Tres hermanos, tres deidades oscuras, conocidos como los jinetes de las serpientes, quieren sumir el mundo de los elfos en las tinieblas… y esas cosas que siempre pasan en este tipo de historias… pero ¿para qué nos vamos a engañar? No hemos venido hasta aquí a que nos cuenten historias, ¿verdad? No. Hemos venido a arrasar enemigos.

Raven Software fue fundada en 1990 por los hermanos Raffel, dos aficionados a los juegos de rol que se iniciaron en la industria del videojuego con un título inspirado en Dragones & Mazmorras: Black Crypt.

Entran en contacto con id Software poco después, e inician una relación que durará 15 años.

Su primera colaboración será el juego de rol ShadowCaster. Pero el éxito llegará con Heretic, en 1994, licenciando el motor de Doom y con John Romero al cargo de la producción.

Parece que fue ayer cuando dejamos las colonias marcianas atrás, tras limpiarlas de las hordas del infierno, pero hay cosas que nunca cambian.

Con Heretic nos llevan de vuelta a un mundo de espada y brujería, al tiempo que se apuntan al género de moda, de la mano de los líderes del sector.

Heretic no oculta su condición de hermano de Doom. Se mueve como Doom, se siente como Doom. Llega al extremo de tener un equivalente casi de cada arma. Así, el bastón es el puño, los guanteletes son la sierra mecánica, la vara élfica es la pistola, la ballesta, la escopeta… y la lista sigue.

Además de las armas, contamos con algunos objetos mágicos que harán nuestro trabajo un poco más fácil, entre los que podríamos destacar el tomo del poder, que aumenta el daño de todas las armas, o el huevo mágico, que convierte a nuestros enemigos en gallinas.

Como es habitual en el género, los enemigos se presentan en una amplia gama, desde los que andan a los que vuelan, unos atacan cuerpo a cuerpo mientras otros nos disparan, grandes y pequeños, fuertes y débiles, y hay enemigos fantasmales que no son afectados por ciertas armas… dando mucha variedad al combate, sobre todo cuando se juntan enemigos de distintos tipos en una misma área, forzándote a planear sobre la marcha a cuáles atacas primero, o qué armas usas.

Los mapas tampoco decepcionan: son complejos, laberínticos, con sus llaves, sus puertas, y sus secretos, que nos harán ir y venir varias veces por las mismas áreas.

Heretic funciona sobre el motor de Doom, pero incluye algunas mejoras con respecto a lo ya visto en el juego de id Software. Introduce un nuevo elemento en el género: el inventario. Podremos recoger diversos objetos a lo largo de nuestra aventura, seleccionarlos y activarlos cuando sea necesario.

También nos permitirá por primera vez mirar arriba y abajo. Porque, por raro que nos suene hoy en día, en Doom no podíamos mirar arriba y abajo. Con el arma sólo teníamos que apuntar en el eje horizontal y los enemigos que estaban a distinta alturas recibían el impacto en cualquier caso.

El entorno también juega un papel más destacado. Hay corrientes de agua que arrastran al jugador. El hielo nos hará patinar. Y también encontraremos plataformas sobre lava, que se hunden bajo el peso del protagonista.

Heretic es, en muchos aspectos, Doom. En motor, jugabilidad, equilibrio entre armas, variedad de enemigos, diseño de mapas, sensaciones que transmite a los mandos… Ese es su punto fuerte y su talón de Aquiles. Porque Heretic no tiene otro elemento diferenciador más allá de su ambientación de fantasía oscura.

Y es un juego muy disfrutable, ojo. Si te gusta Doom y te gusta la fantasía oscura, este juego te tiene que gustar. Es difícil fallar cuando se apuesta sobre seguro de esta manera. Los chicos de Raven Software simplemente no arriesgan. Lo cual no es necesariamente algo malo, si cumple de sobra con su función de entretener.