Lo primero que nos llama la atención de Neon Blood es su atractiva apuesta visual, no nos vamos a engañar, un exquisito pixel art en 2D combinado con escenarios tridimensionales de marcada estética ciberpunk digna de un clásico como Blade Runner. Desarrollado durante tres años por ChaoticBrain Studios, un pequeño estudio madrileño compuesto por tan solo tres personas y distribuido por Meridiem Games, esta aventura gráfica con toques de RPG nos invita a explorar todas sus posibilidades mezclando la nostalgia de los gráficos pixelados con el enfoque más moderno de su rica narrativa y su diseño con bastantes posibilidades.

La historia nos sitúa en Viridis, una macrópolis futurista en un distópico año 2053 donde se concentra toda la población mundial y donde la desigualdad social está más marcada que nunca. Viridis se divide entre Bright City, una zona alta, tecnológica y lujosa, y Blind City, una zona baja, castigada por la pobreza y una droga altamente adictiva llamada spark que domina las calles. En este contexto tomamos el control de Axel McCoin, un detective marcado por un pasado que no recuerda debido a la pérdida de memoria, y una adición por el spark para mitigar sus intensas migrañas que cada vez le empuja más hacia el abismo.

El juego combina todos los elementos clásicos del género ciberpunk que podamos imaginar: implantes cibernéticos, megacorporaciones que quieren controlar todo con oscuros objetivos, un fuerte contraste entre lo humano y lo tecnológico, y la desigualdad social de fondo, todo aderezado con la belleza del neón. Aunque estas temáticas no son nuevas ni en el cine ni en los videojuegos –Blade Runner, Ghost in the Shell, Deus Ex, Cyberpunk 2077… por poner solo unos ejemplos-, aquí están muy bien ejecutadas y crean un universo distópico bastante creíble. La historia se centra en misteriosos asesinatos y en los conflictos internos del propio detective McCoin a lo largo de sus 4-5 horas de duración.

En términos de jugabilidad, Neon Blood combina ciertos elementos de RPG por turnos con la estructura propia de las aventuras gráficas clásicas. Los combates son sencillos, con unas pocas opciones de acción disponibles y un sistema de habilidades predefinidas que no podremos evolucionar a medida que avanzamos -no hay experiencia, ni niveles, ni opciones de compra o personalización de equipo-, aunque sí conseguiremos algunas habilidades nuevas cuando la narrativa lo requiera. Esto elimina cualquier sensación de progresión típica del género y simplifica el combate bastante, que pasa a ser cuestión de acertar en las decisiones y tener un poco de suerte. Las batallas contra jefes que comienzan como cada combate, son resueltas con quick time events que le da cierta espectacularidad pero poca profundidad al combate.

Fuera del combate, el juego incluye secciones de exploración y resolución de sencillos puzles. Axel cuenta con un escáner cibernético que nos permite analizar escenas del crimen y encontrar pistas o seguir rastros. Aunque al principio resulta interesante poder explorar los escenarios y hacer nuestras propias pesquisas, pronto nos daremos cuenta de que somos guiados en todo momento, la narrativa irá empujando a la acción de forma constante dejándonos un margen muy pequeño para la exploración libre, que por otro lado tampoco ofrece más aliciente que el de admirar el trabajo artístico del juego -no tenemos misiones secundarias o coleccionables-. Esta linealidad hace que Neon Blood gane en ritmo, pero hace que los escenarios tan bien diseñados se sientan algo desaprovechados y que no exploten su potencial.

Sin embargo, esta simplicidad no significa que el juego no sea disfrutable. Las mecánicas funcionan bastante bien dentro de la escala del proyecto, y la historia de marcado estilo noir esta muy bien narrada y mantiene el interés desde el principio hasta el final. Neon Blood recoge un conjunto de buenas ideas que ejecuta adecuadamente pero que se queda en la superficie, sin profundizar en todas sus posibilidades. También hay que comprender que estamos hablando de un estudio de tres personas y de solo tres años de desarrollo, por lo que quizá un proyecto más profundo no era una posibilidad real, sin embargo se ponen los cimientos para esperar algo más grande del estudio en un futuro.

Si hay un aspecto en el que Neon Blood realmente destaca, es en su apartado visual. La fusión entre personajes pixelados y escenarios tridimensionales está ejecutada con maestría, creando una atmósfera única. Las luces de neón, la imagen de una sociedad decadente y los detalles futuristas logran capturar la esencia del género ciberpunk en todo su esplendor. El diseño artístico no solo se limita a los entornos, sino que también está presente en la representación de personajes y en las animaciones. Incluso los menús y la interfaz destacan por su diseño y coherencia visual, demostrando el talento del equipo detrás del juego. En cuanto al apartado sonoro, la música, obra de Wild Cat Records, combina sintetizadores con influencias del cine de ciencia ficción, complementando la ambientación de forma magistral.

Neon Blood es un título que muestra mucho potencial, pero que se ve limitado por la escala de su desarrollo. Su duración breve, junto con la falta de profundidad en las mecánicas, puede dejarnos con ganas de más. Sin embargo, es imposible no valorar el gran trabajo hecho por ChaoticBrain Studios, que logra destacar especialmente en su narrativa y su apartado audiovisual. Neon Blood es un juego que sabe aprovechar sus puntos fuertes, como la ambientación ciberpunk y los temas sociales que aborda y, aunque no revoluciona el género, es una experiencia muy interesante y accesible. Si buscáis una aventura breve, visualmente impactante y con un enfoque narrativo bien desarrollado, Neon Blood es una opción que merece mucho la pena.