Con ‘s’ o sin ella en la primera palabra, antes incluso de que la segunda película de Depredador de Stephen Hopkins nos hiciera soñar con el cruce, la editorial Dark Horse ya nos hizo salivar a los frikos de tan carismáticas criaturas en un encuentro tan sencillo como poderoso. Las películas nos hicieron disfrutar y/o estremecernos; trasladar una parte de su espíritu a viñetas, algo memorable en mentes juveniles como la mía; y llegarían los videojuegos, que habían hecho incursiones antes, pero ahora toca hablar del choque de especies ¿Con un juego a la altura? Mmm, vamos a dejarlo en que hoy toca hablar de un pionero…
Los tebeos lo empezaron todo
Sobre las viñetas, siempre hay mucho que contar, bastante más que el injusto espacio que suelo dedicarles. Y aquí la merma será mayor, pero esperando -que no prometiendo- ampliar en otra ocasión, ya que juegos que me valgan de excusa para hablar de tebeos nunca faltarán, ni en esta sección, ni en nuestro azaroso presente.
Pues la pequeña editorial independiente Dark Horse Comics fue buscando su sitio de diversas formas, y junto a la publicación de historias más atrevidas y adultas de las que el cómic-book comercial USA proponía, otro camino fue adquirir licencias potentes, pero que no parecían pensadas para pasarse a papel y diálogos en bocadillos. Esto ayudaba a conseguir precios razonables a la hora de negociarlas, y para los propietarios era un «bueno, así movemos más estas marcas», mientras que para una editorial estadounidense fuera del panorama Marvel-DC era un claro «vamos a generar miradas sí o sí en los kioskos». Eso genera un inciso: miradas no siempre eran ventas, pero acaparar la atención del lector consumidor de grapas mensuales, ya era algo sin duda muy importante. Poca broma, ahí se conseguirían licencias como Robocop, Terminator ¡Y hasta Peter Pan!
La primera mini de seis grapas de Alien ve la luz en 1988 de manos de Mark Verheiden al guión, y los -discutibles- dibujos de Mark A. Nelson. Una mezcla curiosa de elementos, un «a la mierda, vamos a soltarnos», en una combinación de la libertad y nueva dirección que buscaba Dark Horse, mezclada con el «igual este es el último, así que…». Y con Depredador/Predator un algo así, ya el año siguiente, de nuevo con Verheiden al guión, y Chris Warner y Ron Randall en una más conseguida parte visual.
Ambos pioneros son curiosos por diferentes formas: el de Alien, porque toca palos diversos, como un culto religioso en torno a los xenomorfos, o el uso de personajes de la película Aliens, junto al poderoso hecho de tener que renombrarlos en reediciones posteriores cuando la Fox estableció nuevo canon en Alien 3, sudando de lo contado en los tebeos. Y la de Predator, porque tiene un parecido enorme con la segunda película, seguramente por los apuntes que recibían en la editorial por parte de la otrora Twenty Century Fox sobre la futura película de 1990 ¡Oh! Y la curiosidad de meter como protagonista al hermano del prota de la primera película, el siempre recordado Alan ‘Dutch’ Schaefer, al que nunca dan nombre propio, pero que es clavado físicamente a su hermanote. Y que haría más apariciones en más minis de los Predators. El título de esta primera incursión de los cazadores en Nueva York, Predator – Concrete Jungle, sonará a los buscadores de juegos ignotos, ya que es el mismo que el del videojuego supuestamente basado en el borrador del guión originario para la secuela cinematográfica de la franquicia, donde teoricamente Arnold Schwartzenegger iba a repetir papel, y tuvo que rechazar por preparar Desafío Total y Terminator 2. Lo dicho, siempre habrá tela que cortar hablando de estos asuntos, pero no será ahora.
Pues el explosivo encuentro en cómics también se sitúa en 1989, en el universo futurista del Aliens de James Cameron, Marines Espaciales, corporaciones y oscuros intereses mediante. No hay un marco temporal para situar esta mini sobre la película de Cameron, pero el periodo es el mismo: en la Tierra sigue la colonización y explotación sin freno de todo tipo de planetas y recursos en la galaxia, aquí a manos de la corporación Chigusa, dueña de los derechos de explotación del árido y poco productivo planeta Ryushi, la aparición de xenos hostiles pilla en bragas a sus ocupantes, y ya la tenemos liada por partida doble, con la pobre administradora Machiko Noguchi como protagonista accidental de esta mini-serie de cuatro números.
Algo interesante de los cómics de Dark Horse es que van planteando poco a poco un universo expandido sobre lo contado en las películas que franquician, gracias a lo cual sabemos que la raza predator responde realmente al nombre de ‘Yautja’. Pero luego llegaban nuevas entregas a los cines que sudaban de parecerse a lo contado en el papel, frente a crear conexiones y feedback ente medios, lo que es una lástima. No obstante, aquella Aliens VS Predator de Paul W. S. Anderson de 2004, sí sabe inspirarse en esta historia de forma inteligente. Pues en este universo expandido, los Predators siembran planetas no desarrollados de huevos de aliens, sacados de reinas cautivas mantenidas para la crianza y la creación de safaris de caza. Su intención no es atacar planetas con vida inteligente, pero no desprecian una buena cacería si esta se presenta, como en este caso. De nuevo, hay mucho que contar sobre esto, incluso con enfrentamientos entre los otrora Space Jockeys, ahora Ingenieros, y los cazadores. Quede el esquema de esta serie inicial como molde para la gran mayoría de videojuegos sobre AvsP que se han hecho, incluido el que nos ocupará, pero unas buenas líneas bajo esta.
Y llegaron los videojuegos, como no
Siendo el Alien de Ridley Scott de 1979, y el Depredator/Predator de John McTiernan de 1986, el mundo del videojuego ya había caminado sus buenos kilómetros tanto por infraestructura, como por el ojo de usar licencias para atraer público.
El primer juego de Alien es una chusta para Atari 2600 en 1982, que fusila y vilipendia al Pac-Man, con una estúpida fase rápida entre laberinto y laberinto. HO-RRO-RO-SO.
Mejor recuerdo merece un juego de supervivencia para ordenadores de 8-bits, programado en BASIC, basado en recorrer la Nostromo cumpliendo objetivos, dando órdenes a la tripulación, y vigilando al bicho. Hoy día es uno de esos juegos duros y complicados de jugar, pero toques como manejar a varios personajes, o mantener su estado de ánimo estable <si entraban en pánico perdíamos su control y quedábamos a expensas del xenomorfo>, hacen de este juego una aventura a recordar con una sonrisa.
Por supuesto, quedan en el recuerdo ese homenaje-plagio patrio que fue Survivor, de Rafael Gómez y Rafa A. García para Topo Soft, donde manejamos precisamente a la criatura, atrapada en un complejo espacial y con la misión de salir y perpetuar su especie. Mucho se puede hablar de él, destacando aquí de forma aleatoria como se usaron efectos de scroll paralax, antes de que esta técnica tuviera siquiera nombre. Otro juego para el -buen- recuerdo.
Obviamente, ahí está esa enorme recreativa de Konami basada en Aliens, con invents a cascoporro, pero ¿Y que más da? También el juego aquí reseñado, aunque le cueste aparecer, los tiene. Todo en aras del espectáculo ¿Verdad?
Ya sobre Predator, la producción inicial fue más discreta. Pongo una imagen del funesto y estomagante título de NES, más por tocar el corazoncito del editor/corrector de esta entrada que porque se la merezca. Quedaría hasta mejor la porquería basada en la segunda película para Mega Drive, pero lo dicho, démosle una alegría a nuestro CEO Tiránido Favorito.
Será en 1993 cuando el primer juego basado en la franquicia basada en el crossover entre extraterrestres por antonomasia, haga acto de aparición en videojuegos. Concretamente, en un cartuchito de un megabyte para Super Nintendo.
¡Pero qué coño…!
Sí, más o menos, la cosa se resume en este conocido y baiteable título. Veréis, pacientes leyentes, la entrada que se supone vertebra esta semana retro no está basada en un juego especialmente remarcable, perdurable ni poderoso. Sí, hay títulos más prominentes que siguen entrando en la categoría de retro, como la maravillosa recreativa de CAPCOM. Pero ¿Y que gracia tiene mostrar un juego que se conoce todo el mundo?¿Y si en ese título más defenestrado y olvidado hubiera pequeñas esquirlas doradas? Son pequeñas, y el juego quieras o no, tiene un extraño encanto, así como sus sanas curiosidades. Y si habéis llegado hasta ahí, casi 1400 palabras después ¿Por qué no seguir leyendo?
Alien VS Predator es un brawler, un beat’em up de scroll horizontal, un maldito ‘yo contra el barrio’, si fueses una especie cazadora de tecnología superior, y tu barrio estuviera infestado de criaturas xenomórficas horribles y encantadoras a la par. Este título se adelantaba en nuestros hogares un año a lo que CAPCOM ofrecería en recreativas en 1994. Siempre me parecerá curiosa la elección no solo del género en ambos juegos, sino pequeñas cosejas que no tendrán más relación que la que mi mente de retroviejogamer quiera inventarse.
Otra ocasión en la que no me enfarrango en grandes nombres, datos y producción. Os puedo contar que el juego fue desarrollado por Jorudan Co. , de quienes no tengo gran idea, y si googleais, os saldrá una compañía japonesa de transportes que ya os adelanto, no tiene nada que ver con este juego. Bueno, sí digo que lo publicó Activision, al menos ya tenéis un nombre que os suena ¿No?
Y la historia, encima narrada de forma decentilla para la calidad del juego y el género del mismo, nos sitúa en un planeta colonizado por humanos <¿Veis como merecía la pena un poquito de introducción previa? O no…>, Vega-4. Nuestra raza encuentra unos huevos por accidente, y por accidente aún más estrafalario, se infesta toda la colonia. La reoca del accidentalismo es que los Predators consideran esta una misión no solo de cacería, sino hasta de salvación y ayuda, cosa que os juro comparte con la recreativa capconera. Y me da la excusa de poner abajo una cutscene del juego.
Pero la caza es la caza, el honor debe preservarse, y un solo integrante de la especie debe lidiar durante seis fases con la horda de bichos. Bah, necesitamos una excusa para repartir hostias espaciales ¿No? Ahí la tenemos. Pues durante seis fases haremos lo nuestro para volver a casa triunfantes y llenos de trofeos. El juego es de corte más monótono que lo que el género suele acostumbrar por su mera naturaleza.
La variedad de enemigos es escasa no, lo siguiente tampoco, lo siguiente de lo siguiente. Creo que no llega a la decena de tipos de enemigos, entre xenos diferentes, facehuggers y chestbursters, sin contar al menos a los curiosos jefes finales, que saben darle más salsilla al asunto. El diseño visual está ciertamente inspirado, las seis fases saben diferenciarse, más al ojo que al mando. Los inmortales diseños que plantó Hans Rudei Giger tienen una representación digna en este juego, así como la imaginería inspirada en la segunda película.
El predator se maneja bastante bien, la verdad es que se le siente cómodo al pad. No tiene una gran variedad de movimientos pero estos se sienten adecuados y naturales. Tenemos llaves que se muestran contundentes, así como un ataque bajo, ideal para rompes huevos y esos bichejos de escaso tamaño, y el clásico ataque de área que nos resta vida al usarlo. Pasa que la acción y combates no están a la altura, con xenos que saltan desde fuera de pantalla, combates alargados si queremos hacerlos de forma más pulcra frente a spamear el puñetazo, y ver como todo se repite y repite y repite y repite y… Que ya lo habéis pillado ¿Verdad? Pues si os digo que solo hay dos sprites enemigos en pantalla, salvo cuando son pequeñajos, ya flipáis.
Encima, tenemos las armas predatoras como items de uso limitado. Las cuchillas y lanzas arrojadizas son bastante útiles y usables, el dispositivo de camuflaje temporal tiene una utilidad muy limitada, porque los xenos con sus patrones de ataque automáticos <como el mentado salto automático> te siguen golpeando igual. Y no seríamos predators si no tuviéramos nuestro cañón del hombro ¿A que sí? Pues tiene una utilidad también limitada que hasta sintetiza lo que es el juego. Sí, sí, ahora explico.
Mantienes pulsado el botón para disparar, restando efectividad al ataque, que tampoco es especialmente definitivo ni definitorio, y el FX que lo acompaña es un maldito esperpento. Si leyendo esta entrada tenéis en mente los formidables FX de la tecnología futura de la bestia mientras diezma al grupo de Dutch, en serio, sacáos esa idea de la cabeza, porque el sonido de disparo no podría estar más alejado de eso. Pues ahí ahí con la ambientación sonora del título, con unos efectos y gritos de los bichos horrendos. Paradójicamente, la música es pegadiza, no tan lograda ni en consonancia con la parte visual, pero tiene su aquel. Incluso el organillo casio de las batallas contra los jefes, muestra una melodía resultona.
Quizás será el clásico «de tan malo, es bueno», pero lo cierto es que el juego tiene su extraño encanto y disfrute, un pequeño placer culpable para más de uno. Y había prometido curiosidades dignas de lectura ¿Verdad? Pues vayan ahí entonces: antes de cada jefe final, vemos el ser vivo que infectó, y ahí hay desde humanos hasta un gorila y…¡Una serpiente y un tiburón! El aspecto de estos final bosses no es gratuito, responde a la línea de juguetes de Kenner ¿Un xeno volador? Pues nunca tuve ese juguete, pero ojalá… Y algo que entroca con la primera película, ya que en una de las fases vemos a un humano que se transforma en huevo ¿No os suena? Buscad la escena eliminada de Alien: el Octavo Pasajero de Dallas y Brett…
Esperando que hayáis disfrutado esta entrada tanto como yo intentando plasmar ese batiburrillo que tenía en el coco mientras la realizaba, os emplazo al futuro en esta sección o en las de actualidad, para más juegos y recuerdos sobre ambas franquicias o esta Versus, esperando que lo que depare el futuro sea tan interesante como lo que el pasado tiene que seguir contándonos. Porque seguiremos haciéndolo, que las criaturas ahora son de Disney pero su potencial sigue siendo muy explotable y reivindicable.