Ah, las relaciones abuelos-nietos, tan maravillosas como gratificantes y grabadas a fuego en nuestras almas muchas décadas después de que estos venerables ancianos se hayan ido. Beasts of Maravilla Island usa ese lazo ‘abuelo-nieta’ en un viaje a un paraje de fantasía y magia. Una isla que hace honor a su nombre poblada de flora y fauna sacada de un cuento, y donde nuestro objetivo es descubrir, embelesarnos, y sacar fotos, muchas fotos.

Con el original nombre y logo de Banana Bird Studios como creadores, y Whitetorn Digital publicando, nos toca un juego-experiencia, centrado en este caso en la fotografía de criaturas y plantas exóticas y hasta imposibles. Siguiendo los pasos, recuerdos, y el diario de nuestro abuelito.

El comienzo de nuestras ilusiones infantiles por la Isla Maravilla, y el origen de nuestra aventura.

Marina llega a Maravilla Island alimentada por esas historias y diario de su abuelo, aunque se siente un poco escéptica de que todo lo que le ha contado sea cierto. Pero en este fascinante viaje verá cosas que desafiarán su imaginación y le servirán tanto para disfrutar de un mundo paralelo, como para acercarse más a la figura de su abuelo.

Beasts of Maravilla Island es, como digo, un juego experiencia. Es importante recalcarlo para que el jugador aleje la imagen de un Pokemon Snap. Porque los parecidos son claros, pero el tipo de juego y desarrollo se separa bastante. Aquí no tenemos ciclos climáticos o dia-noche, horarios de las criaturas, lugares más recónditos a investigar… Acciones más aventureras o semi-RPG. El avance en este juego es más lineal, acorde al hecho de vivir una breve y encantadora aventura.

Marina me parece una suerte de «Dora la Exploradora», una joven simpática que solo cuenta con su cámara, el diario de su abuelo y su álbum de fotos. Y avanzamos cumpliendo objetivos determinados en el diario para culminar las tres zonas de las que consta el juego.

Algunas veces es normal que los animales o algunas plantas interactúen con nosotros. Pero de forma inofensiva y simpática.

Tenemos tanto objetivos de flora y fauna opcionales, no necesarios para culminar la aventura, como otros que si hay que completar para que se vaya abriendo el avance, que es bastante lineal, con algunos desvíos en cada zona. Pero si nos queda algún objetivo del diario, Marina no avanzará hasta cumplirlo.

En esa sencillez y simplismo está su encanto, pero también, su posible talón de Aquiles. Todo es muy simplificado y lineal, realmente es lo que se pretende, y los tres biomas de los que consta el juego podrán durarnos un par de horas. Pero claro, si nos apetece recrearnos y sacar mejores fotos, o completar todas las especies de cada zona, subimos esa duración.

Marina no dispone de grandes habilidades, ya que junto a la capacidad de tomar fotos podemos coger algunos objetos, trepar por algunas superficies, agacharnos para abrirnos camino por otras, y silbar. Esto último es otra forma de interactuar con los entornos y cumplir esos objetivos opcionales y obligatorios. El diseño del juego tampoco pide más.

Y visualmente el juego está a la altura de ese encanto que no dejo de elogiar, con buenos diseños y efectos, dentro de un marco técnico más justito y comprensible. Los animales tienen diseños tan cautivadores como desconcertantes en ocasiones.

Cada una de las tres zonas tiene una criatura destacada a observar. Aquí, una mezcla de reptil, nutria ¡Y siluro!

Personalmente, todo se me antoja un poco más simple de lo que me gustaría. He jugado a juegos-experiencia claramente menos interactivos y limitados, pero cuando estás en una isla llena de exotismo y magia animal y vegetal, pues hubiera agradecido más caminos, zonas abiertas, algún pequeño obstáculo o puzle, algo más de movilidad para Marina, alguna complicación más a la hora de fotografiar todas las especies…

Hay momentos con sencillos obstáculos de observación, de colocar tal o cual cosa… apoyados por las notas de nuestro abuelo. El conjunto fotos-diario-objetivos-avance está bien calibrado, pero ya digo, se me antoja más simple y falto de chicha de lo que hubiera deseado dado el tipo de aventura que tenemos aquí.

Me quedo con momentos graciosos y simpáticos, como intentar sacar las mejores fotos, aunque no valga para nada, por puro placer estético, o juguetear con algunos animales pensando que estoy resolviendo algún puzle, pero no ser así. O acumular fotos de esos exuberantes paisajes, o esos muy breves momentos fugaces que quiero capturar a toda costa.

El postureo llega a todas partes ¿Verdad?

Sí, también he tenido bugs, valga la redundancia, y algo molestos algunos. Pero podréis estar leyendo tiempo después del lanzamiento del juego y que alguna incómoda salida al escritorio, o los enganches que la pobre Marina sufre a veces con la vegetación y orografía, estén totalmente subsanados. Mis únicas pegas reales son a lo simple que es todo, y como hubiera agradecido un poco más de peso en su diseño jugable.

Quejas que realmente tienen mucho de opinión puramente personal, como pasa en cualquier reseña escrita desde los albores del ser humano. Beasts of Maravilla Island es otro de tantos juegos con algo especial que mostrar, de un equipo y medios modestos pero con mucha ilusión, de los que en 33bits gustamos mucho de traer al frente.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por The Indie Bros.