Bueno, pues empiezo el año con una entrada de otro juego publicado por la incombustible Ratalaika Games, y protagonizado por un espagueti dotado de vida y sentimientos. Freddy Spaghetti es una aventurilla locuela y simpática, de manos de Playful Pasta, que primero apareción en PC y que nuestra tan conocida editora madrileña lanzó en consolas hace poco. Vamos a ver que hay, que desde luego, es imposible no genere su punto de curiosidad.

Hola, Freddy.

Esta es la historia de un viaje de exploración y descubrimiento. Y todo viaje tiene un principio, en este caso, el laboratorio del profesor nosequé, que ha conseguido el logro de dotar de vida a objetos inanimados… o eso dice él. Duda de que objeto será el merecedor de tal honor ¿Su tostadora, tal vez? Pero la vida está llena de accidentes, y cuando se está preparando la comida, un sencillo espagueti entra en contacto con su substancia milagrosa. Y así ya tenemos a nuestro protagonista, dotado de conciencia y voluntad propia, y de esos sentimientos agradables o funestos que pueblan las cabez… almas de los seres con intelecto.

El juego es una aventura en cincuenta niveles, divididos en cinco bloques. Y tiene toque argumental y narrativo, sobre todo en la forma de la voz en off de nuestro ‘padre’ en cada nivel-un doblaje inglés simpaticón, con subs en español- , teniendo cada bloque de diez niveles su propósito, pero conectándose mal en ocasiones entre unos y otros. Ya es para flipar que una aventura protagonizada por un trozo de pasta tenga argumento y desarrollo del mismo con algo de narrativa jugable, aunque estemos ante un juego de exploración, habilidad y múltiples situaciones en esas cinco decenas de niveles.

Freddy es un espagueti aseado y pulcro.

El manejo de Freddy es tremendamente atípico y adaptado a la condición de nuestro protagonista: cada gatillo del pad -o con los botones derecho e izquierdo del ratón, si queremos jugar así- movemos un extremo de Freddy. Y avanzamos con ese sistema eligiendo la dirección, controlando el ritmo de ambos extremos del espagueti. También saltamos si mantenemos pulsado uno de los botones, o ambos, para que los dos extremos abandonen el suelo. La particular, especial y algo desquiciante a veces física propia de Freddy hacen el resto.

Freddy, se retuerce, se enrosca en si mismo según la situación y como nos movamos. Es tremendamente curioso sin duda, podemos mover solo un extremo para movernos a lo largo, pero el otro nos hará de ‘ancla’ e iremos más lentos. La clave es mantener un timming y ritmo medido para poder progresar y solventar los múltiples obstáculos y responder a las situaciones que haremos frente.

Un vistazo al… futuro.

Ya el tutorial nos deja claro todo, con alguna situación algo engorrosa cuando tengamos que hacer alguna cosa de cierta precisión como saltos un poco calculados o mover objetos -lo de mover el puñetero balón a la portería me sacó de mis casillas-, pero se avanza bien. Los niveles están pensados para completarse muy rápido, sea en pocos segundos o alguno un poco más largo. Pero ninguno es demasiado largo, aunque uno de ellos, en el último bloque, si puede superar la barrera de los cinco minutos, aunque no por cuestiones de habilidad -afortunadamente- sino por buscar la salida del nivel.

Podemos tener desde subir unas escaleras a movernos por un salón o cocina, esto dentro de los primeros compases más… normales del juego. Luego todo se va volviendo más loco, con esos últimos diez niveles que os van a dejar con el gesto torcido por como va escalando la historia, aunque las situaciones se repiten de una u otra forma.

De hecho, es uno de los problemas del juego, repetir esas situaciones. Nos pueden tocar secciones de romper objetos -por los incalificables vericuetos que nos va conduciendo la historia-, persecuciones, zonas puras de saltos o, simplemente, interactuar por motivos narrativos.

Calles hostiles donde la gente no está preparada para Freddy.

Freddy Spaghetti es sin duda algo tremendamente curioso, que como pasa con los títulos low cost que gusta de escoger y publicar Ratalaika, no se ejecuta a la altura de las interesantes ideas que hay tras esas propuestas. Ya digo que las secciones que requieren algo de habilidad pueden irritar al tener que repetirlas más de lo deseable, ninguna nos llevará mucho tiempo material, aunque sí unos cuantos intentos cada vez más llenos de nervios.

El control no es solo que sea especial, sino que tampoco me parece todo lo bien resuelto que me gustaría. Hay veces que cuando requerimos de movernos a cierta velocidad, da la impresión de que no conecta bien la respuesta a los dos extremos del espagueti, arrastrando un extremo que no se mueve, mientras el otro si va dando tumbos, a pesar de mantener una pulsación rítmica de los botones, derivando en un buen número de reintentos.

También, que con esa disposición de Freddy sus movimientos pueden atascarse si se encuentra más compacto o enrollado, sintiendo que no siempre podemos controlar esas situaciones. No es tan funesto como pueda parecer, pero sin duda, no siendo un control tan depurado como debería.

Incluso la pasta disfruta de la naturaleza… o no.

Pero aunque califique al juego con un ‘bien’ no niego tampoco el encanto que la aventura tiene. Su sencilla apariencia visual a veces adolece de más carisma, pero propone momentos muy simpáticos y extravagantes. Y es una pena que esos bloques de niveles no siempre se conecten como deben dentro del todo de la historia -que de verdad, es una suerte de ver como Freddy busca su sitio en el mundo, locuras espacio-temporales incluidas-, pero el simple sonido de chapoteo del espagueti me ha sacado una sonrisa sincera. Y nadie me quita que hasta me he emocionado con el final.

Como he dicho, el juego realmente es bastante breve, hora y pico con algún nivel correoso de varios intentos. Tiene el aliciente de intentar superar nuestros tiempos en cada fase, aunque no hay nada que motive a hacer alguna proeza en forma de desbloqueables o trofeos. Justamente, los logros/trofeos facilones que acostumbra Ratalaika aquí exigen terminarse las 50 fases y luego unas mini-secciones optativas extra. Nada que vaya a comer más tiempo, pero agradezco que el platino/1000g no caigan en los diez primeros minutos, sino que abarquen todo el juego y sus sencillos extras.

Y con su bajo precio, creo que el vistazo debería ser merecido. Hay aventuras locas mejor resueltas, pero creo que esta es lo suficientemente especial para darle una oportunidad, y de alguna manera, este puñetero amasijo de carbohidratos viviente me ha causado una impresión, el puñetero se me ha hecho de querer.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!

 


Este análisis se ha realizado con una copia cedida por Ratalaika Games