La escena española nos vuelve a sorprender una vez más con nuevos talentos. En esta ocasión es el estudio catalán Altered matter, fundado en Barcelona y con tan solo cuatro miembros en su equipo, el que nos ha traído una primera obra muy original y bien planteada que ya quisieran muchos haber creado. Hablamos de Etherborn, un juego de puzles y plataformas que nos hará devanarnos los sesos en todos los sentidos.
En Etherborn encarnamos a un ser de luz transparente y desprovisto de voz que, guiado por una especie de ser superior, deberá avanzar por niveles hasta llegar a su objetivo. A través de una serie de mundos oníricos y cargados de imaginación, nuestro objetivo será ir avanzado y desbloqueando nuevas secciones para poder llegar hasta el final del nivel.
Lo de niveles cargados de imaginación no lo digo por decir, pues tendremos que afrontarlos como un todo en el que tendremos que pensar en tres dimensiones y desde todos los ángulos si queremos salir airosos. Basándose en la famosa obra de M.C. Escher, en Etherborn tendremos que jugar con las leyes de la gravedad y la física para conseguir nuestro objetivo. Nuestro extraño personaje deberá caminar por secciones en las que la gravedad del suelo irán cambiando constantemente y las paredes pasarán a ser el suelo y viceversa, algo que recuerda en cierta manera a un concepto similar al de Gravity rush.
Este concepto puede asustar a muchos así de primeras pero lo cierto es que tiene un diseño de niveles espectacular y nada rebuscado. Es verdad que tendremos que darle al coco más de lo normal para plantearnos como llegar a X sitio o recoger ese orbe que vemos en una zona aparentemente inaccesible, pero no se trata de niveles imposibles solo para superdotados ni mucho menos, por lo general son bastante asequibles pero sin resultar un paseo, y con un poco de pensamiento abstracto y del inevitable «ensayo y error» encontraremos la solución sin problemas.
Y a pesar de todo lo anteriormente mencionado, el juego deja con muchísimass ganas de más ya que es corto, demasiado corto. Contaremos con tan solo cinco niveles que, pese a estar muy bien diseñados y disfrutar cada rincón de ellos, se hacen insuficientes para un juego de este estilo. No pedimos una veintena de niveles ya que entiendo que el diseño tan complejo de los mismos requiere un tiempo y un esfuerzo agotador, pero si se hubiese alcanzado la cifra de 8 o 9 me hubiese dado por satisfecho. Para solventar esto en cierta medida, tras acabar el juego normal -lo cual nos puede llevar apenas un par de horas- podremos jugar una Nueva partida+ en el que algunos elementos cambian de posición y los orbes necesarios para avanzar se encuentran más escondidos. Una pequeña vuelta de tuerca a los mismos niveles para sentir que no es un juego tan corto como en principio parece ser.
Es en la trama donde se encuentra uno de los mayores peros, ya que el juego peca de querer ser más de lo que puede o quiere aparentar. A título personal, no me gusta nada esta nueva hornada de proyectos que pretenden ofrecer un mensaje profundo para entrar en la categoría de «juegos reflexivos» y no considerarse juegos planos, y si ofrecen algún mensaje prefiero que el juego gire alrededor de dicha idea y lo haga de manera correcta como lo pueden hacer Journey o Inside por ejemplo. No comprendo ese miedo a crear un juego que no haga reflexionar, nadie le pide a Tetris o Pacman que te haga pensar sobre algo y trastoque tus ideas. En Etherborn ya tenemos una base excelente que es el concepto del puzle tridimensional y gravitacional, y como juego de puzles puro y simplista queda genial, no es necesario añadirle un trasfondo introspectivo y grandilocuente que termina por no conducir a ninguna parte solo para ofrecerle un final al juego. Hubiese preferido que el tiempo dedicado a desarrollar ese argumento se hubiese invertido en crear nuevos niveles o modos.
Pero volviendo a otras bondades de este título nos vamos al apartado sonoro, donde encontramos una banda sonora maravillosa compuesta por Gabriel Garrido y grabada con músicos en vivo, melodías oníricas con un gran uso de instrumentos de cuerda y viento que sin duda ambientan de manera perfecta dichos niveles que parecen sacados de algún tipo de ensoñación. A nivel de efectos de sonido, lo cierto es que se apuesta por la sencillez y el minimalismo y no destaca demasiado en ese sentido, utilizando sonidos suaves y relajantes al movernos o al recoger objetos. Y como no podía ser de otra manera, contaremos con el castellano como idioma principal tanto en textos como en voces.
En definitiva, Etherborn es una de las experiencias más gratificantes del año, una obra cargada de originalidad y buen hacer a la que se nota que le han puesto empeño e ilusión. Como mencioné anteriormente, es una pena la cortísima duración del título y lo desaprovechado que está ese concepto que podría haber dado para mucho más en términos jugables. Ojalá este estudio nos sorprendan con una secuela o juego similar que sepa explotar mejor sus virtudes y posibilidades.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Wire Tap Media