Tengo claro mi objetivo en este mundo, los tralfamadorianos me devolvieron a este planeta con el sano fin de traerle a la gente reseñas de juegos tremendísimamente extraños. An Airport for Aliens Currently Run by Dogs puede ser la obra cumbre de mi misión, y desde luego, uno de los títulos más incalificables en las mil y pico entradas dedicadas a videojuegos de esta santa casa. Y eso, queridos leyentes, es decir mucho.
Lo primero, el título es perturbadoramente sincero y descriptivo. Firmado por Strange Scaffold, y con Xalavier Nelson Jr. al frente de su querido y extraño hijo, vamos a tener precisamente lo que el nombre del juego nos promete.
¿Por donde empezar? Supongo que por el principio. Estamos encerrados en una jaula disfrutando de una cena romántica con nuestra adorable pareja Krista, en un cariñoso gesto de un tal ‘Cage Dog’, cosas que tiene. Salimos de ahí para disfrutar de la vida y de viajes por extraños aeropuertos por todo el universo ¿Es necesario decir quienes controlan y trabajan en estos aeropuertos?
Pues resulta que somos los dos últimos humanos en el universo, por alguna suerte de… lo que sea ¿Fortuna? ¿Casualidad? Durante unas pocas horas, pasearemos y cumpliremos misiones en estos aeropuertos, mientras decenas de fotografías perrunas -o no…- nos hablan animosamente, o nos piden curiosos favores y encargos. Pero el objetivo es encontrarnos con Krista donde ella nos va diciendo, para tener un ratito de charla muy humana y amena.
De primeras lo que vamos a notar cuando miremos carteles e indicadores, es que no entendemos ni jota. Los diálogos con los amables canes están en inglés, pero los aeropuertos y sus letreros e indicadores están en un lenguaje alienígena. Y más nos vale hacernos poco a poco a él, para poder seguir viajando y encontrarnos con nuestra prometida.
An Airport for Aliens Currently Run by Dogs es una aventura en primera persona con un toque de paseo y contenplación, pero también, videoaventura de objetos y encargos. Realmente, solo tenemos que movernos de aeropuerto en aeropuerto -sabiendo a cual debemos acudir de entre los terminales y venta de pasajes, y respetando las horas de embarque-, y se nos irán encomendando desconcertantes encargos, siendo muchos totalmente optativos. Pues estos encargos se resuelven consiguiendo objetos y dándoselos a los chuchos que nos los solicitan.
Los objetos se consiguen en las tiendas de cada aeropuerto, donde los amables canes no nos cobrarán ni un céntimo, aunque hay puestos para sacar dinero por si nos sentimos incómodos con tantos regalos y atenciones, pero no nos va a hacer falta. Dichos objetos pueden servir tanto para cumplir encargos, como para darles uso propio. Y algo que debemos vigilar para gestionar mejor nuestro inventario, es no cogerlo todo al tun-tun, no hagáis la pardada de pedir y coger los cincuenta billetes en el primer aeropuerto, porque de verdad, son cincuenta tickets y el juego parece tener un inventario casi infinito.
Todo es muy surrealista y entrañable al mismo tiempo. Seguro que os enternece descubrir la bebida favorita de los cánidos, por supuesto dispensada de forma gratuita también en diferentes puntos. Los diálogos con los perros-fotografía son también desconcertantes y divertidos. Y sí, podemos acariciarlos, y jugar con ellos, se lo pasan genial si sacamos nuestro salami de goma -ejem-.
Estamos ante una aventura de una duración comedida, cuatro-seis horas, quizás menos si vamos más rápido, y bastante más si nos picamos a resolver todo lo que nos proponen. Las misiones y los canes que nos las mandan quedan registradas, para tener un control claro de donde, quien y como. Todo en una combinación de low-poly y 2D a la altura de lo que el juego nos propone.
El problema es que el juego se puede hacer tedioso con ello. No va a gustar mucho en Tralfamadore que diga esto pero… dejé de acariciar perros y jugar con ellos para ir más rápido y seguir encontrándome con Krista. El ir y venir continuamente no se compensa con las particularidades de cada aeropuerto -hay un aeropuerto… élfico… con setas y corrientes de aire….-. Todo será muy personal para cada jugador, claro, pero tener que completar misiones consiguiendo objetos que no están en el mismo aeropuerto, con el tema de los eternos paseos, el esperar y cumplir horarios…puede ser farrangoso.
El lenguaje alienígena es tanto un puzle muy ingenioso, como otra vía de complicación más. Es muy sencillo ir haciéndose a él, se trata simplemente de mera sustitución de letras, pero es un lenguaje basado en el inglés. Con un poco de nivel, carteles y palabras muy evidentes -los nombres de los aeropuertos, por ejemplo- sacaremos indicaciones y nombres. Pero esto hace que las traducciones a otros idiomas sean muy complicadas.
También se suma que el tipo de inglés de los diálogos es muy coloquial y suelto. De nuevo, no hace falta tener un C2 para saber de qué se habla, pero el extraño sentido y los numerosísimos gags lingüísticos sí requieren de algo más de manejo en la lengua de Francis Drake.
Pero como el lector más agudo habrá comprendido, todo esto no hace sino añadir aún más exotismo y capas a un juego bastante interesante, aunque no siempre muy llevadero. Yo he tenido que salir de las sesiones de juego porque sentía que mi cerebro no daba más de sí, cual fiesta del LSD.
Así que aquí tenéis otra extraña recomendación más salida de mi fuerte pluma. An Airport for Aliens Currently Run by Dogs merece, debéis acercaros a él ¡Necesitáis conocer por vuestra propia mano esta amable distopía canina!
Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Strange Scaffold