La nostalgia siempre ha sido un poderoso aliado en el mundo de los videojuegos, sobre todo para los que llevamos bastantes años en el mundillo, para recuperar ciertas experiencias que vivimos en nuestra juventud. Seguramente los que nos iniciamos en este hobby en la década de los 80, le tendremos cierto cariño a los microordenadores, a las consolas de 8 bits o a los arcades, plataformas de entretenimiento con las que crecimos y que sin lugar a dudas influyeron en nuestra pasión por los videojuegos hasta el día de hoy. 198X usa esa nostalgia para presentarnos una historia, que podría ser la de cualquiera de nosotros, la historia de un chico adolescente que debe afrontar la transición a la vida adulta y encontrar su lugar en el mundo, y para ello se apoya en unos arcades, recién descubiertos para él, que le servirán como conductor de este viaje a la vida adulta, mientras mezcla fantasía y realidad.

Así es como el estudio sueco Hi-Bit Studios nos presenta esta carta de amor al videojuego clásico, especialmente a los arcades y a toda la subcultura de los salones recreativos, donde muchos de nosotros pasaban las horas muertas entre humo y sonidos estridentes, mientras gastábamos la paga semanal en la máquina de moda, o viendo jugar a otros para aprender y mejorar nosotros. La historia de Kid, el adolescente procedente de la imaginaria Suburbia y protagonista podría ser la historia de cualquiera de nosotros, con las mismas inquietudes y pasiones que alguna vez habremos tenido, y que encuentran salida a través del descubrimiento de cinco juegos arcade, muy diferentes a cualquier cosa que Kid hubiera visto antes.

Para ello y después de una presentación de Kid y sus circunstancias, 198X nos propone afrontar esta especie de experiencia narrativa jugable, a través de 5 niveles, cada uno de ellos ambientado en un arcade clásico, totalmente original y creado para la ocasión, pero que nos recordarán poderosamente a arcades reales que muchos conocemos muy bien. Entre nivel y nivel, se irá desarrollando la historia de Kid, aunque esta no esta conclusa, al ser 198X una primera parte y estar la segunda parte en desarrollo. Y los juegos que Kid irá descubriendo en sus viajes al salón arcade, y a los que nosotros deberemos jugar, se componen de un beat’em up, un shoot’em up, un juego de conducción, un juego de acción y plataformas, y un dungeon crawler. Aunque cada nivel de 198X no se corresponde con un juego arcade completo, sino a un sólo nivel de estos arcades creados para la ocasión, con una duración promedio de 8-10 minutos cada una.

No es mi intención explicar ahora en que consisten cada uno de los géneros que podemos encontrar en los 5 niveles de 198X y como se juega a ellos, por otra parte muy sencillo, pero sí hacer un repaso sobre ellos y comentar las similitudes con otros clásicos de los 80, que seguramente si que conozcamos y nos ayuden a hacernos a la idea de lo que nos podemos encontrar. En primer lugar tenemos un beat’em up llamado Beating Heart, que nos recordará inequívocamente a clásicos como Final Fight y Double Dragon, aunque su fuente se acerca mucho más al incombustible Street of Rage de Sega, cuya cuarta entrega además se lanzará este año. Y personalmente creo que esta elección tiene mucho que ver con la persona detrás del apartado sonoro del título, aunque no adelantemos acontecimientos.

En segundo arcade que visitaremos se llama Out of the Void, y a simple vista un nombre vendrá a nuestra cabeza, Gradius, aunque con elementos prestados de otro clásico, R-Type, como el disparo cargado. Estética, manejo, y funcionamiento del option nos recordará al clásico de Konami del que hace ya más de una década que no hemos vuelto a ver una nueva entrega. El tercer arcade que se desbloqueará es The Runaway, el juego que más fácilmente reconoceremos sin lugar a dudas, una suerte del mega clásico de Sega, OutRun, que desgraciadamente también lleva más de 25 años sin otra secuela original, a pesar de haber tenido algunos relanzamientos en colecciones y recopilatorios.

El cuarto juego es Shadowplay, un juego de acción y plataformas con scroll lateral en continuo movimiento y que nos recordará de cierta manera al juego de Sega, Shinobi , aunque para encontrar el verdadero parecido tendremos que indagar en Shinobi III: Return of the Ninja Master de Mega Drive, más precisamente en la fase a lomos de un caballo, así entenderemos las referencias. Y finalmente el quinto y último arcade que desbloquearemos, y el más extraño en principio es Killscreen, un Dungeon Crawler en primera persona, donde recorreremos un laberinto plagado de enemigos en busca de tres dragones que eliminar. Este juego me ha costado más ubicar, será que en los salones recreativos de mi pueblo no habían juegos así, aunque sin duda su parecido a la parte de las mazmorras de Phantasy Star, o a otros clásicos de la época como Wizardry es evidente.

El apartado audiovisual de 198X es una joya en si mismo, con un pixel art francamente exquisito, totalmente detallado, y con unos diseños de escenarios y personajes llenos de detalles e increíbles animaciones. El trabajo ha sido concienzudo, tanto para mostrarnos gráficos coherentes con la época, pero que se sienten modernos y actualizados. Y la historia de Kid que se va contando entre arcade y arcade no se queda atrás, todo ha sido diseñado con la misma premisa de calidad y con un cuidado increíble.

Pero si Hi-Bit Studios aun guardaba una sorpresa era la banda sonora, a cargo de varios músicos de los que destaca Yuzo Koshiro, que colabora con cinco temas, uno para cada uno de los arcades que jugaremos. Es bastante sorprendente que Hi-Bit studios consiguieran la colaboración del afamado compositor de bandas sonoras de videojuegos tan famosas como las de Street of Rage, Shinobi, Actriser o Shenmue, seguro que el parecido de un par de niveles a títulos donde Koshiro trabajó, ayudó a participar a este en 198X, esto sin duda le da un plus de calidad al título, que ya goza de un apartado visual sobresaliente.

Pero 198X, no es perfecto, si bien el planteamiento de la historia de Kid narrada a través del descubrimiento de los arcades tiene fuerza emocional y apelando a la nostalgia podemos dejarnos llevar por su propuesta, lo cierto es que más allá de ese halo de fascinación y descubrimiento, no entiendo como estos cinco arcades inciden en la madurez que debe adquirir Kid en su transición al mundo adulto. Cuando el juego te lo cuenta, nos gusta identificarnos, recordar nuestras propias experiencias de juventud, nuestra adolescencia, y nuestro descubrimiento de la industria del videojuego, en su faceta arcade, en este caso. La nostalgia funciona y lo hace a todo trapo, pero una vez racionalizado todo esto, me cuesta ver como cinco arcades puedan hacer madurar a nadie y contestar a sus dudas sobre la vida, pero ha sido un buen intento, supongo.

Y en la parte menos metafísica del juego, hay que mencionar ciertos altibajos en la jugabilidad de algunos de los arcades, unos más inspirados que otros, aunque ninguno este propiamente mal, y la duración de la experiencia completa, que seguramente nos llevará una hora en completar, gracias a los sendos checkpoints que cada arcade tiene y que nos ayudará a completar estos, continuando las veces que necesitemos, en unos 10 minutos, lo que a pesar de la gratificante experiencia y al chute de nostalgia, nos puede parecer poco. Aún así, el juego debería ser disfrutado, en especial por los que vivimos aquellos años, probablemente nos veamos de cierta forma identificados.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Hi-Bit Studios