Estar escribiendo estas palabras resulta un hecho casi onírico, y es que han pasado 19 años desde que saliera Metroid Fusion, el último título en dos dimensiones protagonizado por Samus Aran, y parecía que nunca se iba a dar la ansiada secuela que cerrase por fin el arco argumental empezado en el primer Metroid. Y aquí estamos, tras un remake de la segunda aventura de Samus para Nintendo 3DS, que en cierta medida aumentó las esperanzas de ver esta secuela en algún momento, los desarrolladores de Mercury Steam vuelven a contar con la confianza de Nintendo, esta vez para traer un juego totalmente inédito y responder a todas esas esperanzas de los aficionados. ¿Ha cumplido Metroid Dread con las expectativas?

Metroid Dread sigue la fórmula tradicional de la saga. Nos encontramos en el planeta ZDR, donde se han avistado Parásitos X en libertad, así que tras los problemas que nos dieron en Metroid Fusion, Samus decide ir de cabeza para exterminar a la peligrosa especie. Una vez allí, tras una emboscada de un enemigo Chozo nada menos, nos encontraremos en lo más profundo del planeta, sin nuestras habilidades, y teniendo que tratar de escapar del planeta mientras investigamos que está pasando realmente aquí. Como nueva iteración de la fórmula, Metroid Dread es simple y llanamente fantástico. A los tropos habituales de la saga, con enemigos conocidos de otras entregas y nuevos, se les suman unos jefes de un nivel espectacular, una exploración muy satisfactoria, y en general un producto pulidísimo. Vamos a ir desgranando todo un poco.

ZDR es un planeta digno de explorar.

 Como decíamos, Mercury Steam se ha encargado de esta entrega de la saga, pero este no es su primer rodeo, y es que en Samus Returns ya se ganaron en cierta medida el cariño del público al dar un juego bastante sólido. Una de las novedades de aquel remake fue la inclusión del «parry», una opción cuerpo a cuerpo con la que Samus puede repeler ciertos ataques de los enemigos para acabar con ellos antes, y que ha llegado hasta Metroid Dread, siendo aún más integral para el desarrollo del juego. Cada enemigo, cada posición de los mismos, y cada jefe, están diseñados de forma que tendremos que tener un manejo total de las herramientas de Samus, pero en especial del parry. Es MUY satisfactorio dominar los tiempos de cada enemigo y saber que tienes la capacidad de ganar los combates sin que te toquen.

Y hablando del combate, no podemos dejar de hablar del que es quizá el principal factor que convierte a Metroid Dread en un grandísimo juego, y ese es su control y movilidad. Viniendo de entregas fantásticas pero quizá algo más robóticas como son Super Metroid o Metroid Fusion, el tacto que nos transmite el control de Samus en Metroid Dread es simple y llanamente fantástico. Explorar, combatir, resolver puzles… Es todo una delicia gracias a la fluidez y precisión del manejo, que además tiene el grado justo de complejidad para que no se sienta simple pero tampoco abrume, a pesar de que al final del juego vas a estar jugando con herramientas asociadas a todos los botones del mando e incluso a varios atajos combinando. Es simplemente increíble lo bien que se maneja y la sensación de progreso que tienes al final.

En cada zona hay una temática bien marcada, por lo que avanzar en la aventura siempre trae novedades en las salas.

Sobre el desarrollo y el diseño de niveles, aquí tengo que decir que jamás me había sorprendido tanto un estudio. Mercury Steam nos dio hace algunos años la trilogía de Castlevania: Lords of Shadow, entre los cuales se encuentra Mirror of Fate, una entrega bidimensional que si bien era entretenida, ciertamente palidecía en comparación con cualquier otro Castlevania en diseño de niveles, estructura general, backtracking… por lo que saber que se encontraban haciendo un Metroid completamente nuevo me generaba ciertas dudas en este aspecto. Y que decir, que han disipado todas y cada una de ellas, Metroid Dread es posiblemente el título con mejor mapeado de toda la saga, que sabe guiarte perfectamente mientras te transmite la sensación de estar perdido en el planeta, que oculta sus objetos secretos de forma fantástica, con puzles de movilidad que son una auténtica pasada. Estoy gratamente sorprendido con el trabajo del estudio en este aspecto porque de verdad, es un juego que transmite un saber hacer espectacular a la hora de su diseño general. Mismamente, los EMMI, los robots que han protagonizado el marketing de la entrega y que vienen a ser jugablemente hablando la versión mejorada de la SA-X de Fusion, están presentes dentro de ciertas áreas delimitadas, que tienen en el fondo una naturaleza de puzle de velocidad en el que debemos decidir rápidamente por donde podemos ir para dar esquinazo a estos robots, siendo al final unas zonas muy bien diseñadas que podrían haber sido un desastre y sin embargo son divertidas y satisfactorias.

Metroid Dread tiene unos toques cinemáticos no presentes en entregas anteriores, pero desde luego no es el eje del juego y apenas habrá cinemáticas de historia.

Y es que no hablamos simplemente de un buen diseño de niveles. Es que es un juego diseñado de forma que tiene en cuenta el «sequence breaking» -la ruptura del orden establecido por el juego- como ningún otro en la saga, permitiendo que si bien la primera partida más o menos pueda ser idéntica para todos, se pueda exprimir el juego al máximo a la hora de diseñar distintas rutas para mejorar nuestros tiempos en la partida. El esfuerzo de la comunidad en este sentido está siendo una maravilla para seguirlo día a día, y es que nunca había visto como un juego ofrece rutas nuevas bajando el récord mundial prácticamente cada día desde su salida. Pero es que el juego va más allá, y ofrece incluso estrategias únicas para jefes que solo obtienes si has roto el orden de alguna forma. Es un detalle de diseño muy importante, algo que ningún otro juego del género ha tenido tan en cuenta, y eso suma, suma mucho.

Cuando uno termina Metroid Dread, que en una primera partida va a ser entre las 8 y 15 horas, según lo que te cuesten los picos de dificultad del juego o buscar todos los objetos, la sensación es que nos encontramos a un juego con un diseño inteligente y cuidado, que sabe dar cuando el jugador necesita, manteniendo el ritmo de descubrimientos y mejoras de una forma bastante interesante, y que también sabe cuando dejar manga ancha. Creo que dentro de la saga Metroid en su vertiente bidimensional, Metroid Dread mira de tú a tú a Super Metroid, y muy por encima al resto de entregas. Es que solo flaquea en la banda sonora en el sentido de que es menos memorable, aunque consiga dar un ambiente genial. Metroid Dread es sin lugar a duda uno de los juegos del año y un gran regreso a la palestra de Samus Aran.

Un 100% de objetos ofrece una experiencia divertidísima y bastante completa. Por último, recordad que llamar Metroidvania a un Metroid es pecado.