vacío, ya que prácticamente se limita a la partida.
El motor del juego es la sangre. Gracias a ella podremos realizar desde rituales para convertir gente hasta invocar criaturas lovecraftianas, lo cual haremos pintando el suelo con nuestra propia sangre. Podemos seleccionar hasta cuatro rituales relacionados con formas geométricas tales como triángulo, círculo, cuadrado y rombo. No creo que tenga que decirlo, pero cada ritual es único y necesitaremos tener precisión de cirujano dibujando las formas. Si fallamos, el ritual no se completará. Si se te da mal dibujar, puede que este no sea tu juego. En ocasiones, yo mismo, en vez de realizar un círculo, hice un redondel y el ritual no se llevó a cabo.
El objetivo del juego es venerar a nuestro dios, y esto se traduce en conseguir objetos valiosos y carne que sacrificar. En otras ocasiones, deberemos usar la sangre para pintar diseños que desbloquearán cofres con diferentes tipos de recompensas. Estas van desde un poquito de sangre para recuperarnos hasta nuevos rituales que poder asignar. También encontramos invocaciones, las cuales suelen constar ya de formas más avanzadas, como en el caso de la espiral, que nos permite invocar a un ave del inframundo. Si nos quedamos sin sangre, nuestro personaje se debilita, por lo que siempre hay que supervisar cuánta nos queda. Si estamos en un momento crítico, podremos recuperar sangre de donde menos te imaginas.
La otra gran mecánica del juego es la de los seguidores. Estos harán lo que nosotros indiquemos, con un sistema muy similar al de Olimar y los Pikmin, ayudándonos a resolver puzles e incluso a atacar enemigos. La estructura es la típica de todo roguelike, y la partida terminará cuando nos enfrentamos a un boss. Por ello, es importante juntar una buena muchedumbre de seguidores dispuestos a hacer lo que sea. A diferencia de Olimar, nuestro líder ama la sangre, por lo que no tiene escrúpulos y no tendrá problemas en acabar con un par de vidas si la situación lo precisa. El juego no es complicado, pero es importante tener buena mano dibujando, o puede ser un verdadero calvario.
Por otra parte, también comentar que el juego cuenta con modo cooperativo, el cual, en la versión que he jugado, solo permitía cooperativo a dos jugadores, pero está planteado que en su lanzamiento se amplíe con multijugador a cuatro jugadores. Además, el juego cuenta con compatibilidad total con mando, y aunque se deja jugar en Steam Deck, su rendimiento no es muy destacable. No está confirmado que sea un juego adaptado para la Deck, pero estoy seguro de que, con el tiempo, fijo será un verificado de la portátil de Valve.
En el apartado visual, el diseño es simple, el juego apuesta por un estilo de dibujo hecho a mano, en blanco y negro, que solo se tiñe de color cuando gastamos un poco de sangre. Aun así, creo que sería necesaria una paleta de color. Me recuerda a juegos como Inked: A Tale of Love, que fue diseñado con bolis Bic. En el apartado sonoro, el juego cumple con un ambiental que no decepciona y que nos permite centrarnos en nuestra verdadera misión: adorar y servir a Dios. Además, el juego se encuentra, desde su lanzamiento, traducido a varios idiomas, entre los que se encuentra el español.
Al ser un modelo en Early Access, se nota que le falta alguna que otra cosa que pulir, como ya he comentado. Pero tras unas buenas horas, doy por seguro que, en lo jugable, va como la seda y, de contenido, no va nada mal, aunque ahora mismo solo podemos adorar a Hubryus. Algo que, para algunos, puede ser insuficiente, sintiéndose repetitivo. Además, el juego no cuenta con una progresión muy allá más allá de la propia run, y esto puede ser una pequeña contra. Aunque estoy seguro de que el equipo de desarrolladores está trabajando en todos estos detalles y poco a poco irá puliéndolos hasta llegar a una versión final. Para mí, se ha convertido en toda una sorpresa que no esperaba dentro del panorama indie.