El panorama de los videojuegos independientes es un refugio para la innovación, un espacio donde las ideas más frescas y creativas encuentran su hogar. Sin embargo, incluso dentro de esta esfera, algunos géneros se han repetido hasta la saciedad siguiendo la estela de otros grandes juegos, buscando su hueco en el mercado. Los juegos de supervivencia, por ejemplo, han visto un resurgir con títulos como The Forest, V Rising, Valheim, Terraria y Don’t Starve, por no hablar del omnipresesnte Minecraft. En este contexto aparece Core Keeper, un juego que busca refrescar el género mientras toma prestado de sus predecesores, creando un mundo subterráneo lleno de misterios, aventuras y mecánicas de crafteo.  

Core Keeper, desarrollado por Pugstorm, un estudio con tan solo un juego de puzles en  su historial –Radical Rabbit Stew– ha desarrollado un juego que a poco que os gusten los juegos antes mencionados, debéis por lo menos darle un tiento. Core Keeper nos sitúa en una cueva infinita generada de manera procedural, donde hasta ocho jugadores os adentraréis para descubrir secretos ocultos, minerales y enfrentar no pocos jefes finales. La historia en sí no tiene mucha importancia pero nos narra un evento misterioso que nos deja atrapados en este mundo subterráneo, y nuestro objetivo será reactivar el «Núcleo», una estructura ancestral que parece tener las respuestas sobre lo que está ocurriendo.

Uno de los elementos que primero entran por el ojo de Core Keeper es su estética pixel art. En una primera impresión, el juego puede parecer simple, con su diseño en dos dimensiones y su estilo retro. Pero basta con comenzar a explorar para darte cuenta de que, pese a la simpleza visual, el mundo del juego es cautivador. Las cuevas subterráneas están llenas de vida, con biomas muy diferenciados y detallados, desde cavernas llenas de hongos brillantes hasta desolados terrenos baldíos. Esta variedad de escenarios te impulsa a seguir excavando, ya que nunca sabes qué nuevo paisaje o secreto te espera más allá de los muros de roca. Además, la iluminación juega un papel crucial en la inmersión, ya que la oscuridad es un elemento constante que debes enfrentar al explorar. Solo con antorchas o linternas puedes iluminar tu camino e ir eliminando la «niebla de guerra» del mapa y que añade una sensación de aislamiento y vulnerabilidad que no nos dejará tranquilos en ningún punto de la partida.

En cuanto al gameplay, Core Keeper toma muchas de las mecánicas familiares de los juegos de supervivencia y las implementa de manera sobresaliente. Desde el principio, debes gestionar tu hambre, ya que nos penalizará tener el estómago vacío; recolectar recursos cada vez más avanzados que nos permitirán adentrarnos más «profundo»; y construir tu base para que distintos NPCs se unan a nuestra base. El combate, un aspecto clave en cualquier juego de este tipo, siendo igual de sencillo que en otros juegos similares pero nos permite mucha personalización. Esto se debe a que cada vez que empleemos un arma -o en general, efectuemos una acción- iremos subiendo el nivel de dicho elemento, exactamente igual que pasaba en TES V o Skyrim para los amigos. Esta subida de nivel nos hará ir obteniendo pasivas y haciendo único a nuestro personaje. Los mobs enemigos comenzarán con patrones prácticamente inexistentes o muy sencillos pero se irán haciendo más complejos a la vez que aumentan sus estadísticas base. Los jefes, además de tener un diseño extraordinario, ofrecen un buen nivel de desafío, obligándote a pensar de manera estratégica en cómo enfrentarlos siendo prácticamente obligatorio ir bien cargado de pociones, comida y equipamiento adecuado aun siendo muy hábil.

Otro de los pilares de Core Keeper es su sistema de crafteo. Este se basa en la recolección de recursos como minerales, vegetales y cualquier otra cosa que te encuentres. La progresión puede resultar algo agobiante a los primerizos, y es algo irregular. Apenas tendremos minerales de estaño, cuando tenemos los bolsillos llenos de hierro y el cuarto mineral tarda mucho en dejarse ver. Lo interesante aquí es cómo la mejora de tus herramientas y armas se siente realmente satisfactoria, como ese numerito que sale encima de los enemigos es cada vez más alto o como los muros caen en cada vez menos golpes. Desde picos de madera hasta espadas de hierro, cada avance en tu equipamiento tiene un impacto significativo en tu capacidad para explorar nuevas áreas y enfrentarte a enemigos más peligrosos.

Además, el crafteo no solo se limita a herramientas; también puedes construir y decorar tu base, plantando cultivos, construyendo estaciones de cocina o creando sistemas de riego, pudiendo llegar a automatizar y gestionar muchos procesos como si de un Satisfactory se trata, lo que aporta mucha profundidad al juego si uno quiere. Aún con todo, la estructura abierta del juego te permite abordar los objetivos a nuestro propio ritmo, ya sea que prefieras centrarte en explorar, en mejorar tu base o en derrotar a los jefes que custodian las áreas más peligrosas.

Además, el juego en cooperativo, ya que aunque puedes jugar solo,  la experiencia es mejor en compañía. El trabajo en equipo no solo facilita la recolección de recursos y la construcción de bases, sino que también hace que las batallas contra los jefes sean mucho más llevaderas y, francamente, más divertidas.

Por último, la exploración es, sin duda, uno de los aspectos más adictivos de Core Keeper. A medida que excavas y amplías tus dominios, te das cuenta de que siempre hay algo más que descubrir. Las cuevas están llenas de secretos, desde cofres escondidos hasta áreas especiales que han sido creadas por la comunidad que contienen materiales raros o artefactos valiosos.

Respecto a la duración, Core Keeper, nos dará fácilmente más de 30 horas de contenido mientras que si lo que buscamos es el 100% tendremos que dejar de lado nuestra vida social -a no ser que también estén jugando con nosotros a Core Keeper- durante casi 200 horas. Todo el contenido actual y futuro de Core Keeper, ya que ya hay un roadmap disponible, está traducido al castellano para que lo podamos disfrutar sin el diccionario al lado aunque la traducción tenga algún fallito.