Cuando descubrí The Forest Cathedral, pensé que sería más o menos un título que iba a sorprenderme en todos los aspectos, teniendo en cuenta, lo similar en su estilo al majestuoso The Pedestrian uno de los mejores indies de puzles que he jugado en esta década. Debo decir que el resultado ha sido totalmente insatisfactorio, el título creado únicamente por Brian Wilson y distribuido por Whitethorn Games no ha sido para nada bien tratado, solo hay que ver que el título ha tenido la friolera de 3 reseñas de usuarios en la plataforma de Valve. Lo hemos jugado y os contamos por qué no ha brillado:
Un breve inciso es que antes de jugar a este juego no tenía ni pajolera idea de que significaba DTT -Dicloro difenil tricloroetano-, básicamente el componente principal de los insecticidas. Poniéndome bajo la piel de Rachel Carson, no he tenido otra que acostumbrarme a la palabra, el título habla sobre cómo el químico suizo Paul Hermann Müller utilizó el DTT sobre los mosquitos, reduciendo la propagación de la malaria y el tifus. Aunque este insecticida fue corrompiendo la vida, matando peces y aves a su paso, Rachel Carson es ni más ni menos que una bióloga que escribió un libro -La primavera silenciosa- donde ella habla de cómo el DTT ha sido el causante del mal de la sociedad. El juego se presenta como una visión del pasado de Rachel, justo antes de que esta publicase su teoría en su libro y con sus hallazgos logró una prohibición mundial de la materia. La historia es original aunque está llena de tecnicismos y un poco mal hilada, es difícil seguirle el ritmo mientras progresamos, aunque la duración del título es bastante escasa. Quizás culpa de que el título no haya llegado subtitulado a nuestro idioma, sea este uno de los motivos que la dificultan.
En cuanto al gameplay, hay carencias entre el transcurso de niveles 3D y 2D. Por un lado voy a diferenciar ambos porque no pegan ni con cola. En el diseño 3D, la jugabilidad se presenta como una serie de pequeños actos con una pequeña cinemática para distinguirlos. En estos, Rachel Carson, interna en la isla científica del señor Paul, Carol trabaja allí en tareas domésticas y comienza a observar lo que está mal, como el DTT destruye todo a su paso entre secuencias que hacen de eternas pantallas de carga. Por suerte Rachel cuenta con un escáner RGB, con él descubre que los mosquitos están obteniendo cierta resistencia al DTT-Dicloro difenil tricloroetano- y si, tras este análisis vas a saber lo que es. Vemos como la cadena alimenticia va cayendo y como van muriendo peces y aves a su par. En este modo el control es tosco y está muy mal sintetizado. Con mando, el resultado es igual de horrible, presentando un nefasto control estilo tanque, el cual no funciona para nada bien. No podremos cambiar los botones en ningún momento, siendo una experiencia bastante denigrante. Por suerte Carol tendrá a su disposición un pequeño diario, donde entre otras cosas tendrá una lista de tareas a realizar. Ni el camino ni los objetivos están claros en este modo del juego. En gran medida creo que su creador se inspiró en Firewatch, por alguna que otra mueca del título.
Ahora bien, como bien dije algo más arriba, Rachel está en la isla científica realizando tareas. Pues bien, estas serán realizadas desde una perspectiva 2D tomando el control del «pequeño chico». A menudo necesita usar terminales: computadoras similares al Pip-Boy de Fallout que ensucian el entorno. Al controlar al pequeño hombrecillo entraremos en un pequeño sistema lineal de niveles 2D con plataformas donde podemos empujar bloques en interruptores, agarrar llaves de puertas y, en general, completar tareas en un juego de plataformas virtual que corresponderá a una acción física en el mundo real. Esto desde el principio fue el detonante de que yo decidiera jugar el juego, su parecido a The Pedestrian era enternecedor, pero el resultado no fue tan gratificante sobre todo por el repetitivo sistema de niveles, los cuales son monótonos, aburridos y no presentan ningún tipo de dificultad. Hacía tiempo que no encontraba algo tan horrible en cuanto a jugabilidad.
Pero esto no queda aquí, el pequeño hombre, es casi imposible de controlar. Se detiene, sin razón aparente, golpeándose contra paredes invisibles, salta hacia arriba cuando debería saltar hacia los lados, emplea una escalada de pared donde no presionar ningún botón para saltar, su detección de colisiones es odiosa, su incapacidad para subir una escalera como un ser humano es digna de admiración, y qué decir de la lentitud de su ataque cuerpo a cuerpo que es algo digno de contemplar. Hubiera preferido no encontrar estas secciones en el juego. Tras pasar la gran mayoría del juego -el cual tiene una duración inferior a 2 horas- pasando por estos tortuosos niveles, debo dejar claro que esta ha sido sin duda la peor experiencia que he vivido jugando un título de plataformas. Hay juegos flash con más amor que The Forest Cathedral.
Visualmente, he podido apreciar que el título no era nada de otro mundo, realizado con Unreal Engine 4, nos abordaba con escenas sin sentido y un cambio de escenarios nada acertado. Hasta su propio tutorial es un despropósito para el jugador. En lo sonoro quizás sea donde más destaca, la música ha sido compuesta por su creador como la totalidad del juego y con un pequeño toque country logra dejar un buen sabor de boca, aunque en poco se hace repetitiva y mejor terminamos por silenciarlo.
En conclusión, The Forest Cathedral trata de abordar de una manera Ficticia el descubrimiento de Rachel Carson en un título trata de mezclar entornos 3D y 2D sin sentido. Si el control y el diseño de niveles del pequeño hombre estuviera bien diseñado, quizás estaríamos ante un juego decente, pero esto y su falta de señalización hace de este una experiencia nefasta que no recomiendo ni a mi peor enemigo. Además, el título cuenta con un valor de 12,49€, algo tremendamente desajustado si tenemos en cuenta la falta de calidad del indie.
Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Whitethorn Games