Los videojuegos son cultura, le pese a quien le pese. Pero además de ser cultura, su función última no es otra que el entretenimiento. En otras palabras, tienen que ser divertidos. Como todo, la diversión es subjetiva. Un alemán podría decir que un simulador muy realista sobre arar el campo con un tractor es lo más ameno; un japonés te argumentaría que lo mejor es farmear durante horas en un juego de rol antes de enfrentarse al jefe final; o el estadounidense promedio disfruta abriendo cajas torácicas a cañonazos. Gracias a que la cantidad de juegos que se publican se multiplica año tras año cada uno puede encontrar la diversión donde quiera en este amplio abanico de posibilidades.

Y aunque muchos lo critiquen, el entretenimiento vacío no tiene nada de malo, siempre que seamos conscientes de ello. En el cine tenemos las comedias, que salvo reventarnos alguna que otra neurona, están bien para pasar una tarde. No toda obra tiene que ser la sexagésimo cuarta referencia a la trascendencia, la revolución de la metanarrativa o transgredir el medio. El juego que hoy tratamos no hace nada de eso, pero es divertido hasta el último pixel.

Vampire Squid es el pequeño equipo detrás de MEATGRINDER. Sus inspiraciones para desarrollar este título han sido Clustertruck, con su parkour por camiones a toda velocidad y Duke Nukem por todo lo relevante a las armas y patadas.

MEATGRINDER para empezar no tiene ni historia. Sus dos primeros segundos son increíbles: Heart es motor. Las piernas son generadores. Te detienes – Mueres. Presione F para moler carne. Sin más explicaciones nos dan una pistola, comenzamos un corto tutorial y a jugar, que son dos días. Cada nivel comienza con nuestro personaje montado en moto subiendo a la parte posterior de una furgoneta abierta para salir a repartir plomo. A lo largo de cada escenario deberemos ir avanzando dando saltos entre coches, liberándonos de enemigos y siempre tirando para adelante. Pero tendremos que tener cuidado, caer al suelo nos hará daño. Para evitar esto contamos con un gancho que nos llevará de vehículo a vehículo como si fuéramos Tarzán, con un tiempo de enfriamiento entre usos. También podremos usar este gancho para atraer enemigos hacia nosotros y rematarlos de camino o hacer virguerías con el escenario.

El núcleo jugable de MEATGRINDER es sólido. En las manos adecuadas, MEATGRINDER se mueve ágil, perfecto para hacer speedruns, de hecho, ya se puede encontrar alguna por la red acabando el juego en menos de 20 minutos. Una de sus mecánicas más únicas son los latidos del corazón. Si nos movemos rápido, se acelerarán nuestras pulsaciones mientras que si permanecemos quietos bajarán. Mientras tengamos el pulso por encima de las cien pulsaciones por minuto nos curaremos mientras que si están por debajo perderemos vida gradualmente. Esto nos obliga a no poder parar en ningún momento, siempre pensando en el presente pero también visualizando nuestro siguiente paso.

Dispondremos de un gran arsenal de armas para acabar con nuestros enemigos: pistolas, escopetas, lanzacohetes, una minigun, … Todas ellas tendrán munición infinita, aquí no venimos a contar balas precisamente. Pero el arma más característica no es otra que nuestra pierna. Al igual que lo visto en Anger Foot, uno de los próximos lanzamientos de Devolver, nuestras patadas serán nuestras mejores aliadas. Con ellas podremos tirar a los enemigos a la carretera, matándolos de un golpe.

El juego está compuesto por 19 niveles, divididos en dos capítulos. Desde el principio podremos elegir entre empezar en el nivel 1 o en el nivel 10, el primero de la segunda parte. También podremos elegir entre tres niveles diferentes de dificultad: una más sencilla en la que recibiremos menos daño, la dificultad normal y la difícil donde caer a la carretera será mortal.

El aspecto visual de cada escenario varía, a veces estaremos en un puerto, otras cruzando el desierto o un denso bosque. Además, en algunos niveles, cambiará la estructura y se nos introducirán mecánicas exclusivas para ese nivel. Cabe mencionar que también enfrentaremos jefes finales que, aunque son bastante sencillos, le dan aún más variedad al conjunto. Además de la campaña encontramos el modo infinito que nos propone un reto desafiante cada vez más complicado.

La música de MEATGRINDER es pesada, electrónica, nos hará venirnos arriba y casi hacer algún head bang. Las texturas parecen sacadas del motor Source, con poca definición pero nos permiten seguir bien en todo momento la acción. El modelo de los enemigos ayuda a diferenciar el tipo de peligro que representan. Me gustaría destacar especialmente lo colorido de los modos infinitos, más teniendo en cuenta que muchos jugadores no llegarán a verlos.

La localización ha sido realizada automáticamente pero los desarrolladores ya han pedido ayuda a su comunidad de Discord para traducir las escasas 150 palabras que componen el juego a diversos idiomas. En dicho grupo también han mencionado que a futuro meterán más modos de juegos como el llamado «King of the Hill». La versión a la que tuvimos acceso para hacer esta reseña contenía varios errores, que reportamos y ya están trabajando para solucionarlos y dejar el juego lo más pulido posible. También decir que algunas de nuestras muertes se sienten fuera de nuestro control y pueden resultar algo frustrantes. El control es preciso y las armas responden bien pero hay momentos en los que no vamos a ser capaces de reaccionar a tiempo y toda la información simultánea y tocará repetir.

Surfeando infinitamente por el bosque. Superar sus 19 niveles nos ha llevado algo menos de una hora y completar el juego con todos sus logros aproximadamente hora y media. Aunque el título tiene toques muy arcades, no se nos puntúa acabar cada nivel, lo que habría dado más rejugabilidad. Pero si queremos exprimir el juego al máximo, siempre podemos picarnos y llegar a lo más alto de la tabla del modo infinito.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Vampire Squid