Allá por 2021, dando vueltas por internet, me topé con un juego que intentaba emular la sensación de los Resident Evil clásicos. Pensaba que intentar algo así era mucho pedir, así que lo probé más por curiosidad que por verdadera fe en él. Sin embargo, terminé sorprendido: disfruté tanto aquel juego que llegué a sacarle todos y cada uno de sus logros. Aunque algunos aspectos de la historia me chirriaron un poco, supe apreciar sus virtudes, y podría decir sin dudar que, quitando la saga de Capcom, es el título con control tipo tanque que más he disfrutado. ¿Su nombre? Tormented Souls. Y aquí estoy, unos años después, con el honor -al menos para mí- de analizar su secuela, Tormented Souls II, y contaros qué me ha parecido.
Empezaré diciendo que no voy a entrar en demasiados detalles sobre la historia, porque la gracia está en ir descubriéndola por uno mismo. Eso sí, habrá algún pequeño spoiler del primer juego, así que si no lo habéis jugado, quedaos avisados. La historia arranca con Caroline y su hermana Anna realizando un viaje en tren tras los sucesos ocurridos en el Hospital Wildberger. Ambas intentan retomar una vida normal, pero eso pronto se demuestra imposible.

En los meses posteriores a aquellos hechos, Anna comienza a sufrir visiones repletas de violencia y muerte, lo que la lleva a realizar inquietantes dibujos. Esos mismos dibujos, para horror de Caroline, comienzan a hacerse realidad de forma grotesca. Como hermana mayor, nuestro deber será intentar liberar a Anna de la maldición que parece perseguirla. En busca de una solución, las hermanas viajan hasta una misteriosa clínica oculta en el remoto pueblo de Villa Hess, pero no tardarán en descubrir que nada allí es lo que parece.
Una vez llegamos a la clínica, el personal del centro descubre la verdad sobre las hermanas y secuestra a Anna. A partir de ahí, la misión de Caroline será intentar rescatarla y desentrañar los oscuros secretos de un culto maligno que opera en esa región montañosa. Todo esto ocurre durante la primera hora de juego, y a partir de entonces iremos descubriendo más sobre la clínica, sus pasillos y los inquietantes personajes secundarios que la habitan. No quiero profundizar más en la trama porque me ha parecido bastante interesante, y cuanto menos sepáis, mejor. Y prefiero no mencionar lo que os espera una vez salgáis de la clínica…

La jugabilidad me ha sorprendido gratamente. Podemos elegir entre tres tipos de control, lo que nos permite adaptar la disposición de botones según nuestras preferencias. Se puede jugar con un esquema clásico, al estilo de los survival horror de la era PlayStation, o con uno más moderno usando los gatillos. En mi caso, tiré por la vertiente más “old school”, pero eso va a gusto de cada uno. Las cámaras combinan planos fijos con otras tomas más dinámicas que siguen a Caroline desde ángulos bastante inspirados. En alguna ocasión, el cambio de cámara me ha jugado una mala pasada -como recibir un golpe de un enemigo fuera del encuadre-, pero son detalles menores.
También destaca la posibilidad de moverse tanto con control tipo tanque como de manera más moderna. De hecho, el juego permite alternar entre ambos sistemas sin necesidad de pausar: basta con usar la cruceta para el estilo clásico o el joystick para el moderno. Los puzles, por su parte, se mantienen fieles al género: ingeniosos, con algún momento de atasco puntual, pero sin excesos. Puede que para algunos resulten previsibles, pero los amantes del survival horror nos sentiremos como en casa.

En general, el control ha mejorado mucho respecto al primer juego. Recordaba a Caroline algo torpe de manejar, pero aquí se siente más fluida y cómoda. Alguna vez puede haber un pequeño retardo en la respuesta, aunque suele coincidir con momentos de máxima tensión, así que probablemente sea más cuestión de reflejos que de diseño. En cuanto a la dificultad, la experiencia en modo normal supone un desafío considerable. Si no os sentís preparados para sufrir, podéis bajarla sin problema, porque los enemigos aguantan lo suyo. Aun así, el reto resulta equilibrado y gratificante.
Y llegamos a mi parte favorita: la ambientación. Podría deshacerme en elogios hacia Dual Effect y este Tormented Souls II. Se notan claramente sus inspiraciones, y en más de un momento es inevitable sentir un déjà vu de los grandes del género en sus inicios. No lo digo como crítica: al contrario, los homenajes están medidos y ejecutados con mimo, transmitiendo el respeto del estudio por sus referentes. Nada parece puesto al azar.
Los sustos, por otro lado, están muy bien dosificados. No abusan de los jumpscares, y los que hay llegan cuando deben, generando auténtica tensión sin recurrir a trucos baratos. En los tiempos que corren, donde tanto cine como videojuegos saturan con sobresaltos gratuitos, es de agradecer que un estudio apueste más por la atmósfera, la indefensión y la inquietud. La música ambiental también contribuye a la inmersión, reforzando ese tono opresivo que tan bien encaja con la propuesta.

Aquí quizá me meta en terreno delicado, pero tengo que mencionarlo. Como alguien que ha trabajado con Unreal Engine, debo reconocer que el trabajo de optimización que han hecho los chicos de Dual Effect es excelente. La iluminación es soberbia, los escenarios no sufren caídas de rendimiento y no he notado bajadas de frames en ningún momento. En una época en la que muchos estudios lanzan juegos a medio hacer o con fallos técnicos, es admirable que un equipo pequeño cuide con tanto esmero su obra. Da gusto comprobar que, cuando se optimiza bien, Unreal puede lucir y rendir de maravilla.
Vale, me he extendido bastante con el análisis, y probablemente os estéis preguntando: ¿merece la pena este Tormented Souls II? Sin duda, sí. Es el juego perfecto para estas fechas, con muchos aciertos y solo algún que otro detalle mejorable, como ciertos movimientos que pueden dejarnos vendidos en espacios cerrados. Tenía altas expectativas, y la verdad es que las ha superado. A veces nos volvemos exigentes y pedimos constantemente cosas nuevas, pero reencontrarse con sensaciones clásicas dentro de una historia fresca tiene un encanto que pocos títulos logran.
Si buscáis una buena historia de terror para halloween, deberíais considerar muy seriamente este Tormented Souls II. Si ya jugasteis al primero, sabéis lo que os espera; y si no lo habéis hecho… ¿a qué esperáis para conocer la historia de Caroline Walker y lanzaros a esta segunda entrega? Por cierto, el juego cuenta con trajes desbloqueables, dos finales y alguna que otra sorpresa al completarlo. Más razones, si cabe, para darle una oportunidad a esta pequeña joya del terror contemporáneo. Y si además sois amantes del formato físico, gracias a Meridiem Games tenéis la versión de PlayStation 5 ya disponible.
