Bien sabido es la explosión del juego independiente, poco vamos a ahondar otra vez. Solo destaco eso para volver a remarcar la burrada de propuestas y juegos que salen, que no tienen que ser la piedra filosofal, solo hacer lo suyo. Esta algo churrera introducción viene a que Clan O’Conall and the Crown of the Stag es un Trine. Un Trine a lo celta. Otro equipo de programadores ilusionados que se lanzan a homenajear e imitar juegos o sagas que les han gustado -doy por sentado que Trine les habrá gustado, por algo los habrán tomado de molde, digo yo-, para darles su propio toque y personalidad.

Pues eso nos ofrece HitGrab Game Labs desde Toronto con amor, acción, plataformas, puzles, leveleo, secretos… y un apartado visual precioso y con ese toque y chatequí del que hablaba ahí arriba.

Papi con sus tres querubines. Haggish es puro amor y ternura.

Desde la mítica tierra de Hibernia -Irlanda-, dos clanes rivales sellaron la paz con la unión marital. Rey y Reina gobernando unidos y orgullosos, y con tres hijos que… Todo iba bien, pero si eso no cambiase, poco íbamos a hacer aquí. La reina de los demonios, Caoránach, destroza esta paz, y roba el objeto de poder que la simbolizaba, la corona cernunca. Los tres hijos de los reyes tratan de detenerla, pero son brutalmente repelidos. Ahora, con el reino en ruinas, y sus padres hechizados, tocará vivir una aventura que cantarán en todas las tabernas muchos siglos después.

Tenemos ante nosotros un juego de plataformas, acción y puzles. Para quienes conozcan la saga Trine tendrán un esquema muy concreto en la cabeza. Para quienes no, vamos allá.

Dentro de lo que es un juego básicamente de plataformas, tenemos a tres personajes, manejando a uno cada vez y alternando entre ellos. Kilcannon es un espadachín que tiene habilidades hacer un corte e impulso aéreo, o usar su capa para planear o utilizar corrientes de aire; Clackshot es una arquera dotada de agilidad con un salto doble, puede rodar por el suelo o activar mecanismos con sus flechas; Haggish es el bruto, la mole, romper cosas, mover bloques o arrojar pedrolos y enemigos es su pasión.

Sencillamente, precioso.

Alternamos entre los tres con la cruceta del pad -caso de utilizar esta forma de control, cosa que recomiendo bastante-, debiendo jugar con el stick. No es una opción que me convenza en juegos 2D, pero funciona bien. Pues alternando entre los tres hermanos para usar sus talentos en las situaciones donde cada uno sea más propicio, recorremos niveles de plataformas y puzles, con acción ocasional, y algún jefe o situación especial de vez en cuando.

Durante las fases recogemos hadas que podemos usar para mejorar el nivel de cada hermano, desbloqueando nuevas habilidades no esenciales -lógicamente, las esenciales te las van dando por historia- y conseguimos algunos secretillos. Esto le da aún más vidilla al juego, porque aumenta la exploración y el afinar habilidad para conseguirlo todo. Y creédme, querréis mejorar los stats de los personajes, recomendando no centrarse en uno sino repartir entre los tres protagonistas.

Ahí tenéis una de las secciones sencillas de uno de los primeros niveles. Con calma, no pasa nada.

Cuando más mejoramos a los personajes, mejores combos realizaremos, haciendo los combates más dinámicos y satisfactorios. Claro está, nos vendrá bien porque los enemigos también irán subiendo escala y mala baba, volviendo a destacar a esos jefes y sus enfrentamientos.

No vayáis con miedo, el juego es muy accesible y la curva de dificultad me parece adecuada -los primeros niveles lo sacaremos todo, en los últimos dejaremos cosas sin coger con gran pesar, salvo que seamos cabezones e insistentes-, pero los jefes son correosillos. Buenos enfrentamientos donde tenemos que sacarle partido a los tres héroes al máximo, pero cuando veamos que las barras de vida bajan más lento de lo que nos gustaría, os lo digo, querremos que nuestros avatares estén en la mejor forma posible.

Tranquilos, no es tan fiero el león como lo pintan.

La parte visual imagino que os habrá ido llamando la atención. No es para menos, el estilo visual y de personajes que simulan están dibujados y animados a mano, es digno de atención. Se complementa con algunas secuencias de animación muy resultonas y con un toque que me recuerda tanto a Nickelodeon como al mismo Tomm Moore, del que apuesto ha sido una clara incluencia.

Con el sonido sin embargo sí me debo mostrar más crítico. O al menos, decir que personalmente no me convence frente a problemas reales de calidad. Lo primero, no entiendo como la música no tiene más presencia dentro del tipo de juego que es. Tal vez sea que sigo anclado en esquemas pasados pero la música en estos juegos de plataformas debe acompañar y potenciar, y aquí es más secundaria y falta de contundencia. Incluso en los jefes, aún con melodías más dinámicas, es que no tiene fuerza.

He llegado a creer que tenía algún problema de configuración, pero aún a volumen máximo, la música muchas veces se ve como un mero acompañamiento de fondo. Buen acompañamiento, vale, pero ya digo que este tipo de juegos siempre los imagino con músicas tarareables, o melodías más vivas.

Con los FX me pasa cuarto y mitad. Los puñetazos de Haggish suenan a algodón, no es broma. Aquí también noto falta de fuerza y brío. La escena de la foto de abajo es una persecución de un bichardo gigante. Visualmente, cuando tenemos sus colmillos en nuestro cogote, está bien resuelta. Sonoramente, a veces parece que nos persigue una zarigüella.

¡CORRE, KILLCANNON, CORREEEEEEE!

Realmente eso no es gran problema, el juego funciona donde debe hacerlo, pero es una pena que la tercera pata del banco ande algo desnivelada. Pero bueno, creo que en lo que importa el juego divierte y se ha logrado el objetivo deseado tanto de ofrecer un Trine céltico -Clackshot hasta consigue un gancho como la ladrona de esta saga-, como de dejar su sello propio.

Grosso modo, esto es Clan O’Conall and the Crown of Stag, una aventura con sabocillo clásico pero perfecta para esta década. De momento, solo en PC, pero hay manteca y terminará saliendo en más sistemas, dadle tiempo. Ah, sí, y solo en inglés todavía, pero curiosamente los textos son durante el juego. Las escenas animadas -que me hubiera gustado que fuesen más numerosas, están logradas- son muy directas y autoexplicativas, no hay voces tampoco, pero funcionan igualmente así.

Así que aquí lo dejamos, mientras esperamos esas versiones. Me voy a dar un garbeo hasta la taverna con Cúchulainn, que me está esperando hace un rato largo. Sláinte!

A Caoránach se le coge también cariño, cuando vives lo bastante para hacerlo.

 


Este análisis se ha realizado con una copia cedida para PC por Big Games Machine