Puede que 2023 esté llegando a su fin y aún no hayamos visto la fecha de salida de Hollow Knight: Silksong, pero lo que sí que es cierto es que durante este año hemos visto salir muchos metroidvania. El género está de enhorabuena gracias a títulos como AfterImage, Elderant o Blasphemous 2. En fin, podría decir cientos de nombres pero bueno, voy a lo que hoy nos importa. Y es que estos días hemos estado terminando Kingdom Shell y ya tocaba analizarlo. Para quien no lo sepa, el título es un metroidvania de lo más clásico creado únicamente por un único desarrollador bajo la denominación Cup of Pixels. 

Para poneros en situación, precisamente la historia comenzará con la fracturación del Kingdom Shell. Mientras este fatídico hecho ocurre, cientos de criaturas infernales empiezan a poblar el reino. Los pocos supervivientes que quedan no se quedan con los brazos cruzados y aquí es donde entramos en escena. Las sacerdotisas del templo blanco deciden pedir ayuda a nuestro protagonista, Elias, un mestizo de linaje oscuro para intentar acabar con la pesadilla en la que ha caído el reino. La historia no es original, lejos del clásico cliché de héroe resucitado para tratar de salvar el reino, pero logra tenernos entretenidos durante las 6 horas que dura el título aproximadamente. 

En su esqueleto, Kingdom Shell nos presenta el aspecto corpóreo de un metroidvania, aunque bebe de otros géneros. Es cierto que el principal elemento de este género está presente y es que, como no, os hablo del backtracking. A base de ir obteniendo todo tipo de power-ups avanzando, podemos acceder a caminos que anteriormente no podíamos. También encontraremos cientos de atajos que servirán de conectores entre zonas.

El diseño del mapa es muy bueno y su interfaz es sencilla. Solo encontraremos 3 tipos de salas especiales en el juego, pero no necesitamos más. Las salas marcadas de rojo serán puntos de guardado, las marcadas en morado son zonas con trampas donde en esta ocasión el crono no será nuestro enemigo. En estas zonas el verdadero enemigo es el plataformeo. Es cierto que las trampas inflingieron bastante daño a Elías pero lo realmente molesto era el tosco control que tiene el personaje, es muy pulido en todos los aspectos aunque flaquea en el salto y se echa en falta la posibilidad de mirar hacia abajo agachándose -por no hacer un salto de fe-. No fue ni una ni dos las veces que me golpeé contra los pinchos por exigir demasiada precisión en el salto pero la recompensa mereció la pena, ya que solemos encontrar mejoras de salud, daño o magia. 

Además, también encontramos zonas marcadas con color marrón que señalan los vendedores. Estos son capaces desde vendernos mejoras pasivas, darnos un frasco de estus o incluso objetos claves que deberemos usar para conseguir ciertos botines secundarios. Las monedas de oro las conseguimos al acabar con enemigos, rompiendo jarrones o al encontrar cofres. La gran parte de mi tiempo explorando en Kingdom Shell me hizo encontrar cientos de cofres y habitaciones secretas. Algo que agradecí, muchas veces estos lugares se veían a simple vista. 

El combate es sencillo, nuestro personaje únicamente contará con golpe básico algo que me recordó a los Castlevania. Del mismo modo, lo hizo el hecho de que cada vez que descansamos en un punto de guardado, todos los enemigos reaparecerán, por lo que si estás recorriendo una zona, recomiendo avanzar hasta el final y gastar el frasco de estus hasta si es necesario. Total, los frascos de salud podemos comprarlos por unas pocas monedas. Por suerte nuestro protagonista también aprende a usar magia, como buen mestizo que es y al poco encontramos que podrá usar 4 armas mágicas como el orbe de la ira, el cual produce ataques con magia explosiva. Estos son los llamados power-ups que nos permiten además desbloquear atajos y abrir nuevas zonas.

A su vez nuestro personaje explorando también podrá obtener nuevas mejoras pasivas en el apartado de inspiración. Estas mejoras equipables no son más que pasivas como The Last Chance, que ofrece más daño cuando tenemos menos salud. Comenzamos con dos huecos de mejora y podemos conseguir hasta 6. Estás mejoras son equipables en los puntos de guardado, donde además de salvar la partida, también podremos usar viaje rápido, aunque para usarlo hay que avanzar un poco en la aventura.

Si esto fuera todo os estaría mintiendo y es que el juego mezcla ese componente metroidvania con toques de matamarcianos en determinadas fases. Por lo general, como dije, no estamos ante un juego difícil aunque sí tiene un control algo tosco, en estas fases por ejemplo se echa en falta la posibilidad de usar la cruceta para tener un control más preciso del personaje. 

En el apartado audiovisual lo más destacable es la estética, apostando desde el principio por un estilo gráfico pixel-art preciosista 2D que en ocasiones llega incluso a emular el 3D creando bellos fondos con profundidad típicos de grandes títulos. Sin duda uno de los pilares de Kingdom Shell es este apartado. También es muy interesante las cientos de skins que presentan los enemigos, que no presentan un set de movimientos complejo de evadir pero tienen un aspecto de lo más currado.

Donde no puede alardear tanto es del apartado sonoro, los sonidos están bien pero los temas, más ambientales que otra cosa, logran extraernos de la atmósfera que trata de conseguir el título en parte por la falta de ritmo. También habría puesto un selector de tipo de texto para elegir la grafía porque no se si soy yo pero me llegó a generar problemas visuales de lo borroso que se ve el tipo de texto usado.

En definitiva, a pesar de sus pros y sus contras, Kingdom Shell es un metroidvania hecho y derecho que si pule esas pequeñas mecánicas que no lo están. Desde 33bits damos por hecho que puede destacar dentro de la gran cantidad de títulos que han llegado al género este año. Por ahora el título únicamente ha salido en Steam y puede comprarse por un precio de 17.99€, aunque también está pensado un port a Nintendo Switch en el futuro.