Escribir este análisis ha sido como golpear repetidas veces mi cabeza contra el teclado, en parte por la excelente forma en que el juego cuenta su historia. Aún así, antes de entrar en detalles sobre el título que hoy nos concierne, voy a empezar hablando sobre el panorama de los juegos independientes de terror. Desde 2020 he probado una serie de demos inspiradas en los años noventa, con cierto toque de horror clásico. Me refiero a la colección de demostraciones jugables de Haunted PS1 Demo Disc, un conjunto de títulos que aprovechan un estilo low poly para crear atmósferas inquietantes. Muchos de estos títulos ya han tenido su lanzamiento completo, como es el caso de No Players Online, el nuevo título de Beeswax Games, creadores de, entre otras cosas, Spookware, una colección de minijuegos con un estilo muy alocado y desenfadado.

Dentro de la plataforma independiente de Itch.io no abundan los nombres que resuenen, pero Adam Pipe, creador de esta obra, es toda una referencia en el sector. Conocido por sus títulos alocados y experimentales, junto a Tibau Van Den Broeck nos presenta un proyecto que ha estado en desarrollo desde 2019. De hecho, si quieres, puedes probar la versión clásica de No Players Online totalmente gratis, para hacerte una idea de su planteamiento original. La versión final difiere bastante de aquella primera iteración, aunque mantiene algunos elementos fundamentales.

Se trata de un título del que podré hablar solo en parte. Desde mi punto de vista, es una experiencia que conviene disfrutar a solas, porque logra atraparte desde los primeros minutos. No es un juego que te guíe paso a paso; en ocasiones tendrás que recorrer varias veces la interfaz hasta descubrir qué hacer. No hay tutoriales ni indicaciones explícitas, por lo que aprenderás a base de prueba y error explorando cada rincón del mundo virtual. La curiosidad se convierte en motor de la experiencia: cada acción, cada interacción con objetos o terminales dentro del juego, puede ofrecer una pista, un descubrimiento o un pequeño sobresalto, y eso refuerza la sensación de inmersión en un mundo aparentemente abandonado.

No obstante, hasta ahora apenas hemos mencionado No Players Online. No puedo revelar demasiado sin entrar en spoilers, y creo que lo interesante es que los jugadores lo descubran por sí mismos. Lo que sí puedo contar es que estamos ante una obra indie experimental en primera persona, donde controlamos a un usuario que decide probar un juego que le han recomendado: un juego de “capturar la bandera” aparentemente abandonado, una prueba alfa de un título de 1973 en el que, en apariencia, no ocurre nada. Contar más sería revelar demasiado, así que nos quedaremos aquí.

Podemos adelantar que se trata de un walking simulator bastante particular, un título centrado en la exploración mientras resolvemos pequeños acertijos. Como suele ser habitual en este tipo de juegos, la experiencia en primera persona potencia la inmersión y la reflexión, invitando al jugador a sumergirse en su atmósfera y a interpretar los indicios que ofrece el mundo. Los puzles, aunque sencillos, requieren observación y paciencia, y la sensación de incertidumbre refuerza la tensión; nunca sabes si una puerta cerrada o un mensaje olvidado oculta algo importante, lo que mantiene un nivel constante de expectación.

El apartado visual está cuidado, aunque a primera vista pueda parecer un juego anticuado por sus polígonos simples y poco definidos. Este estilo low poly es intencionado y refuerza la ambientación de 1994, evocando la estética de aquella época, cuando los CD-ROM empezaban a ampliar significativamente las capacidades de almacenamiento. En esta versión final se han pulido algunas texturas y se ha eliminado el filtro CRT que simulaba antiguos monitores, logrando un equilibrio entre nostalgia y claridad visual. El apartado sonoro también está trabajado. La banda sonora de Viktor Kraus apuesta por melodías ambientales electrónicas minimalistas, pensadas para sumergir al jugador en la tensión del juego y marcar el ritmo de cada escena. La música juega un papel fundamental, generando sobresaltos y reforzando la sensación de que algo podría estar presente en ese oscuro servidor abandonado. El sonido ambiental, los pasos y los efectos de los objetos aumentan la sensación de soledad y exploración, haciendo que incluso los silencios sean significativos. Además, el juego está completamente subtitulado en castellano, con un texto claro y natural que facilita la inmersión.

En definitiva, No Players Online es una de esas pequeñas rarezas que recuerdan por qué el panorama indie sigue siendo un terreno fértil para ideas atrevidas. No necesita grandes cinemáticas ni mecánicas complejas para atrapar al jugador: le basta con su estética low poly, su ambiente inquietante y su manera particular de contar una historia que no se revela por completo. Beeswax Games y Adam Pipe han logrado transformar una propuesta minimalista en una experiencia que permanece en la mente mucho después de apagar el juego. La sensación de misterio, combinada con la libertad de exploración y la constante incertidumbre sobre qué es real dentro del juego, hace que cada partida sea única y memorable.

Es un título que funciona mejor cuanto menos sepas. Se disfruta en silencio, con auriculares, dejando que tanto su mundo como su música hablen a su ritmo. Su estructura puede confundir en los primeros minutos y hacerte sentir perdido más de una vez, pero ahí reside su encanto: No Players Online juega contigo tanto como tú juegas con él. Tras seis años de espera, se nota el mimo y la dedicación que ha recibido. Si buscas una historia corta para una tarde o explorar el panorama indie más experimental, esta es una joya que no conviene dejar pasar.